Por Javier Tovar
Brasilia/AFP
Michel Temer dice que su gobierno es legítimo. Pero el presidente interino de Brasil arranca su mandato en medio de fuertes críticas a su gabinete conservador integrado solo por hombres blancos y con protestas y cacerolazos.
«La reacción popular al golpe continúa y las manifestaciones de protesta y denuncia deben continuar», cialis sale escribió el lunes en las redes sociales Rui Falcao, el presidente del izquierdista Partido de los Trabajadores de Rousseff y Lula, que gobernó Brasil durante más de 13 años, hasta hace cuatro días.
Las tormentas se avecinan tanto en el frente interno como externo para este gobierno de perfil conservador y liberal en la economía: a los manifestantes que acusan a Temer de golpista y traidor se suma el rechazo de varios gobiernos de izquierda de la región que no lo reconocen como presidente.
«Machista» y «fraudulento»
Temer, exvice de Dilma Rousseff devenido enemigo, asumió el poder el jueves pasado, luego que la primera mujer presidenta de Brasil, una exguerrillera de 68 años, fuera apartada del cargo por hasta seis meses para enfrentar un juicio político en el Senado, acusada de manipular las cuentas públicas.
Ya el domingo decenas de miles de personas marcharon contra el gobierno en Sao Paulo y Belo Horizonte, acusándolo de «ilegítimo», «fraudulento», «machista» y «sin representatividad».
Este lunes, varios cientos de manifestantes marcharon ante la sede del ministerio de Cultura en Rio de Janeiro al grito de «¡Fuera Temer!», criticando la eliminación de esta cartera y su fusión con Educación.
En el frente externo, el ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil salió el lunes a rebatir con vigor la decisión de El Salvador de no reconocer al nuevo gobierno de Temer, y le exhortó a reconsiderar su posición.
La decisión de «suspender contactos oficiales con Brasil revela un amplio y profundo desconocimiento de la Constitución y las leyes brasileñas», indicó en una nota de prensa.
«Causa especial extrañeza tantos equívocos, una vez que El Salvador mantiene intensas relaciones económicas con Brasil y es el mayor beneficiario de ayudas técnicas brasileñas en toda América Central», alertó.
Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua también se han manifestado contra la suspensión de Rousseff, y la cancillería les ha respondido con vigor. Bloques como el ALBA y los secretarios generales de la Unasur, Ernesto Samper, y de la OEA, Luis Almagro, también han expresado su rechazo.
A ellos se dirigió Rousseff a través de sus redes sociales, donde publicó una nota agradeciendo la «solidaridad» internacional recibida ante la «farsa jurídica» que la apartó del poder. Dedicada ahora a su defensa, la mandataria cargó igualmente contra el nuevo gobierno de su exvicepresidente.
«Fuerzas partidarias, como las que pretenden ahora conducir la política exterior brasileña -tradicionalmente sumisas a las grandes potencias- no tienen autoridad política o moral para invocar el principio de la soberanía, sobre todo cuando han practicado habitualmente la injerencia en los asuntos internos de otros países de la región», escribió
«Legitimidad constitucional»
«Tengo una legitimidad constitucional», se defendió Temer el domingo de noche en una entrevista con la televisión Globo, durante la cual sonaron cacerolazos en Sao Paulo y Rio.
Temer, un abogado constitucionalista de 75 años del partido de centro derecha PMDB, sólo completará el mandato hasta las próximas elecciones de 2018 si Rousseff es finalmente destituida por el Senado. En poco más de dos meses, tendrá la responsabilidad de inaugurar los Juegos Olímpicos de Rio.
Discreto pero gran conocedor de los corredores de la política brasileña, Temer es incluso más impopular que Rousseff, que abandonó el poder con una aprobación prácticamente de un dígito.
El avión del gobierno interino enfrentó turbulencias desde sus primeras horas de vida con el nombramiento de un gabinete sin mujeres ni negros, dos grupos que representan cada uno más de la mitad de la población del país.
Además, varios ministros están vinculados con el megafraude a Petrobras que salpica a gran parte de la élite política y empresarial y que aceleró la caída de Rousseff. Y el jefe de la cartera de Justicia, ahora responsable de derechos humanos, ha sido denunciado por crear escuadrones de la muerte en Sao Paulo.
Reticencia a los ajustes
Equilibrio en las cuentas y cortes en el gasto público para frenar el crecimiento de la deuda pública lideran las líneas de la nueva política económica, en medio de una fuerte recesión. Pero aprobarlas no será fácil.
Temer se reunió el lunes con dirigentes de centrales sindicales para negociar la reforma de pensiones, lo que implicaría fijar una edad mínima para la jubilación y un posible aumento de los años de cotizaciones.
La Confederación Unica de Trabajadores (CUT) declinó su invitación porque dijo que «no reconoce a golpistas como gobernantes».
Tras la reunión, Paulinho da Força, el líder de la conservadora Forca Sindical, que hizo campaña por el impeachment de Rousseff, sostuvo que el gobierno no quiere «sacarle derechos a nadie» pero que «tiene urgencia en resolver esa cuestión de la previsión social, que el gobierno cree que es uno de los grandes déficit que el país tiene hoy».
Temer se reunió el domingo en Sao Paulo con el presidente de la poderosa Federación de industrias de Sao Paulo (Fiesp), Paulo Skaf, quien estaría contra la reedición de un viejo impuesto a las transacciones financieras, ya propuesto sin éxito por Rousseff el año pasado, indicó el diario O Estado.