Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Una expresión común, frente a la repetición de hechos que nos afectan, dice: “llueve sobre mojado”.
Es precisamente así como suena el ofrecimiento del señor Bukele del 1 de junio pasado, cuando afirmó que su gobierno se enfocará en los próximos 5 años en resolver el problema de la economía y, para curar la economía, habrá que tomar medicina amarga (como se hizo con la seguridad).
Ahora, cuando estamos a la mitad del mes de junio, los servicios meteorológicos anuncian lluvias torrenciales, que pueden causar daños severos en nuestro país y en Guatemala; es decir, que tendremos afectaciones en la pobre economía familiar, pues el exceso de lluvia generalmente causa daños a las viviendas de las familias más humildes y a la agricultura.
Si la medicina amarga, en el caso de la seguridad, ha representado para todos ser privados de garantías constitucionales y para muchos ser capturados sin cometer delitos, y hasta morir en manos del Estado, ¿cómo será, en qué consistirá y a quiénes tocará beber la medicina amarga que recete el gobierno para “curar el problema de la economía”?
¿De verdad se puede curar este viejo y agravado problema con decisiones gubernamentales y guardando silencio, sin quejas por parte de los afectados, sin discutir ni escuchar a otros que tengan propuestas para dañar menos a la gente?
Ya sabemos que por un repollo mediano hay que pagar hasta tres dólares, que los recibos de la luz y el agua se fueron arriba, que a miles de personas dedicadas a la economía informal como medio de vida se les ha quitado su espacio, sin darles otra oportunidad de obtener ingresos para la subsistencia.
Ya sabemos que los alimentos en general se encarecieron, que faltan medicinas en los centros de salud, que los salarios son precarios y no ajustan, que el desempleo es galopante, que muchos lo que quieren es emigrar.
Es el pueblo más sacrificado, las mayorías las que cargan con el peso de la crisis económica, se paga con hambre, con menores consumos de alimentos y de menor calidad, es con enfermedades, con deudas acrecentadas, es con dejar la casa de alquiler, con embargos y hasta expropiaciones, con desesperanza que se manifiesta la ausencia de políticas económicas para sacar adelante al país y sobre todo a la población más vulnerable.
Y para aumentar el sufrimiento del pueblo humilde, los efectos del cambio climático, el temporal, la lluvia, la sequía, se tendrán que soportar sin auxilio de políticas públicas que atenúen los daños y disminuyan la vulnerabilidad.
Qué esperar de las decisiones que tome el gobierno para que cada uno beba su trago de medicina amarga. Nada bueno creo yo.
Lo que ya empezó a conocerse es el cobro de impuestos a los alquileres de cuarto, cuotas por permiso de salud para mantener un salón de belleza o una peluquería, acaso aumento al IVA, ¿a las multas de tránsito?
A juzgar por el silencio de las gremiales de las empresas privadas, frente a las decisiones de gobierno es impensable que se establezcan impuestos a los poderosos y ricos, a sus ganancias, o que disminuyan los gastos gubernamentales en propaganda, en sobreprecios y cualquier otra irregularidad.
Posiblemente existan muchas personas que callen frente a las decisiones que tome el gobierno, aunque sean ellos mismos afectados, pero difícilmente se callará su voz interior, su reflexión y su pensamiento, en algún momento la resistencia silenciosa se puede convertir en exigencia para corregir el rumbo que por ahora solo arrincona al empobrecimiento de las mayorías.