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Tepelcúa/tepulkuwat: el posible significado y origen de un mito popular en el sector rural salvadoreño

Francisco Javier Carballo

Articulista

Introducción

Pocos mitos y tradiciones existentes aun en forma de relatos en el área rural del país han sido analizados para ver su trasfondo cultural e intentar dar una explicación al por que de estos, su origen y posible significado. Uno de de los mitos más desconcertantes que hay en el ámbito rural salvadoreño es sin duda el existente en torno a una “culebra de dos cabezas” (una en cada extremo de su cuerpo) la cual para admiración de cualquier persona que no se ha criado en el campo y escucha sobre esta “culebra”, es muy peligrosa puesto que al ir una persona a hacer sus necesidades al aire libre se introduce en el ano del pobre desdichado, alojándose en sus intestinos y alimentándose de su sangre pudiendo causarle la muerte. Cualquier oyente urbano de este relato que jamas la haya visto, pregunta como es esta culebra y le dicen que es en extremo horrible pues parece una gran lombriz de tierra que tiene dos cabezas, cuando se le da muerte desparrama mucha sangre lo que es señal de su dieta a base de sangre humana y su nombre es tepelcúa; a continuación se pretende analizar e interpretar este singular mito y así dar un posible origen y significado de este.

Consideración biológica

Aunque esta creencia es común en sectores rurales y semiurbanos de El Salvador y tenida por verídica, desde un punto de vista biológico (y cuanto más medico) esta es desmentida e incluso aclarada en cuanto a la verdadera identidad de este ser, en primer lugar la zoología muestra que este animal no es capaz de poder vivir en forma parasitaria al interior de un ser humano y de hecho no se conocen reportes médicos indicando “muertes por alojamiento de tepelcúas en el intestino”, en segundo lugar la identidad de la tepelcúa también es aclarada puesto que a pesar de tener una forma ofidíca, o en forma de serpiente, la tepelcúa no es un reptil sino más bien un anfibio ápodo (es decir sin patas) por lo que sus familiares más cercanos son los sapos, ranas y ajolotes, no los reptiles (Serrano, 1995:302-303). Sin embargo luego de aclarar la identidad de esta “culebra de dos cabezas” desde un punto de vista biológico a continuación se pasara a intentar explicar por otros métodos el origen de esta singular creencia salvadoreña.

Análisis lingüístico del nombre tepelcúa/tepulkuwat.

Un cuando este animal es llamado comúnmente tepelcúa, esto parece ser una hipercorrección puesto que en ningún vocabulario náwat se encuentra registrada con este nombre, sin embargo, tal y como Geoffroy Rivas (1969:16) propone sí existe en la conformación del nombre un racimo consonántico básico el cual es lk, identificable en la aglutinación de los términos que conforman el nombre, por otro lado si este fuese el nombre correcto a la hora de analizarlo para ver su etimología, el único termino reconocible es cua o serpiente (nótese que en náwat realmente se escribiría cuat/kuwat, la falta de la t absolutiva no dificulta el análisis pues lo mismo pasa con otros prestamos del náwat al español salvadoreño como cuyancua o chichigua cuya escritura en náwat seria kuyankuwat y chichikuwat). Por otra parte en los vocabularios sí aparece un termino para designar a este animal el cual es tepulcuat/tepulkuwat, pero ¿que significa?, un análisis rápido expone los términos aglutinados y basándose en información recogida a informantes por Campbell (1985:497) demuestra su significado de la siguiente manera:

tepulkuwat: /tepu-l; kuwa-t/ [pene-absolutivo; serpiente, culebra-absolutivo] serpiente o culebra pene; tepelcúa Dermophis mexicanus.

Así pues el significado del nombre de este animal resulta ser del todo sugerente y gráfico, y sin embargo pudiese tener otras connotaciones siempre relacionadas con este órgano genital, así parecen sugerirlo Lara-Martínez y McCallister (2012:198) al relacionar tepul con un juego de palabras tanto del náwat como del náhuatl, así tepul se relacionaría con tepuzpitzqui “fundidor” (náhuatl); tepuz “metal” (náhuatl); tepos “fierro, metal” (náwat mexicano); tepusti “metal/tumbaga” (nawat pipil); tepuztli “culo, trasero” (náhuatl); teputzitl “culero” (náhuatl); tepotz “espalda” (náwat mexicano); teputs, teputsti “espalda” (nawat pipil); tepuztia “endurecerse, tomar la dureza del hierro” (náhuatl). Estas connotaciones tanto de asociación a metales como a la sexualidad, son de hecho las que llevaran a hacer el siguiente análisis sobre el porque del mito de esta serpiente-pene.

Análisis cultural del mito de la tepelcúa/tepulkuwat

Los datos hasta ahora mostrados permiten dar cuenta de que aun cuando este mito no sea real, tiene un trasfondo proveniente del patrón cultural mesoamericano y sobre todo de la cultura nahua puesto que al relacionar a la tepelcúa/tepulkuwat tanto con los metales, el pene, el trasero y la orientación sexual este mito se enlazaría con otros tanto contemporáneos como antiguos de la región, de esta manera la creencia de que la serpiente-pene se introducirá en el ano del campesino, nos muestra el estigma masculino a ser feminizado-dominado-pasivo-penetrado y con esto claro el miedo a ser castrado y perder su masculinidad (psicológicamente), en directa oposición al canon masculino-dominante-activo- penetrador tan presente en el ciclo mitológico náwat pipil (Schultze-Jena, 2014:300-303), pero hermanado también con los informes coloniales recogidos por Sahagún en el Códice Florentino (libro X, capítulo XI) sobre el desdén tenido hacia los homosexuales pasivos llamados cuilones, por lo que el actual temor del campesino a ser penetrado por una culebra-pene tendría una explicación cultural basada en los patrones de sexualidad, poder, género y temor a la inversión sexual presentes en la cultura nahua (Balutet, 2009) así como con el juego de palabras asociadas a tepul “pene” tales como tepuztli “culo, trasero”; teputzitl “culero”; tepotz, teputs, teputsti “espalda”.

Sin embargo también llama la atención grandemente la relación de tepul con la metalurgia en términos como tepuzpitzqui “fundidor”; tepuz “metal”; tepos “fierro, metal” y tepusti “metal/tumbaga”, marcando por supuesto el hecho que por metal primitivamente se hace referencia a cobre o tumbaga (aleación de oro y cobre), recordando difusamente uno de los atributos de la diosa telúrica Tlantepuzilama “la vieja de los dientes de cobre”, tan íntimamente ligada en opinión de algunos autores con los mitos de las diosas telúricas Tlaltecuhtli, Coatlicue y Cihuacoatl (Olivier, 2005); por otro lado si esta relación de tepus con este atributo se compara con el mito de la vagina dentada y este a la vez con los relatos recopilados por Schultze-Jena (op. cit. 298) sobre el peligro del joven inexperto que debe esperar a que su esposa sea desflorada por un hombre mayor para no ser mordido por el diente/clítoris vaginal de su esposa y Campbell (op. cit. 894-910) quien recoge una versión tardía del mito de los muchachos de la lluvia donde se menciona a la vieja del diente de hierro, daría como resultado una interrelación del atributo hierro/cobre en forma de dientes en la boca y la vagina así como una equiparación simbólica entre ambos orificios corporales (véase a este respecto a Kinsey et al. 1954, citado en Báez-Jorge, 2008:173) incluyendo por supuesto el temor a la castración del ciclo de las deidades asociadas a la tierra (Balutet, 2011:147-173), pero yendo en otra dirección recordando que el cobre es atributo de Tlantepuzilama quien para algunos autores tentativamente es una Tzitzimime (Olivier, op. cit. 264), es decir un ser monstruoso de la mitología nahua, se debe traer a colación el hecho de que las Tzitzimime son seres andróginos, esta sería pues una mujer fálica de origen telúrico cuyo pene es representado por una serpiente cascabel (ver Códice Magliabechiano, 1996:lám. 72r y Johansson, 2006:225-228) y en el caso del actual mito en El Salvador una tepulkuwat , por lo que se propone como explicación cultural al mito de la tepelcúa un nexo antiguo que pervive aún, ligado no solo al juego de palabras con tepul, sino también a la mitología en torno a las deidades femeninas telúricas que como en el caso de Tlantepuzilama una mujer siniestra con dientes de cobre (¿acaso también con una vagina dentada como la vieja del relato recogido por Campbell?) cuyo atributo como el caso de las Tzitzimime se vuelve fálico (recuérdese que tepuztia relacionado con metales hace referencia al endurecimiento del metal fundido en clara referencia sexual para el caso náwat) lo cual lleva a conjeturar que tepulkuwat no es otra cosa sino el diente de hierro/cobre (clítoris) de la vagina telúrica ancestral devenida como en el caso de las Tzitzimime en un falo serpentino materializado en la tepulkuwat.

Conclusión

De esta interpretación (un tanto forzada quizá) se deduce el posible origen y significado de este mito rural salvadoreño, por un lado el temor a la introducción por el ano de la tepulkuwat reproduciría las dinámicas culturales de género y sexualidad con los patrones indeseables para el género masculino de feminizado-dominado-pasivo-penetrado equivalentes a una castración psíquica derivada del acto en sí que aun en forma terminal se encontrarían en las tradiciones rurales mesoamericanas y que sobreviviendo al formar parte de la oralitura campesina de El Salvador dieron origen al mito contemporáneo de la tepelcúa; por otro lado la denominación tepulkuwat respondería tanto a un juego de palabras del náwat que compaginaría los términos clítoris-metal-pene en una transformación del diente de hierro/cobre vaginal de la deidad de la tierra en su advocación siniestra de Tlantepuzilama/Tziztimime en un pene serpentino del cual los hombres deben procurar no ser penetrados-dominados-castrados quizá en venganza y compensación por ser profanada durante la siembra, como a la superveniencia aunque de una forma alejada de la original de la creencia en la diosa de la tierra en su atributo más terrorífico de devoradora-dominadora de hombres (¿quizá en el acto sexual de penetrarles?). Así pues, se da un posible origen e interpretación a este mito de las zonas rurales del país.

Referencias

Báez-Jorge, F. El lugar de la captura (Simbolismo de la vagina telúrica en la cosmovisión mesoamericana). México: editora del Gobierno del Estado de Veracruz, 2008.

Balutet, N.“La puesta en escena del miedo a la mujer fálica durante las fiestas aztecas”. En Contribuciones desde Coatepec. 2009, No. 16: 49-76.

——La vagina dentada o el miedo a la castración entre los aztecas. En Género y sexualidad en el México antiguo, eds. Miriam López Hernández y María J. Rodríguez-Shadow. Puebla: Centro de Estudios de Antropología de la Mujer, 2011.

Campbell, L. The Pipil Language of El Salvador. Berlin: Mounton, 1985.

Códice Florentino (textos nahuas de Sahagún), libros I-XII, publicados por Charles E. Dibble y Arthur

J. O. Anderson: Florentine Codex, 12 V., Santa Fe, New Mexico, 1950-1970.

Códice Magliabechiano. Libro de la vida. Texto explicativo del llamado códice Magliabechiano. Anders, Ferdinand y Jansen, Marteen (eds.). Graz y México: Akademische Druck-und Verlagsanstalt, Fondo de Cultura Económica, 1996.

Geoffroy Rivas, P. El Nawat de Cuscatlán: apuntes para una gramática tentativa. San Salvador: Ministerio de Educación, 1969.

Johansson K., P. “Mocihuaquetzqueh ¿Mujeres divinas o mujeres siniestras?”. En Estudios de Cultura Náhuatl. 2006, núm. 37:193-230.

Lara-Martínez, R. y Rick McCallister. Glosario Cultural Náwat Pipil y Nicarao: El Güegüense y Mitos en Lengua Materna de los Pipiles de Izalco, versión en línea de 2012 (283 pp. en PDF). University of Oregon Wired Humanities Project. http://whp.uoregon.edu/?page_id=7

Olivier, G. “Tlantepuzilama: las peligrosas andanzas de una deidad con dientes de cobre en Mesoamérica”. En Estudios de Cultura Náhuatl. 2005, núm. 36: 245-271.

Serrano, F. Vertebrados. En Historia natural y ecológica de El Salvador, t. I. San Salvador: MINED, 1995.

Schulzte-Jena, L. Mitos en la lengua materna de los pipiles de Izalco. Trad. Rafael Lara-Martínez. San Salvador: Editorial Universidad Don Bosco, 2014.

Ver también

Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024