Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
A Fidel Castro
Si el fin se inicia en este punto con la muerte y un testamento, quisiera recordar los sueños imposible de aquél personaje que juraba detener el camino del sol en medio de las tinieblas, cruzar el mar en una barquita para llegar a una isla que no tenía libertad, que imaginaba la vida en medio de tanta muerte de inocentes, que se protegía por un ejército de palabras como escoltas valientes que chocaban con la más cruda realidad de los tiempos, pero ni el sol obedecía la voluntad humana, ni el mar era conquistable con la fuerza de una barquita plena de idealistas, mucho menos liberar una isla que no conocía la democracia, porque esa visión no existía.
Ello no le impedía hablar de otros mundos, con inexplorados senderos diferentes, un mundo posible que era el viejo sendero de los cantos griegos, primero: la Ilíada con su escenario épico armado y leyendas que deben recorrerse a fuerza de pagar el precio histórico con la vida, como apuesta máxima por los principios irrenunciables, segundo: retornar a Ítaca para construir sus propios sueños. Los sueños al final eran construcciones de lo imposible, que al avanzar hacia ellos se miden en años, en ocasiones siglos. Fue la juventud que abanderó sus palabras, los “errores-aciertos” más sublimes pueden cometerse en esa edad; “error-acierto” era desafiar al mundo con un puñado de idealistas tan visionarios como él; similar a los antiguos que conquistaron al mundo fundando una tradición con pan y vino, homólogos a Moisés en camino a una tierra prometida o los músicos ingleses cantando en callejones de mala muerte en Londres; todos ellos, los valientes tienen la llave de la Historia a su disposición. Había alegría en sus palabras, tanta que en el peor de los escenarios de invasiones armadas, las pequeñas victorias se transformaban en la mejor opción de esperanza, tenía la certeza que el futuro no les abandonaría y como buenos filósofos sabían que heroísmo es vivir en este mundo, no esperar otro, que la acción de hoy es historia, al final no era una acción de fe, sino la acción liberadora del hombre.
Decía que seguir perfeccionando, seguir equivocándose y corregir para avanzar era el camino del hombre, de la humanidad, porque ninguna sociedad es perfecta, más allá de lo imposible siempre existe la historia de Heracles, porque la Historia saluda a quienes tienen la decisión de vencer.
Sus acciones casi son una lectura del poema de Walt Whitman “No te detengas”:
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…
Y la muerte como negación absoluta no sucederá, de esa forma el testamento es vida, otra alegre acción de esperanza, pero no olviden… ¡cuesta sangre!