El once de julio de 1991, check los compas que dominan el volcán de San Salvador por Quezaltepeque han salido a realizar una acción para presionar al gobierno a negociar el acuerdo de paz…”
Son las siete de la mañana, la actividad se ejecuta con mucho éxito, la toma de la calle, se paran unos buses y los combatientes con su sola presencia le dicen al pueblo “Aquí estamos, queremos un cambio, vamos a triunfar”. Cuando termina la acción, ellos vuelven a su campamento, pero cuando van de retirada, un pelotón de la primera brigada los intercepta. ¡Una emboscada! El jefe del grupo (unos siete combatientes) trata de decir alguna coartada. Ella, Elena, la radista va tras el jefe. Se pone nerviosa. Su cabellera, enrollada en su larga trenza y escondida en una gorra verde olivo, la denuncia, ¡es una mujer! Son del Frente… ¡Pun! ¡Pun! ¡Pun! Los balazos. Todos corren. Ella cae muerta. Su compa Chac dispara, trata de defenderla. Él también cae, y mueren por su pueblo, mueren por su libertad.
La mañana del 11 de julio de 1991 todo el pueblo salvadoreño, y todo el universo, se encontraba a la expectativa de un acontecimiento trascendental, un eclipse total de sol. Ese día cayó en combate Leyla. Su cuerpo inerte quedó ahí tirado en las faldas del volcán, en El Salitre (Nejapa). Pero ella vive, vive en su poesía, vive en su pueblo, vive en todos los que la recodamos con amor, con orgullo, con coraje.
Leyla Patricia Quintana vino al mundo un 2 de abril de 1970. Era día jueves (un día jueves también la mataron). Desde muy temprano me empezaron los dolores de parto. Yo vivía en Curazao (Jayaque). Me trasladaron al Hospital San Rafael de Nueva San Salvador, era el segundo parto. Los dolores se habían sucedido rápido, ella quería nacer… A las 10:55 de la mañana nació, era peloncita, bien gordita, blanca, linda, en fin… sus primeros años de vida transcurrieron tranquilos, aprendiendo todo de su familia, en particular de su querida hermana mayor, Guadalupe.
En 1975 me separé del padre de mis hijas y nos fuimos nosotras para San Salvador. Mi trabajo como maestra me permitía tener a mis hijas en la misma institución donde trabajaba. Trabajé casi 20 años en esa escuela de San Jacinto y ellas estudiaron ahí hasta el 6º grado, vivíamos en la Zacamil. En 1980, cuando mataron a Monseñor Romero, ellas eran catequistas de la iglesia Don Rúa, después del Ricaldone. Estudiaban tercer ciclo en el Colegio María Inmaculada de San Salvador. Leyla ganó su primer premio como declamadora (aún no escribía versos).
En 1984 nos trasladamos a la Colonia Libertad, cerquita de la UES (Universidad de El Salvador). Leyla entra a estudiar periodismo (ya Guadalupe y yo éramos organizadas, ella no quería), pero conoce a Otoniel. Se organiza en los Comandos Urbanos y comienza una vida clandestina (se llama Elena, Elena de Troya). Esos años son muy duros para nosotras, la separación es inminente, yo laboraba en ANDES, Guadalupe en AGEUS y Leyla se inicia en la AEP.
En poco tiempo se va a Guatemala. Prácticamente se va de la casa. En 1989, en Nicaragua, escribe su poemario “Ausencias”. Añora su pueblo, su gente, su Mae, Lalu… Escribe y escribe. “Con tanto vos / como no vamos a ser poema”. “Saltamos del comal / de San Salvador / donde todo / o te saca crudo / o te quema.”
Y se llama a sí misma “Amada Libertad”. Ese mismo años la italiana Lina Ferrero le ofrece protección. Ella se la llevaría a estudiar a Italia. Se ve con su madre y su hermana en Guatemala en julio. Era la despedida, “en aquel día nos trenzamos la mirada / sabíamos que el viento de luto nos vestiría.” Decir adiós es duro, pero es más duro ser perseguido en su propio pueblo. Había estado exiliada todo ese año. Se había “quemado” tanto en tan poco tiempo. Su compañero en los comandos urbanos, Otoniel Guevara (César) había sido capturado en dos ocasiones y la casita de la Colonia Libertad había sido cateada por la Guardia Nacional.
Lina -le dijo-, mi madre y Lalu ya se fueron a San Salvador, déjeme que me regrese. Yo no quiero estar lejos, quiero luchar por mi pueblo… Y se regresó con unos compas de la UES que habían llegado a Guatemala.
Era agosto de 1989. En El Salvador buscó a su gente. Otoniel ya estaba recibiendo la escuela en Guazapa. Ella lo siguió. Iba a prepararse para la gran ofensiva “Hasta el tope y punto”, que se realizó el 11 de noviembre de 1989, junto con su hermana, “Chano”, “Lucía” y Arquímides Cruz. Combatió en la Colonia Zacamil, estuvo en la zona de la Colonia Escalón y después se fue al volcán de San Salvador, donde pasó todo el tiempo hasta su muerte.
En el volcán escribía durante sus ratos libres, cuando hacía posta, y me los enviaba por correo clandestino. Nos gustaron mucho y los publicamos en el Diario Latino.
Es difícil publicar, pero tuvimos suerte. Después enviamos un poemario a un certamen literario y ganó mención honorífica. A través del correo yo le mandaba sus chocolates Granada, su lechita, dinero (aunque fuera poco), y ella me enviaba sus poemas bien guardados en papelitos chiquitos, con letra pequeñita, y me decía “Guárdelos, Mae, no los vaya a enseñar a nadie, que la pueden meter presa”.
Pero yo no le hice caso. Los publiqué y le envié la página: “A Oto y sus locuras”, que publicó Blanca Benavides en el suplemento Tres Mil en 1990. Al principio, se enojó. Luego le dijo a sus compas “Esta Mae es necia. Miren.” Y todos la felicitaron y eso la motivó a seguir escribiendo y escribiendo. Recibí 13 poemarios en total, muchos de ellos quedaron “embutidos” o se fueron en su mochila cuando los saldados la mataron y le robaron todas sus pertenencias. Para quitar el anillo de oro, le arrancaron el dedo, ya estando muerta (los perros asesinos, sus verdugos).
Estoy guardando en mi mochila
un poquito de invierno
para lavarte la cara
cuando el octubre te polvee las calles
en 1990, a finales de octubre, pude ir a verla. Conocí la vida en el campamento, estuve unos días con mi querida hija, volví a sentir su calor, su amor de hija… Ella estaba tan feliz…
En diciembre del mismo año, logró permiso por unos días y vino a casa, a tomar cafecito hecho en el hogar, a escribir poemas con su amiga Kenny. “Locuras y garabatos” ganó primer lugar en el Certamen de Literatura Femenina “Dra. Matilde Elena López”, promovido por ORMUSA. Estaba más flaquita, pasamos unos días tan felices. Pero ella debía volver al monte a combatir. La guerra seguía.
Yo quería que se quedara, que ya no se fuera… Ella me dijo “No, Mae. Yo debo volver, ya esto va a terminar, entonces ya no nos separaremos, ¿ves?”… Y se murió…
La muerte es la ruptura que jamás se puede aceptar, aunque se vea el cuerpo inerte, aunque se toque. El ser humano quiere asirse como sea, a como dé lugar, al ser querido. ¡No te vayas, por favor, llevame con vos!
Pasaron los años y fundé la Casa Editora “Amada Libertad” en su honor, un homenaje. Ha sido muy difícil seguir adelante sabiendo que ella era tan joven (21 años), tan llena de vida, bonita y escritora. Por eso su material literario no quedó en el olvido. ¡No! Lo he difundido por todo El Salvador.
En 1997 pasé tres meses en Italia, y presenté su poemario traducido al italiano por Lina Ferrero, “Libertà va cercando…” Por eso se han traducido sus versos al inglés y al francés.
¡Leyla vive en su poesía!
¡Su lucha por la libertad de su pueblo continúa!
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