Por Jacques Klopp
Londres/AFP
La primera ministra británica Theresa May, calificada de «cadáver ambulante» por un exministro conservador, prosigue las negociaciones para lograr una mayoría en el Parlamento, tres días después del desastroso revés electoral de los conservadores en las legislativas.
Theresa May «es un cadáver ambulante», lanzó George Osborne, ministro de Finanzas hasta 2015, en un plató de la radiotelevisión británica BBC, agregando que «la única cuestión es saber cuánto tiempo pasará en el corredor de la muerte».
El exministro y rival de May, ahora redactor jefe del diario The Evening Standard, se sumó a la larga lista de los que creen que la situación de May se ha vuelto insostenible desde el humillante revés registrado en las elecciones anticipadas del jueves.
El partido conservador de May perdió su mayoría absoluta en los comicios del jueves y ahora depende del controvertido Partido Unionista Democrático (DUP) norirlandés, cuyos 10 diputados permitirían a los Tories (318 diputados) alcanzar los 326 escaños necesarios para gobernar mal que bien.
En una muestra del caos político en el que se ha sumido el Reino Unido, el sábado por la noche Downing Street anunció haber alcanzado un preacuerdo con los ultraconservadores del DUP. Pero, horas después, rectificó e indicó que todavía no se había cerrado ningún pacto.
‘Intento desesperado’
«Ayer [sábado] avanzamos bastante pero las conversaciones continúan», confirmó el domingo la líder del DUP, Arlene Foster, a la cadena SkyNews, precisando que ella misma se reunirá con May el martes en Londres.
Ese día se instalará el nuevo Parlamento, antes de la ceremonia de apertura solemne el 19 de junio, día en que está previsto que se inicien las negociaciones del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
El proyecto de alianza entre los conservadores y el DUP ha despertado multitud de críticas, especialmente a causa del conservadurismo social de la formación norirlandesa, que se opone ferozmente al matrimonio homosexual y al aborto.
Además, la dependencia del DUP plantea interrogantes, como el de la neutralidad del gobierno británico en Irlanda del Norte, región siempre sometida a fuertes tensiones, 20 años después del final del conflicto.
En este sentido, el primer ministro irlandés, Enda Kenny, telefoneó a May este domingo para transmitirle su «preocupación» ante el proyecto de alianza y advertirle de que «nada puede poner en riesgo el Acuerdo del Viernes Santo» que puso fin en 1998 a 30 años de violencia en Irlanda del Norte.
En Londres, varios cientos de personas se manifestaron el sábado cerca de Downing Street gritando «¡Racista, sexista, antigay, que se vaya el DUP!». Además, una petición contra May que denuncia un «intento desesperado y sorprendente para seguir en el poder» ya ha recabado más de 660.000 firmas.
Incluso dentro del partido Tory, Ruth Davidson, líder a los conservadores escoceses, reclamó garantías para la comunidad LGBT en caso de acuerdo con el DUP.
‘Desacreditada, humillada’
«Seamos claros: no porque el DUP acepte apoyarnos en cuestiones económicas o de seguridad vamos a estar de acuerdo con todo su programa», comentó Michael Fallon, nombrado recientemente ministro de Defensa.
Fallon agregó que no se trataba de formar una coalición formal con el DUP sino de llegar a un acuerdo para contar con el apoyo de los norirlandeses en votaciones importantes en el Parlamento, como la del presupuesto.
En este contexto, May está siendo objeto de una enorme presión. El sábado tuvo que aceptar la dimisión de sus dos jefes de gabinete, Fiona Hill y Nick Timothy, dos de sus consejeros más fieles.
La prensa dominical británica consideró que May lo tendrá difícil para conservar las llaves del nº10 de Downing Street más allá de unos meses. «Desacreditada, humillada, disminuida. Theresa May perdió credibilidad y poder en su partido, en el país y en Europa», titulaba The Observer.
Pero, alegando que el país necesita «estabilidad» ante a la inminencia del Brexit, May rechazó dimitir y confirmó su intención de comenzar «las negociaciones del Brexit en las dos próximas semanas, conforme a lo planeado», durante una conversación telefónica, el sábado, con la canciller alemana Angela Merkel.