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TIEMPO DE HECHOS DAÑINOS PARA LOS PUEBLOS

Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Sin duda la brutalidad de los cambios amerita una alta dosis de dignidad. Ver a seres humanos bajando de un avión con cadenas, sin importar de que país son originarios, duele, porque hasta las películas sobre esclavitud remueve los sentimientos.

Pero igualmente duele, en el país nuestro, saber que los gobernantes quieren sacrificar la tierra para buscar el oro y llenar bolsillos de quien sabe quiénes; y duele también saber que se hace trizas a la Constitución, reformando la forma de reformarla, para convertirla en un papel que se puede modificar a conveniencia de los poderes fácticos.

La relatividad de los poderes, sin embargo, también se manifiesta cuando el capricho de mantener el BITCOIN, como moneda de curso legal, ahora se reforma en la misma forma que por años lo pidió la oposición, desde aquel 15 de septiembre que en la calle se rechazó esa decisión del gobierno y sus diputados; es para cumplir condiciones impuestas por el FMI, eso es lo que uno puede concluir al leer el texto de los acuerdos y ahora ver la reforma.

Se estremece el continente, y los acontecimientos en nuestro pequeño país también corren con rapidez, sin que por ahora exista algo bueno para la gente, pues entre tanto motivo de preocupación o cólera, ni el pago del recibo de luz y agua para una parte grande de la población, por la decisión llamada de alivio económico, genera aplausos para el gobierno.

No cabe duda, hay preocupación; hay también protesta, pero allá en el país del norte, donde han vivido y viven más de dos millones de salvadoreños, también debe haber preocupación entre nuestros hermanos por lo que pasa aquí y por lo que pasa allá.

Se anuncia una protesta muy particular, que parece el formato de la huelga de brazos caídos que en 1944 hizo caer al dictador Maximiliano Hernández Martínez; si, se anuncia una demostración de la población latina en EEUU, que consistiría en no ir a trabajar, no encender televisores, no usar energía, no ir a comprar, para hacer ver lo que representa la presencia y trabajo digno de millones de latinoamericanos en la economía de ese país.

Sin duda enfrentamos formas crudas de racismo, discriminación, violación de derechos fundamentales, violencia de género, que ofende a la naturaleza humana y en algún momento despertará y está despertando indignación.

¿Cómo caracterizar este momento? Sin duda es el fascismo, que lo conoce quien lo ha vivido y siempre sorprende un hecho que, siendo viejo, nos es desconocido por nuestros sentidos.

Pero los efectos de la minería en el país si tenemos referencia, la vida en los territorios y población que padece aún ahora enfermedades, escasez y mala calidad de agua y de suelos, donde hubo explotación minera. Por eso aquí va cobrando fuerza el rechazo a la minería y la exigencia al gobierno de detener los planes de explotación minera.

Los pronunciamientos de la jerarquía católica, en el sentido de recoger firmas para expresar el rechazo a la minería, decir sí a la vida, es un paso importante que merece el reconocimiento y apoyo de cada salvadoreño y salvadoreña, que quiere que vivan las futuras generaciones.

En las condiciones de nuestra estrechez territorial y alta densidad poblacional, la minería es muerte para hoy y para mañana.

La falta de un marco jurídico sólido, como una Constitución, es legalizar el fin de la democracia, el cumplimiento de las condiciones impuestas por el FMI para asegurar el pago de la deuda, con despidos, más tributos, menos servicios, será sufrimiento por años.

Por todo esto, es este momento, en el que apenas finaliza el primer mes de 2025, un tiempo de decisiones que dañan al pueblo.

Y sabiendo que nada está determinado sin la acción y voluntad humana de luchar por lo que considera justo, tanto daño es una convocatoria a la acción para decir que la dignidad humana existe en nosotros.

Mi admiración para quienes visualizan este momento de tanto peligro como una hora en la que se debe decir basta, como lo han hecho fuerzas políticas y lideres políticos, y sociales en México, Colombia, Panamá, Cuba, Venezuela, Honduras, Canadá y otros.

Ojalá más voces de salvadoreños suene para decir que aquí también hay dignidad, indignación y exigencia a gozar de nuestros derechos.

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