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A los organizadores del acto de beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero les salió el “tiro por la culata”: intentaron vaciar o “suavizar” el verdadero sentido del Martirio y proyectaron un evento light, healing pero El Vaticano los corrigió y la actividad finalmente fue muy digna.
Con el eslogan de “Mártir por amor”, sildenafil los organizadores del acto intentaron desviar la causa real de Martirio: asesinado por odio a la fe. El malévolo propósito era proyectar a un Romero más digerible para los sectores oligárquicos, online uno totalmente diferente al que optó preferencialmente con los pobres, denunció las injusticias y señaló a los opresores.
Confiados en eso, sus asesinos no pidieron perdón y algunos de ellos hasta asistieron cínicamente al evento. Pero, para su sorpresa, Roma impuso un guión consecuente con el mandato del Papa Francisco: el cardenal italiano Angelo Amato presentó al Romero que –como Jesús– dio su vida por los pobres.
La biografía leída por el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, la carta enviada por el Papa y todos los discursos se refirieron al Romero perseguido, amenazado y asesinado por los enemigos del Reino de Dios. Los centenares de miles de feligreses que asistieron al memorable evento lo lloraron, lo celebraron, lo vivieron.
Pasada la beatificación, Romero es sometido nuevamente al silencio: los medios conservadores que hipócritamente promovieron la beatificación con cancioncitas y posters, ahora ya no hablan de él. Para los defensores del status quo aun vigente, es demasiado peligroso que el pueblo se tome en serio las enseñanzas de Romero.
Los asesinos de Romero, que se niegan a pedir perdón, prefieren que el Beato se quede en los altares. Pero otra vez les saldrá el “tiro por la culata” porque el legado romeriano está en el imaginario colectivo de las mayorías y guía la práctica transformadora que se propone construir el país justo, incluyente y equitativo que predicaba el Arzobispo Mártir.
Las comunidades cristianas, organizaciones populares y medios democráticos debemos mantener vivo el mensaje de Monseñor Romero y exigir que pidan perdón los oligarcas y políticos escuadroneros que lo asesinaron, los jerarcas católicos que lo traicionaron y los medios hegemónicos que conspiraron contra él (El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, TCS).
*Asociación de Radios y Programas
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