Por Susan Cordeiro/Francesco Fontemaggi
Sutherland Springs/Washingtomn/AFP
Un hombre abrió fuego el domingo en una iglesia de Texas, matando a «alrededor de 25 personas» en pleno servicio religioso en este estado del sur de Estados Unidos, en un país aún impactado por el peor tiroteo de su historia ocurrido en octubre en Las Vegas.
Albert Gamez Jr, un responsable del condado de Wilson, donde se encuentra la First Baptist Church de Sutherland Springs, dijo a la AFP que había sido informado de un balance de «27 muertos y más de 20 heridos», pero señaló que esperaba confirmación formal de esa cifra.
El comisario del condado, Joe Tackitt, dijo a su vez a la cadena NBC que «cerca de 25 personas» habían muerto y otras diez habían resultado heridas.
«El atacante murió», dijo a la AFP un portavoz del comisario del vecino condado de Guadalupe, precisando que la policía no se había enfrentado con él.
«Estaba en su vehículo», señaló.
«Que Dios esté con la gente de Sutherland Springs, Texas. El FBI & agencias de la ley están en la escena. Estoy monitoreando la situación desde Japón», escribió en Twitter en su primera reacción al tiroteo el presidente estadounidense Donald Trump.
El senador republicano por Texas Ted Cruz y el gobernador del estado Greg Abbott también expresaron en Twitter sus «oraciones» en favor de las víctimas y sus agradecimientos a los «valerosos primeros auxilios» y a las fuerzas del orden que acudieron a la escena del crimen.
Una portavoz del Centro Médico Connally Memorial en el cercano pueblo de Floresville dijo a la AFP que habían recibido «ocho pacientes después del tiroteo», y que tres de ellos habían sido luego «trasladados al hospital universitario de San Antonio», una de las grandes ciudades de Texas, a unos 50 km al noroeste.
Debate sobre las armas
Los disparos comenzaron hacia las 11:30 de la mañana, hora local, en la First Baptist Church de Sutherland Springs, señaló en su portal la cadena KSAT12. Según este medio, un testigo explicó que vio a un hombre ingresar a la iglesia y de inmediato comenzar a disparar sobre los parroquianos. De acuerdo a la prensa local, alrededor de 50 personas asisten en general a estos servicios religiosos.
El 1 de octubre, Estados Unidos sufrió el peor tiroteo de su historia, cuando un hombre armado disparó desde una habitación de un hotel de Las Vegas, Nevada, matando a 58 personas e hiriendo a cerca de 550, de las 22.000 que asistían a un concierto al aire libre de música country.
El autor de la masacre, Stephen Paddock, un rico contador jubilado de 64 años que se suicidó tras el ataque, había transportado un verdadero arsenal a su habitación del piso 32 del hotel Mandalay Bay. El grupo Estado Islámico (EI)reivindicó el ataque, pero los investigadores no han encontrado elementos que permitan sostener esa hipótesis y desconocen aún las motivaciones de Paddock.
El incidente de Texas ocurre además una semana después que un ciudadano uzbeko arrollara peatones y ciclistas en Manhattan con una camioneta, matando a ocho personas, entre ellas cinco argentinos. El EI dijo que el atacante era uno de sus «soldados», contra el cual el presidente Trump pidió la pena de muerte.
Dos años antes, un supremacista blanco, Dylann Roof, entró a la iglesia de Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur, símbolo de la lucha de los negros contra la esclavitud, y mató a tiros a nueve personas. En enero pasado, Roof fue condenado a la pena capital.
Todos los años, más de 33.000 personas mueren en Estados Unidos víctimas de las armas de fuego (22.000 de los casos son suicidios), de acuerdo a un estudio reciente. El debate sobre la reglamentación de las armas se relanza tras cada tiroteo, sin que la legislación pueda ser modificada, debido, entre otros motivos, a la influencia ejercida por la Asociación Nacional del Rifle, el poderoso lobby de las armas.