Proyecto Cultural Sur Vancouver
Reviso más de cien artículos, pienso, anoto ideas, vuelvo a pensar, me quedo trémulo, vuelvo a leer. La poesía me dice que en algún lugar hay una solución, a veces ese lugar está en nosotros mismos.
La mayoría de los artículos leídos cometen el mismo error, no entregan una fuente fidedigna, solo dicen, con cierto aire de misterio, que investigadores, científicos y otras entelequias sin nombre personal han dicho tal y cual cosa. Quedamos en el limbo, en la incertidumbre y a la vez una certeza, la verdad nos está vedada. Otra característica es que unos dicen una cosa, otros dicen lo opuesto, se entregan cifras que no concuerdan y nunca se va a la raíz del problema. En resumen nos enteramos de algo sin saber sus causas, los efectos se esbozan someramente.
Estoy hablando de lo que irremediablemente se ha de producir, si no cambiamos de modo de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza. En biología se estudian tres tipos de relaciones generales: parasitarias, comensales y simbióticas. Si nos detenemos a ver cómo funciona la sociedad y como nos movemos en ella, encontramos estas tres formas de relacionarnos. Cada cual vea quienes establecen relaciones parásitas, quienes son meros comensales y con quienes contamos para las relaciones simbióticas, una es dañina, otra ni frío ni calor; en cambio la última es de mutua ventaja.
Hace poco leí en una nota de esas que casi todo está en el título, en Australia se plantaran diez millones de árboles. Suena una cifra grande pero es una minucia. Salvar la tierra del nocivo cambio climático es una tarea de todos en un plazo de once años. ¿La razón? pues pasado el 2030 habremos cruzado la línea del no retorno. A la fecha nada indica que las grandes potencias tengan la intención de asumir su parte de la culpa, por ende de la solución. Ellos siguen como si nada. Se trata de cubrir el 11 % de la Tierra con árboles y hacerlo ahora, de inmediato.
Hasta aquí mi análisis, ahora recurriré al aporte de otras voces aunque no pueda citar la fuente que ellos tampoco citan. Una de las notas leídas dice: según Naciones Unidas las principales causas del cambio climático, junto a los combustibles fósiles, son el cambio de uso del suelo, la desertificación y la deforestación.
Bueno ya es algo. Faltaría saber si esto es verdad, aun así no se menciona lo esencial, algo que si no lo enfrentamos terminará destruyéndonos, el modo de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza. Se consumen combustibles fósiles pues es un tremendo negocio para las compañías petroleras, soluciones alternativas sin producir daño hay por miles, solo que dejaría de ser un negocio para muchos centros de poder. Se talan bosques para producir escasos alimentos o para que sirvan de pastizales, las matemáticas nos dicen que no es rentable criar una vaca para producir hamburguesas, pues la vaca produce metano, un gas de efecto invernadero. Un deficiente uso y tratamiento del agua produce desertificación, detrás hay compañías mineras. La deforestación significa que el suelo ya no absorbe agua, produciéndose las inundaciones. Somos inteligentes o antes de ser inteligentes, somos manipulables, incapaces de vivir en conciencia, acción basada en el conocimiento y la responsabilidad individual para con el conjunto humano y el medio ambiente.
Otro articulista recurriendo a una figura indeterminada dice: todo se basa en ver qué áreas de la Tierra son viables para forestar. Para realizar este análisis los investigadores analizaron 80,000 imágenes de satélite de Google Earth, y combinaron los resultados con factores como la topografía y el clima para descubrir qué áreas se podrían utilizar para plantar árboles. El mapa de los futuros bosques ya está, solo falta la voluntad política de introducir un cambio mayor.
El resultado que estos mismos investigadores entrega es que se pueden utilizar 1,700 millones de hectáreas sin árboles. Estos mismos científicos aseguran que en este territorio se podrían plantar 1,2 billones de árboles nativos de cada zona. Si tenemos en cuenta que actualmente somos unos 7,600 millones de personas poblando este ancho y ajeno mundo, he calculado que más o menos a cada persona le corresponde plantar 158 árboles. Fácil escribirlo suena a imposible asumirlo, cada persona no tiene los medios para hacerlo, pero desde los poderes si se puede asumir esta misión imposible. Solo que otra vez volvemos a chocar con la misma piedra, mientras lo dominante sean las relaciones parasitarias, es decir, la búsqueda de ganancia inmediata sin considerar los daños que esa ganancia causa, no es posible implementar la solución de frenar el cambio climático plantando 158 árboles por persona.
¿Entonces? Nos quedamos mirando cómo se nos va la vida o escribimos entre todos el más colosal poema de toda la historia.
Tito Alvarado