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Tito Urías una vida dedicada a la música

Rosmeri Alfaro
@RosmeriAlfaro
Josué Parada
@jospadfoto

Su vida fue una composición artística. La música la llevaba en la sangre, unhealthy lo acompañó desde sus primeros años y en su alma las notas musicales formaron la esencia de un hombre entregado a las partituras y los instrumentos. Tito Urías, advice el amigo, prostate el padre, el maestro, el artista hijo de Izalco entregó su alma al creador en las vísperas del día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, el pasado 21 de noviembre.

El saxofón, instrumento preferido de “don Tito”, como cariñosamente le decían, cesó su melodía en este mundo, pero su legado y sus enseñanzas perdurarán en la memoria de sus seres queridos.

Nacido en el seno de una familia humilde un 19 de diciembre1949 en Izalco, Sonsonate, quedó huérfano de padre a los once años, por lo que fue enviado a la Ciudad de los Niños, un internado ubicado en Santa Ana. Ahí tuvo los primeros contactos con la música, aprendió de manera empírica a leer y escribir solfa, a tocar varios instrumentos y fue parte de la orquesta de la institución hasta los 20 años cuando se retiró del lugar y formó parte de la banda regimental de Sonsonate. Ahí conoció a José Alberto Portillo, su amigo en las “tocadas” por años, y con quien compartió muchas experiencias. El lazo fue tan grande que años después se convirtió en padrino de uno de sus hijos. “Amigos como él pocos”, dice Portillo.

Musico Izalco 2Humilde y con un carisma impresionante, simplemente único. Son algunas de las cualidades que para familiares, amigos y conocidos, poseía este artista. Fue tanto su espíritu alegre que pidió que en su funeral hubiera música, cohetes y risas.

“Era muy amigable, muy alegre. Si alguien le decía: Tito tócame una canción, el respondía con gusto sin importar que alguien le criticara. Por eso él ganó muchos amigos” sostiene su compadre.

Su derroche de talento inició en la orquesta Guadalupe Sound Band en la década de los setenta, continuó en La Organización, La Compañía Diez, Orquesta de Chucho Tovar Flores y la Orquesta Jiboa.

Blanca Palidez, A mi Manera y Jugo de Piña (consideradas para muchos músicos las canciones más difíciles para interpretar con saxofón), son solo algunas de las melodías que amaba e interpretaba el maestro.

Urías fue docente de música en el Complejo Educativo Pedro Félix Cantor de Izalco, donde por más de 25 años transformó la manera de enseñar y formar a las bandas de paz de la época, llegando a conquistar premios a nivel nacional. También impartió clases en otras escuelas e institutos del país. Para Alex Zape Ortiz, actual instructor de marimba y de la orquesta estudiantil de dicho complejo educativo, el legado de su amigo y maestro de música, fue el amor a lo que se hace a través de esta rama del arte.

Musico Izalco 1“Fue un gran músico, gran amigo y un gran ser humano”, manifiesta.

Zape afirma que sus bases en la música fueron fundadas por él. Lo conoció cuando tenía cuatro años de edad, fue su maestro en clases de piano, marimba, y su instructor en la banda del Kinder Nacional de Izalco y años más tarde en la del complejo educativo Pedro F. Cantor, de la que ahora es instructor. Uno de sus lemas favoritos era “hagan lo que yo les enseño, no lo que yo hago.”

“Se dedicaba mucho a enseñar a los niños y adolescentes, muchos de ellos gracias a eso se alejaron de vicios, de la violencia, vieron en la música una forma de vivir y de entretenerse. Fue una persona que no se quedó con ese talento, lo compartió”, expresa Douglas Mauricio Urías, hijo del artista.

Tito Urías era un artista multifacético. Le encantaba el circo a tal grado que compuso piezas musicales para los payasos de diversos circos, entre estos el de los Hermanos Fuentes Gasca y Hermanos Suárez, de México, el circo de los hermanos Cambel de El Salvador y el Circo Segovia de Guatemala.

Asimismo, durante las Semanas Santas izalqueñas era el encargado de la banda musical que interpreta las marchas fúnebres en las procesiones del municipio. Las notas sacras interpretadas por Urías y la banda acompañaron por décadas las procesiones de la Hermandad de Jesús Nazareno y la del Santo Entierro de Cristo.

Su última sonata fue para despedirse de este mundo, pero el legado y su recuerdo emergen en cada nota de sus enseñanzas.  Tito Urías culminó su presentación en la tierra, para interpretar las melodías de su saxofón en compañía de las arpas y trompetas del cielo.

“Fue un gran padre, un gran músico, un gran ejemplo y un gran orgullo porque todo lo que hizo en vida fue cosechar amistades y enseñar a sus alumnos. Lo recordaremos como el mejor”, concluyó su hija Ana Patricia Urías.

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