Página de inicio » Suplemento Tres Mil | 3000 » Toda  belleza  es mía Poetas salvadoreñas 

Toda  belleza  es mía Poetas salvadoreñas 

 

Wilfredo Arriola,

Escritor 

No se puede decir poesía sin estar implícita una mujer, y sobre todo aquellas que hacen honor a la palabra. En esta oportunidad que nos brinda la poesía y en el mes de conmemoración del día de la mujer, hacemos memoria con parte de las mujeres poetas que defienden la poesía a través de sus versos. Tantas poetas de calidad, tantos versos que han dejado entre nosotros un recuerdo de una lectura, un poema, una transición, un atardecer, una conversación, quizá una mirada. Tanto, y aquellas también que sin ser poetas hacen de nuestra vida algo diferente y por diferente, transcendental. Poetas como Claudia Lars, Irma Lanzas entre otras que desfilaran a continuación, nos dan un poco de lo suyo, desde la base de sus entrañas hechas palabras.

Por ellas, que está vez desde lo suyo transmiten una consideración diferente a la vida, publicamos sus versos, pero en los mismos, está la sangre de todas que con su cuota nos siguen dando un momento de lucidez para que se vaya con nosotros, pegado en algún espacio de nuestra mente. La poesía siempre sirve para develar, un tiempo, un lugar, una anécdota de renuncia o una de júbilo, sus versos nos lo cuentan.

 

Lilian Serpas 

Vivo en lo abierto

Si el amor terrenal es desconcierto;

Si en un perenne afán nunca colmado,

Viviera el corazón deshabitado:

Mi voluntad renuncia a su desierto…;

Diré que duerme en el arrullo cierto,

Donde el pensar más frío, es alumbrado;

Libre en esencia, al mundo contemplado,

Ciego de luz en el espacio abierto…

Y en soledad ardiente que fulgura

-ese Alguien que a mi ser cautiva,

deslíe con sus ojos la hermosura,

de cuanto amó de amor su llama viva…

¡Y en supresión, al fin, de la criatura,

de lo total, es flor definitiva!

Oculta clave

Pájaro azul del vuelo delirante,

Medir puede la exacta geometría

-que sólo Dios creara-, y fuera el guía

del árbol en el salto equidistante:

Seguro del secreto se confía,

 

Tras el aéreo impulso trepidante,

Si de sus alas, en un solo instante

Arriésgase en sus trinos de alegría:

Y hacia el nido, al flotar sobre la rama

-el pájaro, en la clave de su trama-

sin caer en la trampa a donde vibra:

pulsa la levedad, aspira el aire

volátil del aroma, y en un donaire,

por el trino que exhala, ¡se equilibra!

Irma Lanzas

A Cuagrafia 

El agua de la tarde derramada

es líquida canción que se desliza,

la clara inundación de su sonrisa

despliega su humedad iluminada

El viento es una música mojada

que en medio de lo azul se cristaliza.

Si cubre la marca de la brisa

la nube es una vela naufragada.

Hay líquenes de luz entre las cosas

y hay peces invisibles y encantados

que esconden caracoles en las rosas.

Rodeados de crepúsculo encendido

Los árboles son barcos callados

que duermen con el mástil florecido.

Lya Ayala 

39

Hoy puedes tocarme

como se toca la muerte

hundiendo tus dedos

en el agua fría del viento

donde las horas pasan

y el tiempo sacude sus alas

no me verás

deslizarme en vuelo

hasta tu espalda

no me verás

porque la muerte

es también

un tierno silencio.

Claudia Lars 

Porque soy vagabunda

A Doña María de Baratta       

Porque soy vagabunda conozco los caminos

húmedos y fragantes que en el monte se enroscan;

los que suben despacio al nido de la fuente;

los que se traga el bosque con su boca de sombra.

 

Porque soy vagabunda he bajado al barranco

a despertar el eco en su cueva de rocas;

persiguiendo l`arisca libélula de nácar

y el moscardón de acero que zumba entre las hojas.

 

Me he tendido en el musgo, sobre almohada de helechos,

oyendo el trino fino que suelta la chiltota;

y la oruga del lodo ha comido en mi mano,

y han bailado en mi frente briznas y mariposas.

 

Vi abrirse el cascarón del huevillo del pájaro

y la seda enrollada de la prieta amapola;

probé la pulpa rica de la fruta silvestre

y descubrí panales y recogí bellotas.

 

El viento me ha contado cuentos de maravilla

ofreciendo, al pasar, lo que lleva en su alforja:

olor de balsamera, de yerbas, de racimos,

y todos los rumores de la tierra redonda.

 

La tonada del río, entre juncos y breñas,

me da el sentido exacto que hay en las siete notas;

y aprendo el equilibrio y la gracia del ritmo

en el vaivén azul y lento de las olas.

 

Corro con pies descalzos sobre la playa tibia,

me unto barniz de sol, juego en el agua loca,

y adorno el cuerpo alegre con espuma irisada

y pulseras de algas y collares de conchas.

 

La noche me regala sus gajos de luceros,

la luciérnaga mínima su llamita temblona,

el grillo su chillido clavado en el silencio

y el murciélago huraño su vuelo de alas flojas.

 

Porque soy vagabunda toda belleza es mía

y mío es el deleite que los demás ignoran.

¡Suelto mi canto vivo como el pájaro libre

y tengo el alma diáfana, esponjada y gozosa!

Teresa Andrade

Pasillo para gatos 

Nos encontramos cinco calles abajo

y la cocina dejó de ser el refugio de las ratas.

Nos encontramos para cruzar las calles

y desperdiciar el cigarro a la vuelta de la esquina,

el comedor dejó de ser el lugar perfecto para esconderse

tras los manteles que nunca han de mover.

Nos encontramos para esconder el laberinto de los ojos

y cargar las compras de la semana.

El espejo dejó de robarnos personalidad

y el televisor dejó de ser el centro de atención de los miedos y los quejidos.

Nos sentamos en el parque de la esquina

ha construir murallas al lado de nuestros pies

porque los zapatos viejos estorban en el closet

y dejamos que la ropa se fuera acumulando en el sillón.

Ya para qué seguir con el calvario de los gatos maquillados.

Dejaremos de encontrarnos

y tal vez la próxima semana nos tomemos un café.

Matilde Elena López

Mirándome en tu cuadro 

Quiero captar la poesía de tus ojos

-me dijiste mientras en el cuadro

les dabas vida irradiadora

y toda yo surgía como diosa.

Si pintar el objeto es poseerlo

Objeto de tu amor fueron mis ojos

Por un acto de magia que conoces.

Tan pura luz le diste a mis pupilas

Que hasta parece ahora que te besan,

¿pues si ya los robaste? ¿Qué me queda

sino seguir el robo que robaste?

Mi imagen en tu cuadro es una ermita

Que guarda una sonrisa misteriosa

Y la boca dibujas de tan leve

Que hasta parece que aletea el beso.

Me pintaste quizá un poco triste

Porque acaso sabías, sin saberlo,

Que sólo tú podrías darme vida.

Ver también

La exposición “El Relicario de Clementina Suárez” será inaugurada, junto a una ponencia de Carlos …