El Salvador es desde la semana pasada uno de los 170 países del orbe con casos del COVID-19. Al menos 13 casos se han confirmado (hasta la tarde de este jueves), mientras se mantienen más de tres mil personas en Centros de Contención, algunos improvisados aún, para este cometido, que ha provocado que un ciudadano haya recurrido a la Sala de lo Constitucional, o que un grupo haya hecho circular un comunicado en el que protestan por la condiciones en las que se encuentran.
Casi todas las personas en los Centros de Contención provenían de países donde la enfermedad del COVID-19 ha provocado centenas de muerte y entraron al país vía aérea.
El Gobierno del presidente Nayib Bukele impuso, entre las primeras medidas, en una segunda etapa: trasladar desde el aeropuerto a los viajantes directamente a los centros para que pasaran la cuarentena.
Todos los casos detectados con la enfermedad, menos uno, han sido localizados en los centros de cuarentena; es decir, que provenían de algún país de Europa o de Estados Unidos o de un país vecino.
Donde hay dudas, y por allí puede reventar la epidemia, es con los salvadoreños o extranjeros que entraron al país, luego de pasar por el protocolo sanitario en el aeropuerto, pero fueron enviados a pasar la cuarentena a sus casas, lo que no está mal, por supuesto. El problema estriba en que más de alguna persona, de esos primeros grupos, no tenga la responsabilidad de reportarse con la autoridad sobre cualquier síntoma que se le presente, incluso si es de una simple gripe o fiebre por alguna infección.
Una persona contagiada puede llegar a contaminar hasta centenas de personas, por eso la necesidad de la responsabilidad y el importante rol que el contaminado puede jugar, al evitar que otros se contagien, y dando información del listado de personas con las que se ha contactado en las últimas tres semanas.
En Corea del Sur, una sola persona contagió a más de un millar, porque, en la etapa de incubación fue a un entierro, a un club, al supermercado y otros sitios populares. De acuerdo con los reportes surcoreanos, este fue el origen de la pandemia en ese país asiático.
Este ejemplo debe ser para que reflexionemos de lo mal que podemos actuar si, habiendo sido expuesto por el lugar de procedencia, no avisamos a la autoridad y, sobre todo, si no atendemos la cuarentena domiciliar.
La población en general también debe hacer lo suyo; en primer lugar, tomar todas las medidas higiénicas que hasta la saciedad se difunden por los medios de comunicación y en las redes sociales.
De igual forma, cumplir la cuarentena domiciliaria obligatoria y no tratar de infringirla para no ser detenidos por la autoridad e ir a parar a un Centro de Contención. Este tema está dando mucho que hablar, porque hay denuncias de abusos de autoridad, y esto sí es preocupante, porque al ciudadano que salió de su casa, violando con ello la cuarentena, no lo deben tratar como un criminal o un delincuente.
En las redes hemos visto algunos videos de maltrato ciudadano de parte de la autoridad, que incluso ha llevado al fiscal general de la República a ordenar investigaciones.
La UCA ha hecho algunas valoraciones sobre este caso, que el Gobierno y las autoridades deberían tomar en cuenta, pues confinar como castigo a quienes incumplieron la cuarentena por cualquier razón, justificada o no, no es bueno ni para el Gobierno ni para la gente.
Para el Gobierno porque el espacio que utiliza el castigado puede ser utilizado para que quien es sospechoso de portar el virus. Para la gente, porque en sus hogares puede ser importante su presencia y puede -por tanto- afectar al grupo familiar ya de por sí estresado por la pandemia, y esto puede provocar el descontento popular y, con ello, la desobediencia a la autoridad.
Finalmente, se ha conocido que algunas gentes en cuarentena que provenían de otros países están confinados en hoteles, con la atención médica al día, así como la alimentación, mientras que otros están en lugares como la Villa Olímpica, y las condiciones no son óptimas. Nos parece que si bien no todos pueden estar en hoteles, por la falta de habitaciones, seguramente, eso no indica que no se les debe brindar las mejores atenciones.
El COVID-19, como escribía alguien, no respeta ni rangos ni clase social, el mismo ha afectado al príncipe Carlos de Inglaterra como a Pedro Ramírez de cualquier país de América Latina, pues, igual, los que están en cuarentena en los Centros de Contención deben ser tratados todos por igual, sin distinción de clase social o rol en la sociedad.
Esperemos que esto pase pronto, pero todos debemos colaborar para que así sea, siendo barreras para impedir que el virus recorra el territorio salvadoreño.