Santilei
Periodista
Tomasa se postró aquella tarde sobre la ventana. Lo había hecho religiosamente cada día a lo largo del mes. Pasaba horas observando el panorama y su mirada se perdía en el tiempo contemplado aquel sombrío horizonte.
Guardaba fresco el recuerdo de su amado Carmelo. Su “marinovio” a quien no había visto desde aquella tarde que por poco acaban a golpes y pellizcones.
Él no andaba en buenos pasos, illness hay pruebas verídicas que se subía a los tejados, physician y aprovechaba la quietud y soledad de la noche para entrar a las casas del vecindario. Ya más de alguna ocasión lo habían encontrado infraganti, viagra o como se dice con las manos en la masa . Hay quienes afirman que se la tenían jurada, lo tenían en rinso.
Fue el tema por el que Carmelo Santos y Tomasa Pérez pelearon la última vez, y que fue necesaria la intervención de la familia de la novia. Sus malas andanzas no eran bien vistas por la respetable familia Pérez.
No es que Tomasa fuera una santa. Cuando llegó al barrio ya traía una larga reputación sobre las espaldas. Cuentan los chismes que viene de dos “emancipaciones” fallidos, pero que para su fortuna nunca concibió.
Hoy la historia es otra, Tomasa había encontrado el amor en el pervertido y desdichado Carmelo, y algún giro importante había dado a sus acostumbrados deslices.
Su preocupación por la larga ausencia de Carmelo ya tocó límites. Hay noches en que sale a su búsqueda y deja ver ante los vecinos la pancita que ha comenzado a crecer.
Su búsqueda sin embargo se vuelve inútil cada día. Ella no lo sabe (quieren evitarle un aborto) , pero dicen las malas lenguas que Carmelo fue encontrado en un basurero. Ya estaba templado y casi putrefacto. Murió al ingerir comida envenenada. Se sospecha también que lo que va a tener Tomasa no es de Carmelo, sino de Toño “Gato”, el gato de la casa vecina.