@GloriaCoLatino
Con solo 50 pulgadas de largo y 45 de ancho al nacer, sick las tortugas Golfinas se aprestan a desafiar al Océano Pacífico, view al que convertirán en su nuevo y único hogar.
Con aleteos cortos avanzan tenaces camino hacia la playa. Sin mayor preparación maternal deben iniciar una travesía larga y peligrosa, son recién nacidos que no pesan más allá de 45 gramos, y que caben en el hueco de un puño humano.
Su instinto ancestral, heredado desde el cascarón, les guían mar adentro, son crías que nadarán extensas distancias de aguas profundas sin protección de sus padres y afrontarán el ataque de los depredadores, incluidas las redes de los barcos de pesca industrial que diezman la población.
De ellas, las que sobrevivan pueden ser 1 de mil, saldrán del océano 12 años después, y lo harán para cumplir con su primer desove o nidada, y así cerrar una vez más, el círculo intrépido de sus vidas.
Candelario Arriola tiene 78 años, es un pescador artesanal de oficio y por convicción, ahora es, un cuidador de las tortugas marinas junto a miembros de su comunidad en la playa Garita Palmera, caserío Bola de Monte, en San Francisco Menéndez, Ahuachapán.
ADESCOBDEM se han unido al Programa de Conservación de Tortugas Marinas: Quelonia, proyecto del Fondo de la Iniciativa para las Américas (FIAES) que espera la conservación de estas especies y el desarrollo alternativo de las comunidades.
Su labor es conservar las que arriban a las costas del país, como la Carey, Golfina, la Prieta y en menor número la Baule, -que comentó Arriola- se encuentra en peligro de extinción, entre la comercialización de sus huevos o la muerte en las redes de los barcos de pesca industrial.
“Desde 1996 vengo trabajando con tortugas, lo mejor es que he contado con asesoría de biólogos y con el Ministerio de Medio Ambiente, que nos dio la licencia para trabajar y nos metimos de lleno en el cuido y liberación de las tortugas para su conservación”, narró.
Las posturas (nidada de huevos) explicó Arriola, de la Golfina, es de 12 u 8 docenas; mientras la Pietra, es de 14 ó 15 docenas; que cuidadores liberan en diversas cantidades que pueden ir de 700 a mil neonatos.
“La oclusión de los huevos de la Baule se tarda 60 ó 62 días, mientras, las otras son 46 a 48 días; las cuidamos 24 horas; llevamos incubados 22 mil 136 huevos y hemos liberado hasta la primera semana de noviembre 2 mil 238 neonatos”, informó.
Su larga experiencia le ha permitido a Candelario, a interesar a otros miembros de la comunidad en la misión de conservar las tortugas Golfina, Carey, Prieta y Baule, incubando las nidadas en los viveros, luego que dejan la playa, para volver al mar.
“Ya están viniendo a desovar lo hacen a fines de año, que ya comienza el verano que las noches son más oscuras y sé que muchas que están viniendo, son las que incubamos en el 2002, la Baule se tarda más, son 30 años para hacer su primera nidada, por eso tenemos que trabajar mucho con esta especie que está en peligro de desaparecer”, agregó.
FIAES a través de su programa de protección a los quelonios, brinda fondos a ADESCOBDEM, pagan a tortugueros la mitad de las nidadas que recolectan del desove de las tortugas y desarrollan otras iniciativas productivas que permitan recursos económicos locales.
“La gente sale a buscar las tortugas en el desove y las traen aquí, nosotros nos encargamos de incubarlas, es un esfuerzo de todos. Esto es un éxito mucha gente ha venido a ver cómo hacemos esto, los niños también deben aprender a fin de cuidar a estos animalitos”, comentó.
Rigoberto Monge, presidente de la comunidad, expresó su beneplácito que FIAES trabaje junto a ellos, en la protección de la tortuga marina y otras iniciativas paralelas, que da posibilidad de formar como guías turísticos a los jóvenes de las comunidades y la fundación de microempresas de comida, panadería y elaboración de artesanías en manos de mujeres.
“A FIAES les damos las gracias por apoyarnos y creer en nosotros como comunidad, actualmente somos 9 Adescos que estamos unidas en este trabajo y estamos entusiasmados con lo que estamos realizando”, indicó.
Mientras, Edwin Orellana, presidente de ACOPACOM, cooperativa de pescadores artesanales que se encuentran incorporados en el programa de FIAES, se han convertido en otro centro de conservación de los quelonios.
“Hemos cuidado e incubado un número de 13, 500 tortuguitas a lo largo de nuestro proyecto y hemos liberado, solo en noviembre, a 3 mil 200, aquí solo viene la Golfina; ahora vamos también con el proyecto de un vivero de conchas y proyectos alternos para la comunidad aquí en Garita Palmera”, señaló.
Marivi Antonieta Díaz y Patricia Guardado, técnicas y coordinadoras de estos proyectos por FIAES, reiteraron que el Proyecto Quelonia ha generado un cambio en la comunidad tortuguera.
“Se les paga la mitad de la recolección de huevos, y la otra mitad se paga en incentivos, pero FIAES también está fortaleciendo el emprendedurismo para mujeres de la comunidad y a los jóvenes, capacitándoles para incorporarlos en labores de guías turísticos, con el fin, de diversificar las oportunidades productivas y no depender solamente de la explotación del recurso marino”, reseñó Díaz.
Entre las expectativas del proyecto de FIAES, Patricia Guardado señaló “la conservación de las especies marinas es un meta que nos hemos fijado en este proyecto y esperamos un 90% de efectividad; queremos que la gente venga a ver las liberaciones de las tortugas, que venga a disfrutar como familias y aprender de las especies marinas ”, sostuvo.