@SilviaCoLatino
Rosa, Vilma, Celia y Susana coincidieron al presentar los libros “Torturadas” y “Aún Luchamos”, en la intención de alcanzar a la nueva generación salvadoreña, a comprometerse en buscar la paz, la convivencia y superar la práctica de castigar o marginar a quienes disienten de sus ideas. Para ellas, estos son “Testimonios de vida dentro de un entorno de muerte”.
Una recopilación de alrededor de 54 testimonios dispuestos entre ambos libros se transforman en símbolo de sus voces que, recién descubren, pueden utilizar para restaurar parte de sus heridas psicológicas que aún les acosan como fantasmas o pesadillas en su cotidianidad mientras, buscan una razón del ¿por qué? lograron conservar sus vidas en el torbellino de violencia que vivieron durante el conflicto armado en la década de los años ochenta.
Así también, una modesta pero sincera retribución moral y solidaria a sus compañeros, familiares y amistades que perdieron la vida en esos años turbulentos. Y como una muestra de valor, coraje y entrega del legado para incitar a la justicia y conquistar la reparación, que como víctimas tienen derecho. “Torturadas” y “Aún Luchamos” forman parte de la iniciativa del Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA) y que junto a The Catholic Agency for Overseas Development (CAFOD) con su programa “Dignificación a Víctimas a través del Conocimiento de la Verdad, la Justicia, el Resarcimiento y la Reconciliación”, y Talleres Psicosociales que permitieron a este grupo de víctimas interiorizar sobre sus experiencias, reconocer las cicatrices que dejaron y nuevos bríos para superarlas. Rosa Rivera es sobreviviente de Arcatao, Chalatenango, quien tituló su relato “Rellenamos el Cráter de las Bombas y de nuevo Sembramos y Cantamos porque jamás la Vida se Declara Vencida”, con voz entrecortada por los recuerdos más difíciles , señaló que el libro “Torturadas” guarda para ella, una motivación muy especial.
“Yo me hago la pregunta ¿Por qué no es otra persona la que debe estar aquí?, y no yo, y ¿por qué fui torturada?, esas son preguntas que me hecho toda la vida y creo, que por este propósito es que estamos acá. Para mi, como persona es importante este momento porque nos van a leer que fuimos torturadas y van a conocer la verdad de lo que ha pasado en nuestro país y por qué pedimos justicia”, comentó.
Mientras, con el libro “Aún Luchamos” que aborda la historia del pueblo de Arcatao, Chalatenango, durante el conflicto armado, Rivera reconoció como una conquista del Comité de Memoria Histórica Sobrevivientes de Arcatao, luego de la firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992, que persiguieron la meta de contar con un libro sobre la historia de las y los sobrevivientes. “A esta agrupación le decimos, Comité de Sobrevivientes Paso de Tortuga, porque las tortuguitas caminan lento, despacio pero llega a su meta; pues así somos nosotros con un paso lento pero lo estamos logrando con la unidad, la organización y la solidaridad”, apuntó. La angustia y llanto de Vilma Vásquez y su testimonio “Afilando las Garras” del Comité de Ex-Presos Políticos de El Salvador (EXCOPPES) compartió sus sentimientos de angustia e incertidumbre, luego que le anunciaran la presentación de “Torturadas”, que planteó como sentimientos encontrados sobre su historia personal.
“Al estar aquí, significa recordar la angustia que siento sobre este tema de la tortura, un tema del que casi no se habla en el país. Yo fui una de esas que creía que no me había pasado nada ante los asesinados y desaparecidos, pero no sabía lo afectada que estaba y quiero recordar en estos momentos a tantos compañeros que quedaron en las salas de tortura y recordar a los cipotes y cipotas de mi pueblo, que los sacaban de Caballería todos golpeados, ensangrentados para que fueran a señalar a otros”, recordó.
“Uno de los pasajes más dramáticos (que recuerdo) es el profesor Roberto Peña, que trabajaba en el tecnológico, que fue capturado y torturado en el parque central, todas las casas alrededor escucharon sus quejidos y como lo quebraron… sus articulaciones hasta que lo mataron”, añadió Vásquez.
Celia Masin espera que su testimonio bajo el nombre “Venciendo la Tortura” más allá, de una lectura de memoria histórica, espera que incida en la forma en que, nuevas generaciones de salvadoreños resuelvan y encuentren soluciones a los problemas, a través de un entorno de paz y justicia.
“El libro plasma mi historia de un día capturada y que salí gracias a la lucha de las y los compañeros por nuestra libertad; comencé mi lucha sindical en Confecciones Santa Mercedes donde nos violentaban nuestros derechos, nos gritaban y humillaban, y también narro mi experiencia en FENASTRAS y la muerte de Febe Elizabeth Velásquez”, señaló.
“Yo creí que no era víctima, porque no me habían sacado los ojos o quitado una mano” aclara Susana Rodríguez, luego de su experiencia con las torturas en los años ochenta como sindicalista. “Agradezco estos talleres psicosociales que nos ha hecho caer en la cuenta, que también somos víctimas. Hasta ahora, he entendido que todos los años antes de llegar al 18 de septiembre comenzaba con mal humor, con pesadillas y no podía dormir y era sencillamente que me recordaba ese momento. A mi me capturó la Guardia Nacional y estuve en la sección S-II y fui torturada. Bueno solo puedo decir que no nos vencieron y estamos aquí buscando apoyo social, justicia y queremos dejar una herencia de Memoria Histórica”, concluyó.