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Trabajadores y primero de mayo

José M. Tojeira
José M. Tojeira

José M. Tojeira

A Marx se le tiene pánico en El Salvador. Por muchas más razones, see e igual de deformadas, find habría que tenerle más miedo a Adam Smith. Porque en nuestra tierra las razones de una supuesta economía liberal han causado más problemas que las de la economía marxista, que ni ha existido ni ha sido aplicada nunca. Algunos dirán que gracias a Dios, y probablemente tendrán cierta razón, viendo las barbaridades cometidas en los países del socialismo real a lo largo del siglo XX. Pero en El Salvador los errores reales, y esos son los de la economía liberal, son siempre más duros y graves que los errores imaginados, que son los que nos pintan los profetas de desgracias monocolores en algunos medios de comunicación.

Alguno se preguntará qué tiene que ver lo anteriormente dicho con el tema de los trabajadores que encabeza el título de este articulito. Y es que en El Salvador es necesario repetir una consigna, sobre todo en las cercanías del primero de mayo, que parafrasea la de Marx: “Trabajadores de El Salvador, únanse”. Únanse para luchar pacíficamente contra la dictadura económica de quienes marcan salarios mínimos vergonzosos. Únanse contra el abuso prepotente de señoritos burócratas y millonarios sin conciencia que se quedan tan tranquilos frente a la diferencia, no solo brutal, sino con claras raíces racistas, entre el salario agropecuario y el salario de servicios en la ciudad. Únanse contra los grandes empresarios azucareros que mientras hablan de responsabilidad social corporativa y se benefician de favores y privilegios gubernamentales, se quedan felices viendo ese salario mínimo para los cortadores de caña que no sólo es humillante, sino claramente lesivo para un trabajo tan digno como cualquier otro y que implica peligros graves para la salud. Si los hijos o los nietos de los dueños de los ingenios tuvieran que cortar caña un par de meses como servicio social corporativamente responsable seguro que sus progenitores pensarían un poco más. Únanse, en definitiva, contra “la economía que mata”, como la denuncia el papa Francisco en sus discursos.

En nuestro país no se respeta la dignidad del trabajo ni del trabajador. Todavía tenemos demasiada gente que se cree superior por tener un trabajo liberal. En las Universidades, centros del saber y que debían serlo del pensamiento crítico y la cultura, se encuentran de vez en cuando personas que desde sus títulos profesionales maltratan a quienes tienen trabajos de servicio. Nuestra prestigiosa ANEP brilló hace poco con un estúpido tono antifeminista insistiendo en que las trabajadoras del hogar no pudieran afiliarse al Seguro Social. Y todavía peor, hay sindicatos, tal vez sólo de nombre, que actúan más como gremios egoístas que como instrumentos reales de solidaridad con el mundo del trabajo. Las noticias de periódicos, incluso durante este gobierno, nos han dicho en varias ocasiones que al establecerse la cuota del salario mínimo en las negociaciones entre sindicatos, empresa privada y gobierno, algunos de los sindicalistas representados proponían menores aumentos al salario mínimo que las otras partes representadas.

La consigna de “únanse trabajadores salvadoreños”, sin embargo, aunque asuste a una relativa proporción de nuestros pobres ricos (pobres en cabeza y en corazón, sólo ricos en bolsillo y charlatanería), no es marxista. La referencia a Marx en este artículo simplemente lleva dedicatoria a las mentes estrechas que piensan que nuestra economía liberal es la mejor de las economías posibles (probablemente para unos pocos sí). La consigna de unirse es simplemente una consigna de dignidad humana. Porque el trabajo humano tiene y tendrá siempre más dignidad que el capital. Por más que algunos grandes medios de comunicación, no todos, le quieran dar en sus páginas mucho más brillo al capital que al trabajo, el trabajo seguirá siendo más digno. Y desde el Evangelio, los pobres más dignos que los ricos.

La necesidad de unirse frente a esta economía que sigue matando y creando graves divisiones dentro de nuestra sociedad nos corresponde a todos. La muerte y la violencia en El Salvador tienen unas claras raíces económicas y sociales, así como una base sólida en el desprecio a la dignidad del trabajo y del trabajador. La clase media salvadoreña sólo encontrará salvación si se une a la clase trabajadora y se considera a sí misma como parte del mundo del trabajo. Incluso los ricos, por más seguros que se sientan con sus guardaespaldas y sus residencias alambradas, sólo tendrán seguridad y paz cuando respeten la dignidad de los trabajadores. Y no sólo de sus propios trabajadores, sino de todos los trabajadores de El Salvador. Hasta y para ese momento sólo hay un camino: La unión de todos los y las que trabajamos. Unión en favor de la dignificación del trabajo humano en El Salvador. Unión en torno a la justicia social como paso indispensable para la paz y la sana convivencia. Todo primero de mayo debe ser un paso en esa dirección.

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