Tomado de Univisión
Este martes, los equipos de rescate en Turquía y el norte de Siria continúan sus esfuerzos contra el reloj y el frío para buscar entre los escombros a supervivientes del violento sismo del lunes, cuyo balance ya superó los 7,200 muertos.
La organización de voluntarios de Siria Cascos Blancos, también conocida como Defensa Civil Siria, actualizó el número de muertos en el noroeste a 1,020 en las áreas controladas por la oposición. Según los medios estatales sirios, al menos 812 personas han muerto en áreas controladas por el gobierno. Esto eleva el número total de muertos en Siria a al menos 1,832. El ministro de Salud de Turquía, Fahrettin Koca, dijo en una conferencia de prensa el martes que el número de muertos en Turquía ahora es de 5,434.
El presidente Joe Biden, por su parte, prometió a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, «toda la ayuda necesaria, sea la que sea».
El contingente francés de apoyo pretende llegar hasta Kahramanmaras, en la zona del epicentro, una región de acceso difícil y sepultada bajo la nieve.
China anunció el martes el envío de una ayuda de 5.9 millones de dólares, que incluirá grupos especializados en el socorro en entornos urbanos, equipos médicos y material de urgencia.
Desafían clima gélido para lograr rescates
A las seis de la mañana, el primer llamado a la oración resuena en Sanliurfa tras el mortífero sismo del lunes. En esta ciudad del sureste de Turquía, el día todavía no ha empezado y para muchos el hambre ya aprieta.
«¿Han encontrado pan?», pregunta un hombre de edad avanzada, con un gorro cubriéndole la cabeza, antes de seguir su camino.
Las calles están vacías. El mercurio supera ligeramente los 0 ºC, pero la sensación térmica es negativa. En el barrio, ningún comercio subió todavía las persianas. En la noche del lunes, a todos les faltaba pan.
Algunos niños juegan, aunque la mayoría siguen durmiendo en las baldosas, abrigados con capuchas y guantes. Muchos padres ya se despertaron o simplemente no durmieron en toda la noche.
«Llegamos aquí ayer a las tres de la tarde. El hotel nos dio sopa por la noche, pero la noche ya ha pasado. Tenemos hambre y los niños también«, dice a la AFP Imam Çaglar, de 42 años.
«Las panaderías estarán cerradas, no sé cómo vamos a encontrar pan», se preocupa este padre de tres niños.
Ni se plantea ir a buscar víveres a su casa, situada a pocas calles, por temor a las incesantes réplicas.
«Vivimos en la primera planta de tres. Tenemos demasiado miedo de volver«, dice sacudiendo la cabeza. «Nuestro edificio no es en absoluto seguro», agrega.
«Recibimos un pequeño vaso de sopa, no es suficiente», se queja Mehmet Çilde, de 56 años y seis hijos, que espera que la autoridad municipal distribuya comida.
«Pero no tenemos ninguna información, nada», asegura.