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Tractatus Lógico-Philosophicos II

Caralvá

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Suplemento Tres mil

 

Parece en extremo ocioso “pensar las palabras” en diferentes situaciones sociales, incluso la denominada psiconeurolingüística propone que unas palabras pueden salvar su vida, o lograr milagros de conducta sorprendentes.

El título del presente artículo es: “una obra de Ludwig Josef Johann Wittgenstein. Resultado de sus notas y de correspondencia mantenida con Bertrand Russell, George Edward Moore y Keynes, escritas entre 1914-16 mientras servía como teniente del ejército austro-húngaro y posteriormente como prisionero de guerra en Italia durante la Primera Guerra Mundial, el texto evolucionó como una continuación y una reacción a las concepciones de Russell y Frege sobre la lógica y el lenguaje. Aparecido originalmente en alemán en 1921 bajo el título de Logisch-philosophische Abhandlung, después en inglés un año más tarde con el título actual en latín. Junto a sus Investigaciones filosóficas, este texto es una de las obras mayores de la filosofía de Wittgenstein” -Wikipedia-.

En artículos anteriores hemos referido a este notable autor, el cual con sus investigaciones construye un modelo de interpretación de la realidad subyacente en la palabras comunes y corrientes.

El instrumento de interpretación es sorprendente con los juegos de palabras, las cuales las usan grandes pensadores como Aurelios Augustinos (San Agustín), Sócrates, James Willian (fundador de la psicología funcional) etc. en ese aspecto los investigadores posteriores afirman que influenció al positivismo lógico y la filosofía analítica.

Algunos afirman incluso que posee una vertiente mística, no es extraño que algunas palabras estén asociadas a rituales sagrados o profanos desde la antigüedad.

Pensemos en juegos del lenguaje en: comparaciones, asociados a figuras geométricas, colores, signos, relatar sueños, impresiones sensoriales, tonos de una palabra con diversas connotaciones, mentir, política, religión, construir palabras o deconstrucción, etc.

Es en ese momento que estas vertientes se ramifican, pero con el agregado que su uso es diferente al automático que usamos en las disciplinas cotidianas. El autor anota: “La conexión entre “lenguaje y realidad” se hace mediante definiciones de palabras que pertenecen a la gramática, de tal manera que el lenguaje es cerrado y permanece autónomo” pág 187 El sentido de la proposición, en Gramática filosófica / Ludwig Wittgenstein – México DF : UNAM, IIF, 1992.

Si el lenguaje es cerrado y autónomo, entonces sus límites son heredados en la interpretación de la realidad que vivimos, imaginemos entonces nuevos modelos de comunicación con imágenes sin necesidad de la voz, ni la grafía usual ¿es posible eso? si por los modelos matemáticos, las teorías científicas o la intuición humana.

 

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