Buenos Aires / PL / AFP
Maylín Vidal
Mientras en varias zonas es imposible transitar por el impresionante dispositivo de seguridad, en las calles aledañas al Congreso argentino transcurre de manera pacífica la Cumbre de los Pueblos en rechazo al G20.
Grandes carteles repudiando la presencia de este foro y también del FMI, una decena de carpas donde organizaciones sociales defienden el derecho a un mundo mejor posible, pero desde los pueblos y no desde las grandes trasnacionales, y diversos conversatorios se suceden en el lugar.
El Congreso estuvo en silencio el jueves y sus alrededores permanecen vallados, algunos efectivos de seguridad se encuentran desplegados en el lugar, pero en sus alrededores cientos de participantes desandan de arriba abajo las carpas donde se puede escuchar a una activista brasileña hablando de las políticas en su país, a una joven argentina defendiendo el derecho de las mujeres o a un colombiano hablando del derecho a la tierra.
El Congreso está hoy en silencio y sus alrededores permanecen vallados, algunos efectivos de seguridad se encuentran desplegados en el lugar, pero en sus alrededores cientos de participantes desandan de arriba abajo las carpas donde se puede escuchar a una activista brasileña hablando de las políticas en su país, a una joven argentina defendiendo el derecho de las mujeres o a un colombiano hablando del derecho a la tierra.
Estamos acá para demostrar nuestra resistencia y construir alternativas, y lo hacemos confrontándolos solo con nuestras ideas y sueños, declaró a Prensa Latina Luciana Giotto, una de las representantes de la Confluencia Fuera G20 y FMI, que reúne a un centenar de organizaciones sociales en esta llamada contracumbre.
Sobre la marcha que realizarán este viernes, señaló que querían que fuera mucho más masiva, pero el dispositivo de seguridad implementando por el Gobierno es tan grande que recortarán todo el transporte lo que será difícil para muchos desplazarse.
No obstante, sabemos que será grande, las organizaciones sociales nos movilizaremos en paz, tranquilas, hemos dialogado con sectores del gobierno para garantizar una marcha tranquila, dijo.
Por estas horas un gran globo con el rostro del presidente norteamericano, Donald Trump, levita en las calles que bordean el Congreso.
En las vallas que custodian a la casa del Poder Legislativo, otros llegados de lugares distantes como Hamburgo -donde se realizó el G20 el pasado año- dejan carteles en varios idiomas para rechazar su presencia de este foro.
«El G20 es donde se reúnen los poderosos del mundo para planear la profundización del capitalismo patriarcal, para buscar nuevas formas de dominación, cómo continuar con el reparto», dice a la AFP Juliana Díaz mientras lucha contra el viento que se embolsa en la carpa del Frente Popular Darío Santillán.
‘Otro mundo es posible’, escribió y colocó sobre una de las rejas de hierro un joven alemán. A su lado otros colegas también dejaban estampados sus letras en carteles con frases como Block G20.
La resistencia de los pueblos contra las potencias más poderosas del mundo se siente en el corazón de la plaza de los dos Congresos que en horas de la tarde se llenará de música con un festival que finalizará en la madrugada del jueves, antesala de la marcha de las organizaciones sociales.
«Acá queremos contar la historia de los sectores de abajo. Nuestro centro está puesto en la vida de las personas, construyendo en los barrios organizaciones cooperativas. El mundo que los del G20 proponen no tiene futuro: es una maquinaria que se deglute a sí misma», insiste Juliana Díaz.
Desde otra carpa se escuchan aplausos, testimonios de luchadores, de médicos, de representantes de pueblos originarios.
«En el barrio la cosa estaba mal, pero empeoró mucho en los últimos tres años (cuando asumió el presidente Mauricio Macri)», dice Ariel Villegas, un peluquero de 47 años desempleado integrante de la agrupación Barrios de Pie, que aprendió primeros auxilios para asistir a niños de las barriadas en la periferia noroeste de Buenos Aires.
Del otro lado de la plaza, una feria ofrece artesanías y alimentos orgánicos. Flamean banderas de pueblos originarios. En un cartel se lee «Fuera los ingleses de las Islas Malvinas», más lejos «Fuera G20/FMI».
«Estamos acá para demostrarle a la gente que viene a apoderarse de nuestros bienes y nuestra riqueza, de nuestra historia y nuestra vida que somos los pueblos que le vamos a decir que no. Estamos de pie, vamos a seguir resistiendo», asegura Myriam Gorban, licenciada en nutrición y coordinadora de la Cátedra libre de soberanía alimentaria en la prestigiosa Universidad de Buenos Aires.