Washington/dpa
Tras un balance de 49-0, thumb el mismo que el del mítico Rocky Marciano, viagra el boxeador estadounidense Floyd Mayweather colgó los guantes en septiembre, malady con 38 años y los bolsillos llenos. El año 2015 puso fin a la carrera de uno de los púgiles más admirados y, también, más odiados: el invicto “Mr. Money”, el señor Dinero.
Fue uno de los grandes boxeadores de todos los tiempos. Campeón en cinco categorías distintas: superpluma, ligero, superligero, welter y superwelter. Fue considerado durante mucho tiempo por la revista “The Ring” el mejor boxeador “libra por libra”, un término que se utiliza en boxeo para describir el valor de un luchador en relación a boxeadores de categorías de peso diferente.
Se enfrentó en el ring a boxeadores de la talla de Oscar de la Hoya, el mexicano Saúl “El Canelo” Álvarez y Manny Pacquiano. Pero también dio la sensación de que no siempre eligió a los rivales más peligrosos, como por ejemplo en su despedida ante el desconocido André Berto, al que ganó con mucha facilidad.
A Mayweather lo definirán tanto sus 49 peleas ganadas como las que no realizó, aquellas que hubieran reafirmado su puesto entre los grandes del ring. Aunque fue uno de los mejores boxeadores de la historia y el más destacado de su generación, nunca pudo ganarse el afecto de los aficionados. Sus detractores, que son muchos dentro y fuera del ring, le acusan de haber corrido pocos riesgos en el cuadrilátero en una carrera marcada por su boxeo táctico, defensivo, inteligente y tan conservador como la propia selección de sus rivales.
Mayweather considera, sin embargo, que es el mejor boxeador de todos los tiempos. No cree que Sugar Ray Robison, uno de los mejores “libra por libra”, o Mohamed Ali, para muchos el boxeador más grande de la historia, fueran mejor que él.
A diferencia de otros púgiles acabó su carrera en una óptima condición física. Y presume de tener un cerebro intacto, ya que su cabeza apenas sufrió castigo gracias a su gran arma: la defensa. Siempre esquivo, rápido de pies y buscando el contragolpe, su cara apenas sangró durante su carrera, lo que le valió el apelativo de “Pretty Boy” (chico guapo).
El boxeo de Mayweather, táctico y defensivo, seducía poco al aficionado. Sus críticos le acusaban de haber conseguido montar un imperio económico gracias más a su habilidad para esquivar golpes que para darlos.
En septiembre ganó al filipino Manny Paquiano en la pelea más lucrativa de la historia del boxeo, que batió records de taquilla y de televisión, pero que resultó decepcionante para el gran público.
Tras su retirada, Mayweather recibió un duro golpe de Oscar de la Hoya. “El boxeo sera mejor sin ti”, le dijo en una carta abierta publicada en noviembre en la revista “Playboy”. “No estoy triste por verte retirarte. Tampoco lo están muchos aficionados al boxeo. La gran mayoría de los aficionados al boxeo no lo están. Admistámoslo: eras aburrido”, añadió De la Hoya, quien perdió en 2007 ante Mayweather.
El mundo del boxeo busca ahora quién sucederá al estadounidense en el “show business”. Tyson Fury, que a final de noviembre arrebató contra pronóstico las principales coronas de los pesos pesados a Vladimir Klitschko, destaca más por sus controvertidas declaraciones que por su calidad y convocatoria en el cuadrilátero. Gennady Golovkin, que en octubre logró en Nueva York su vigésimo primer KO consecutivo, puede ser la estrella que busca el boxeo, pero el feroz púgil kazajo aún no tiene el carisma de Mayweather.
Mientras tanto, el norteamericano, que presume de buen ojo en las finanzas y de inteligencia dentro y fuera del cuadrilátero, se dedica a exhibir su vida de multimillonario retirado en Instagram, donde cuelga instantáneas que alimentan la imagen que creó fuera del ring: “Mr Money”, un personaje al que sólo le interesa ganar dinero.
Una vida de lujos y excesos que muestra sin pudor en esa red social: esquiando en la pistas de nieve artificial en Dubai, comprando un lujoso reloj de la firma Humblot cubierto de diamantes y valorado en 1,1 millones de dólares, descansando junto al cantante Justin Bieber en Bora Bora o montando en helicóptero en Monte Carlo, posando en el Coliseo de Roma, eligiendo joyas, comprando un coche deportivo de 3,5 millones de dólares o exhibiendo a su nueva mascota: un tigre de la India que le regalaron en Rusia. También se ha fotografíado con sus 23 cinturones de boxeo ganados en 19 años de carrera. Y en Cuba, donde en octubre visitó el emblemático gimnasio de boxeo Rafael Trejo y paseó por las calles de La Habana. Pero sobre todo lo que más le gusta a Mayweahter, el deportista mejor pagado del mundo en 2015, es fotografiarse con fajos de billetes. Ha hecho del culto al dinero su seña de indentidad y le gusta su papel de “bad boy” (chico malo). “Me ames o me odies, pagas por verme”, aseguraba. Si a lo largo de su carrera Mayweather ha sido una máquina de ganar dinero, ahora, a juzgar por sus fotografías de Instagram, es una máquina de gastarlo.