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Tratado de libre comercio amenaza programa de semillas

José Acosta
Voces en la Frontera

Funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos han criticado el programa  de distribución de semillas, order dirigido por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).  El programa compra las semillas a pequeñas cooperativas  campesinas, por eso  los funcionarios de la embajada alegan que la  adquisición de semillas  viola la sección 9.2 del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica con EE.UU. (CAFTA) y  también que carece de transparencia. Desde 2004,  El Ministerio de Agricultura y Ganadería ha proporcionado paquetes de semillas a los agricultores. Cada año  el MAG compra semilla de frijol y maíz, mayoritariamente de cooperativas agrícolas locales y la distribuye en paquetes de 22 libras a los campesinos en todo el país.

Will Hernández, socio de una de las cooperativas proveedoras, afirma: “El programa de semillas ha fortalecido a nuestra cooperativa, tanto en lo económico como en lo técnico, antes solo las empresas transnacionales tenían la capacidad de producir maíz y frijol para semilla, ahora nosotros tenemos este conocimiento técnico”  Por otra parte la compra de semillas a las cooperativas genera empleo en la zona rural. En 2013, se empleó 1.5 millones de jornales, lo cual es un beneficio concreto para miles de familias campesinas, sostiene el señor Hernández.

El MAG  afirma que  el programa de semillas es  para fortalecer la producción nacional de granos básicos y  promover la seguridad alimentaria de la población.  El gobierno sostiene que el programa ha sido un éxito, que resulta en la producción de una cifra récord de 22.6  millones  de quintales de maíz  y 2.7 millones de quintales de frijol en la cosecha de 2013.  El Ministerio también dice que los paquetes agrícolas  proporcionan una oportunidad, a los  agricultores que los reciben  y a las cooperativas que venden la semilla al gobierno.

Durante el pasado mes de abril, el MAG distribuyó  188 mil paquetes de semillas a los  agricultores  y se proyecta llegar a un total de 400 mil paquetes distribuidos en las próximas semanas. El número más alto desde 2009, beneficiando prácticamente al total de pequeños agricultores del país, que para el año 2007, cuando se realizó el último censo agropecuario, ascendía a 395,588 familias.

El año pasado 17 cooperativas agrícolas salvadoreñas, suministraron el 92% de todas las semillas distribuidas. El 8 % restante eran procedentes de Guatemala y compradas en la  Bolsa de Productos Agropecuarios de El Salvador, BOLPROES. La semilla  producida en el país costó $124 por quintal, mientras que la semilla importada costó $132 por quintal. La decisión de comprar las semillas a nivel local no fue solo una decisión tomada por los funcionarios del MAG. En diciembre de 2012, La Asamblea Legislativa aprobó la Ley        Nº198, titulada “Disposiciones especiales temporales para la promoción de la certificación de producción de semillas de maíz y frijol. La ley permite que todas las semillas utilizadas en los paquetes agrícolas del MAG puedan comprarse de agricultores salvadoreños.

Además del precio hay otras razones por qué es más beneficioso  la compra a cooperativas salvadoreñas. Una es que el dinero que se invierte  permanece en la economía salvadoreña y beneficia a los agricultores locales. El Plan de Agricultura Familiar del cual el programa de semillas  es un importante componente, tiene un presupuesto de 84 millones de dólares, esta es una inversión grande en el sector agrícola salvadoreño. Otra ventaja es que los técnicos del MAG pueden controlar más fácilmente la calidad de las semillas que están comprando, asegurando que estas se adaptan mejor a las condiciones de los suelos y del clima en el país.

No obstante estos beneficios, John Barrett, Asesor Económico de la Embajada de los EE.UU. y Amy Ángel, una economista agrícola de FUSADES, argumentan que la exigencia de MAG para comprar semillas de los productores salvadoreños es una violación del CAFTA. Sección 9.2  referida al trato igualitario  que el gobierno debe proporcionar a los proveedores nacionales e internacionales, en la adquisición de bienes y servicios. De manera que si el gobierno salvadoreño quiere comprar semillas o cualquier otro bien o servicio, no debería tener preferencias por ningún proveedor en particular.

Amy Ángel también argumenta que este año la adquisición de semillas no ha cumplido con estándares de transparencia y apertura, al permitir a los funcionarios del MAG  contratar directamente con las cooperativas sin pasar por un proceso de licitación pública o comprar  en un mercado abierto como BOLPROES. Hugo Flores, Viceministro de Agricultura de El Salvador, dijo que el proceso acelerado era necesario porque no tienen tiempo para hacer la compra a través de un proceso de adquisición formal puesto que las semillas deben ser distribuidas cuanto antes. La señora  Ángel  no está de acuerdo, argumentando que había suficiente tiempo para un proceso de adquisición formal.

Según José Santos Guevara, Director de la Asociación de Comunidades Unidas del Bajo Lempa, el problema no es el programa de semillas, es el CAFTA.  Él cree que el gobierno de los EE.UU. está utilizando el Tratado de Libre Comercio para permitir que las empresas transnacionales gigantes como Monsanto tengan un mayor control sobre el sector agrícola salvadoreño. Monsanto es la mayor empresa semillera del mundo y la cuarta más grande productora de pesticidas, controla más de una cuarta parte – 27% – del mercado global de semillas comerciales. Hace pocos años compró las acciones de la principal empresa de semillas de Centro América, Semillas Cristiani Burkard, por un monto superior a los 100 millones de dólares; con el evidente propósito de fortalecer su monopolio de semillas en la región.

Si los funcionarios del MAG se ven obligados a permitir a empresas internacionales pujar por los contratos del programa de distribución de semillas, Las 17 cooperativas que han estado produciendo las semillas,  perderán su más importante y estable  fuente de ingresos. En consecuencia miles de agricultores perderán sus puestos de trabajo.

Tal vez el programa de semillas viola el CAFTA, pero eso no significa que sea un mal programa, simplemente se pone de relieve que el CAFTA es una mala política comercial a la que El Salvador debería renunciar… lo antes posible.

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