Nairobi/AFP
Un ciudadano chino fue condenado este martes por un tribunal keniano a una multa récord de unos 233.000 dólares, o a siete años de prisión si no puede pagar, la condena más dura pronunciada para este tipo de casos en Kenia.
Se trata de la primera pena impuesta siguiendo los términos de una nueva ley de protección de la fauna promulgada en diciembre y que endurece considerablemente las sanciones a las que se exponen los cazadores furtivos y los traficantes.
El muy lucrativo tráfico de marfil y de cuerno de rinoceronte ha explotado en los últimos años, principalmente por la fuerte demanda de Asia y Oriente Medio.
Hasta ahora se consideraba que las sanciones contempladas eran extremadamente clementes frente a las cantidades de marfil obtenidas del tráfico y el alcance de la masacre de los grandes mamíferos en África.
Tang Yong Jian, de 40 años, había sido detenido a mediados de enero transportando en una maleta 3,4 kilos de marfil en bruto en el aeropuerto internacional de Nairobi, donde hacía escala en un vuelo entre Mozambique y China.
El lunes se declaró culpable de posesión ilegal y de tráfico de marfil y dispone de 14 días para recurrir la decisión.
El tribunal le impuso la multa máxima prevista por la nueva ley, según la cual las infracciones más graves -ataque a un animal de una especie amenazada- son pasibles de cadena perpetua.
Los cazadores furtivos obtienen el marfil o los cuernos de rinoceronte de ejemplares abatidos en Kenia, aunque el país, núcleo portuario y aeroportuario, también es punto de paso de los ‘trofeos’ obtenidos en la región.
El marfil se emplea en medicina tradicional y en la fabricación de objetos decorativos, y el cuerno de rinoceronte se vende a precio de oro debido a sus supuestas virtudes medicinales, aunque está compuesto de queratina, la misma sustancia que las uñas humanas.
A pesar del endurecimiento de la legislación, seguirá siendo difícil luchar contra las redes mafiosas de traficantes.
Según el Servicio de Fauna keniano (KWS), en los primeros seis meses de 2013 se masacraron en Kenia a 162 elefantes, frente a 384 en 2012, en un país en el que hay unos 37.000 elefantes.
En la actualidad quedan en África menos de 500.000 elefantes, mientras que a mediados del siglo XX había varios millones. Su supervivencia está amenazada por la caza furtiva pero, también, por la ampliación de las zonas urbanas.
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