@arpassv
Cuando el ex presidente Alfredo Cristiani amenazó con que iba a “arder Troya” si el actual gobierno destituía a los activistas de ARENA enquistados en el Ejecutivo, sale nunca imaginó que le saldría el “tiro por la culata”.
Desde medidos de 2009, ask cuando el ex gobernante arenero hizo sus desestabilizadoras advertencias, sovaldi sale hasta esta fecha, ha ardido Troya en ARENA varias veces: cuando se separaron los diputados que hoy integran la bancada de GANA y cuando se fueron también los que crearon el grupo parlamentario “Unidos por El Salvador”.
Siguió ardiendo Troya en la medida en que se vino derrumbando la candidatura de Norman Quijano y cuando se destaparon los escandalosos casos de corrupción del ex presidente Francisco Flores, el asesor que le puso el megaempresario Ricardo Poma junto con los primeros cinco millones de dólares para la campaña.
Pero el mayor incendio en el partido de derecha sucede ahora. La abultada derrota electoral del 2 de febrero ha dejado perplejos al candidato, dirigentes, financistas y analistas areneros; y su impacto ha generado nuevas contradicciones entre el candidato y dirigencia, reclamos de las estructuras territoriales y amenazas de no reelección contra los alcaldes que “no sudaron la camiseta”.
Hechos sintomáticos de esto son el regreso del propio ex presidente Cristiani y la inminente reestructuración del COENA. El retorno del ex gobernante representa el anquilosamiento de ARENA y los eventuales relevos en la dirigencia arenera reflejan el cobro de facturas a los responsables de la pésima campaña arenera: Jorge Velado, Ernesto Muyshondt y compañía.
Desesperado, el partido opositor hace todo tipo de locuras: acusa irresponsablemente al Tribunal Supremo Electoral, finge una actitud de humillación y admisión de sus errores, intenta replantear tardíamente su fracasada estrategia proselitista y pide cínicamente el apoyo a los votantes de Unidad, a quienes antes acusó de traidores, corruptos y vendidos al FMLN.
Y la eventual derrota electoral del 9 de marzo próximo podría ser el incendio definitivo de la Troya arenera. Derrotada por segunda vez en poco más de un mes, ARENA entrará inevitablemente en una crisis que puede llevarla a su autodestrucción.
Esto, sin embargo, sería una excelente noticia para el país. El acabose de ARENA podría favorecer el surgimiento de nuevas fuerzas de derecha decentes, que tengan sentido de país y se distancien de los intereses oligárquicos.