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Trozos del ayer en la fotografía

Ramón D. Rivas*

Digo ahora que una vez más el Museo Universitario de Antropología de la Universidad Tecnológica de El Salvador ofrece una nueva exposición temporal relacionada con la evolución de la cámara fotográfica en las sociedades modernas. Se trata de  la exposición que lleva por título: “Trozos del ayer en la fotografía”, viagra cialis con la cual Norman Alas Trujillo, prostate catedrático de esa casa de estudios y coleccionistas de instrumentos fotográficos nos acerca al fascinante mundo de la fotografía, sovaldi presentándonos los modestos equipos fotográficos con la cual muchos hombres y mujeres lograron paralizar momentos de la realidad de humana. Así de sencillo como se lee pero imaginarse a la vez lo complicado de ello. No me cabe la menor duda que esta exposición será de mucho interés para los estudiantes de las carreras de comunicaciones y para los amantes de las cámaras fotográficas; porque será en este Museo donde podrán conocer el camino por el cual ha transitado la fotografía para alcanzar lo que hoy conocemos como fotografía digital. Y es que no puedo dejar de expresar mi admiración por estas cámaras y sus diferentes usos, entre ellas hacer arte y registrar hechos de gran valía para la historia. De cómo por medio de una simple caja oscura de madera  con placas sensibles a la luz, los profesionales de la fotografía lograban fijar y reproducir imágenes que hasta la fecha, son piezas de gran valor e importancia para la historia. De cómo la oscuridad era cómplice para extraer las imágenes pintadas por los finos rayos de luz  que escribían sobre el acetato o las placas de aluminio que guardaban las imágenes tomadas. Todo este proceso, muy complejo por cierto, es lo que transformó a la fotografía en arte. No solo porque el fotógrafo utilizaba toda la técnica y su pericia para obtener la mejor toma de la naturaleza, rostro o hecho histórico; sino también porque se necesitaba saber de cómo manipular esos rayos de luz que grabarían la imagen deseada; y sobre todo, porque la luz serviría para generar efectos sorprendentes en el acetato o papel. Hoy es el momento para conocer el génesis de esas poderosas máquinas que por muchos años retrataron e inmortalizaron a muchos. Considero que la exposición ofrece la oportunidad de conocer el origen de las máquinas fotográficas que hoy se convirtieron en simples opciones digitales en nuestros celulares pero también el momento para preguntarnos si la tecnología digital será capaz de superar a las cámaras manuales que fueron capaces de perpetuar imágenes de grandes hombres y mujeres, de hechos históricos como las guerras, las catástrofes, las bellezas de la naturaleza, y porque no decirlo, de nuestros abuelos, nuestras ciudades, la belleza de la naturaleza, los conflictos sociales de gran trascendencia en nuestro país, es decir esos sucesos espectaculares y a la vez dramáticos como la firma de los Acuerdos de Paz y  la triste muerte de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Todos estos eventos que marcan nuestra vida, tienen algo en común. Han sido  registrados a través de una cámara fotográfica.  Así, el Alas nos da esta oportunidad de conocer un poco de este aparato de gran valor para la sociedad; y sobre todo,  por  hacernos un recorrido por el tiempo, desde la creación  de la cámara  y las grandes mutaciones que ha tenido en la sociedad, según  los avances de la tecnología de cada momento. Para las nuevas generaciones, quizá estas gigantescas máquinas que apreciamos hoy en el Museo Universitario de Antropología pueden ser objetos de burla, ya sea por sus grandes dimensiones o por su forma rudimentaria y tosca. Pero estos objetos extraños  que utilizaron películas de 16 y 35 milímetros, que estaban elaboradas por partículas de nitrato de plata y que eran muy sensibles a la luz, son en resumen, el origen de las cámaras digitales que hoy utilizamos en nuestros celulares o llevamos en nuestros bolsillos y que los jóvenes en la actualidad con un simple toque en sus celulares, capturan sus principales eventos y con un solo clic comparten las selfis a través de facebook, instagram, twitter, Flickr o Pinterest, entre otras redes sociales. Pero debemos tener muy claro que estos nuevos dispositivos no garantizan seguridad en el resguardo de las imágenes con el tiempo; en caso de fallar los sistemas se pierden o en caso de guardar las fotografías  en un computador, estos pueden adquirir un virus y se pierden. No obstante, las primitivas máquinas fotográficas son las que han permitido a los salvadoreños y a las salvadoreñas capturar los mejores o peores momentos de su vida para trasladarlas al papel, a fin de inmortalizarlos. Con estas máquinas se registró  la erupción en el  Lago de Ilopango, también la edificación de la segunda catedral de San Salvador,  la inauguración del Campo de Marte —hoy Parque Infantil—. Todos estos eventos, ocurridos hace más de 130 años. Pero también considero que esta exposición es un homenaje para aquellos grandes maestros que  dominaron la técnica de la luz y que se inventaron artefactos para poder tener una buena fotografía. Me refiero a hombres como Aníbal Salazar Serrano, quien capturó la entrega de los primeros Juegos Florales en El Salvador, allá por 1904 en la Finca Modelo, hoy el Parque Zoológico Nacional. También a fotoperiodistas como  Iván Montesinos, Francisco Campos, Edgar Romero, Jorge Ávalos y Luis Romero, entre otros muchos más que escapan a mi memoria. También, aquellos por algún motivo  ya no están con nosotros como Roberto Aldana, Héctor Mena y aquellos que perdieron la vida en la época de guerra. Vaya para todos ellos esta importante exposición del coleccionista Norman Alas Trujillo.  ¡Enbuenahora…!

*Secretario de Cultura de la Presidencia

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