Washington/AFP
Aldo Gamboa/Jerome Cartillier
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, admitió el martes que existe una posibilidad real de que la esperada cumbre con el líder norcoreano Kim Jong Un no ocurra el 12 de junio, como había sido acordado, sino «más tarde».
«Francamente, sería una posibilidad de hacer grandes cosas para Corea del Norte y para el mundo. Si no ocurre, tal vez pueda ocurrir más tarde. Tal vez ocurra en otro momento», dijo Trump en el Salón Oval de la Casa Blanca, al recibir al presidente deCorea del Sur, Moon Jae-in.
Trump y Kim habían acordado un encuentro en Singapur el 12 de junio para discutir la eliminación de armas nucleares por parte de Pyongyang y de la península coreana, pero en semanas recientes esa reunión quedó envuelta en incertidumbres.
Más allá de la fecha en que se realice el encuentro, Trump insistió en que Kim es «serio» cuando se refiere a la desnuclearización norcoreana. «Creo que él es serio. Creo que le gustaría que esto ocurra», comentó.
Washington y Pyongyang iniciaron a fines de abril un proceso de aproximación que tendría como momento clave el encuentro del 12 de junio, pero a medida que las negociaciones se profundizaron, se ahondaron también las divergencias en las expectativas.
De acuerdo con Trump, Kim parece haber cambiado de postura con relación a esa aproximación después de una visita sorpresiva a China, donde se reunió con el presidente Xi Jinping.
«Debo decir que quedé un poco decepcionado porque después que Kim Jong Un tuvo un encuentro con el presidente Xi, el segundo encuentro (…) hubo cierto cambio de actitud», dijo el presidente estadounidense.
Kim «estará seguro»
No obstante, Trump reiteró que, en caso de que sea posible alcanzar un acuerdo con Corea del Norte por su programa nuclear, Washington garantizará la continuidad del gobierno de Kim.
«Vamos a garantizar su seguridad. Y hemos hablado sobre eso desde el inicio. Él (Kim) estará seguro. Estará feliz. Su país será rico, muy próspero», señaló.
Por su parte, Moon dijo sentirse confiado en que Trump será capaz de «alcanzar un cambio dramático», que incluya poner fin a la guerra de Corea que dura 65 años, la completa desnuclearización de Corea del Norte y normalizar las relaciones.
El súbito enfriamiento en el proceso de aproximación terminó por afectar también las relaciones entre Pyongyang y Seúl, que se habían beneficiado claramente de un ambiente de momentánea distensión.
Kim y Moon incluso mantuvieron en abril una histórica reunión en la zona desmilitarizada que divide el país, aunque con el nuevo escenario un nuevo encuentro entre los dos líderes coreanos parece haber quedado en suspenso.
Poco más tarde, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, buscó reducir reducir la presión y sugirió que las instrucciones no han cambiado con relación a los preparativos.
«Seguimos trabajando hacia el 12 de junio», repitió el jefe de la diplomacia estadounidense.
Moon llegó a la Casa Blanca este martes en un desesperado intento por mantener en marcha el encuentro entre Trump y Kim y salvar el proceso de aproximación que se inició a fines de marzo.
Esta aproximación incluyó pasos que meses atrás habrían sido impensables, como el viaje secreto que Pompeo realizó a Pyongyang cuando aún era director de la CIA y repitió en mayo, ya como Secretario de Estado, para reuniones personales con Kim.
Como gesto de buena voluntad, el gobierno de Corea del Norte puso en libertad de tres ciudadanos estadounidenses que estaban arrestados en Pyongyang.
Ruidos en la línea
Sin embargo, súbitamente todo ese delicado proceso de aproximación pareció al borde de descarrilar, haciendo encenderse todas las luces de alarma en el gobierno de Corea del Sur ante la gravedad de un fracaso.
Inicialmente, Corea del Norte reclamó porque Corea del Sur y Estados Unidos decidieron seguir realizando gigantescos ejercicios militares conjuntos.
A raíz de esos ejercicios, Pyongyang canceló una importante reunión de alto nivel prevista con representantes de Seúl la semana pasada, gesto que cayó literalmente como un balde de agua fría sobre el entusiasmo reinante.
En el paso siguiente, Washington decidió elevar el tono, al punto que Trump sugirió a la prensa que la reunión tanto podría ocurrir como podría cancelarse, sin mostrar preocupación por un eventual fracaso del proceso.
El ruido en la comunicación se tornó ensordecedor cuando el asesor de Seguridad de la Casa Blanca, el hiper agresivo John Bolton, sugirió una solución que siga el «modelo libio» para forzar una desnuclearización de Corea del Norte.
De inmediato Pyongyang amenazó con cancelar la reunión si Washington insistía en considerar un «modelo libio», es decir, un escenario que incluya la destrucción total del país.
En la Casa Blanca, Trump afirmó que el llamado «modelo libio» «no está en los planes», aunque apuntó que la idea de Bolton se refería a un escenario en el que Washington y Pyongyang no se pongan de acuerdo.