Por Aldo Gamboa
Washington/AFP
El presidente Donald Trump dio este viernes una nueva vuelta de tuerca a la tensión política en Estados Unidos al advertir a James Comey, a quien destituyó sorpresivamente de la dirección del FBI, que no haga revelaciones a la prensa.
Trump protagonizó en la mañana del viernes una nueva andanada de mensajes en la red Twitter en que amenazó cancelar las conferencias de prensa en la Casa Blanca y acusó a los medios de inventar noticias, pero incluyó una velada amenaza al exdirector del FBI.
«¡Más le vale a Comey que no haya ‘cintas’ de nuestras conversaciones, ante que él empiece a (hacer) filtraciones a la prensa!», escribió el mandatario en su cuenta oficial de Twitter.
El mensaje, un claro llamado a Comey a que se mantenga en silencio, sugiere que la Casa Blanca efectivamente posee grabaciones de las conversaciones de Trump con el exjefe da la policía federal y que podría usarlas caso lo considere necesario para mantener su versión de los hechos.
El mensaje presidencial con la velada advertencia a un exsubordinado se conoció en momentos en que se profundiza la crisis por las versiones desencontradas y contradictorias sobre cómo y por qué ocurrió el despido de Comey.
Narrativa caótica
El martes la Casa Blanca divulgó una copia de la brutal carta con que Trump comunicó a Comey su despido inmediato del cargo de director del FBI, alegando que aceptó la recomendación del fiscal general y del fiscal general adjunto.
A partir de ese momento, diversas fuentes de la Casa Blanca se vieron empantanadas en una secuencia de declaraciones contradictorias sobre las causas del despido o incluso en qué momento la decisión fue tomada.
La Casa Blanca informó que la decisión de despedir a Comey se debió a la insatisfacción por la forma en que condujo una investigación sobre los correos electrónicos de la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, adversaria de Trump en las elecciones de 2016.
Sin embargo, Comey también conducía una de las investigaciones sobre una eventual colusión entre autoridades rusas y el comité de campaña de Trump para denigrar la imagen de Clinton e incidir en el resultado de las elecciones.
En ese contexto, el propio Trump arrojó más combustible a las llamas al admitir en una entrevista que llegó a preguntar a Comey si él era objeto de investigaciones por las alegaciones sobre la influencia rusa.
El protocolo estadounidense determina que el presidente no puede conversar con el director del FBI o cualquier otra agencia sobre una investigación que involucre al propio mandatario, para evitar tráfico de influencias.
Sin embargo, Trump afirmó que Comey le informó tres veces (una vez durante una «excelente cena» y otras dos veces por teléfono) que no era objeto de investigación, detalle que Comey por ahora no ha negado ni confirmado.
Además, en esa entrevista, Trump aseguró que cuando el fiscal general adjunto presentó sus alegatos para el despido de Comey, él ya había tomado la decisión de despedirlo.
Apenas un día antes, el vicepresidente Mike Pence había dicho exactamente lo contrario, que Trump esperó la recomendación de la fiscalía antes de tomar una decisión.
Silencio general
En este contexto caótico, Trump afirmó este viernes en Twitter que «los medios de noticias falsas están trabajando horas extras», y hasta sugirió cancelar las conferencias de prensa diarias en la Casa Blanca.
De acuerdo con Trump, por ser un «presidente muy activo» con muchas cosas ocurriendo simultáneamente, «no es posible» para su equipo mantener la precisión en sus declaraciones.
«¿Tal vez la mejor cosa a hacer sea cancelar toda futura conferencia de prensa y distribuir declaraciones por escrito en nombre de la precisión?», se preguntó el mandatario.
«La historia de la colusión entre los rusos y el comité de campaña fue inventada por los Demócratas como un pretexto para justificar su derrota en las elecciones», de acuerdo al mandatario.
En tanto, Comey es ahora el hombre que todos quieren escuchar, a pesar de las amenazas de Trump para que se mantenga en silencio.
El exdirector del FBI fue invitado a una audiencia en el Senado el próximo martes, aunque si acepta la invitación hablará en una sesión a puertas cerradas.
En la víspera, el director adjunto del FBI, Andrew McCabe, dijo a senadores que Comey gozaba y aún goza de «amplio apoyo» entre los agentes, pero adelantó que su despido no interrumpe la investigación en marcha sobre la alegada injerencia rusa.
Los máximos dirigentes del Partido Demócrata en las dos cámaras del Congreso han pedido la designación de un fiscal especial para investigar el caso, aunque por el momento la mayoría republicana ha bloqueado esa posibilidad.