Washington/AFP
por Jerome Cartillier
El presidente Donald Trump reveló la estrategia de seguridad nacional de su doctrina del «Estados Unidos primero», con una fuerte defensa de los intereses estadounidenses y señales contradictorias sobre China y Rusia.
«Con cada decisión y cada acción, ahora estamos poniendo a Estados Unidos primero», destacó durante una alocución en la que repasó los pilares de su enfoque y enfatizó el «regreso» del liderazgo de Estados Unidos.
Trump se refirió a las «potencias rivales, Rusia y China, que buscan desafiar la influencia, los valores y la riqueza estadounidenses», pero al mismo tiempo mostró su disposición a construir «grandes alianzas» con esos países.
Como ejemplo, destacó la cooperación entre los servicios de inteligencia rusos y estadounidenses que recientemente permitieron, según Moscú, frustrar un proyecto de atentado en San Petersburgo.
«Fueron capaces de detener a estos terroristas sin pérdidas de vidas humanas», dijo Trump, al afirmar que «miles» podrían haber muerto. «Así es como debería funcionar», agregó, alabando el trabajo conjunto con su homólogo ruso, Vladimir Putin.
Las relaciones entre ambos son revisadas con lupa en Estados Unidos, donde el fiscal especial Robert Mueller está investigando una posible colusión entre miembros de la campaña y familiares de Trump con el Kremlin en las elecciones presidenciales de 2016.
El tono conciliador de Trump fue muy diferente al combativo lenguaje de un documento de 68 páginas preparado por el gobierno como marco para la estrategia de seguridad nacional.
«Rusia apunta a debilitar la influencia de Estados Unidos en el mundo y separarnos de nuestros aliados y socios», señala el texto difundido por la Casa Blanca más temprano.
El muro, una necesidad
En su discurso, Trump enumeró las cuatro prioridades «vitales» identificadas en el documento: proteger al pueblo, el territorio y la forma de vida estadounidense; promover la prosperidad; preservar la paz mediante la fuerza; e impulsar la influencia de Estados Unidos.
Trump dijo que «por primera vez» la estrategia estadounidense incluye un plan serio de defensa de la patria y, sin mencionar a México, subrayó la necesidad de construir un muro en la frontera sur del país, una de sus promesas insignia durante la campaña electoral.
Además llamó a terminar con la migración «en cadena», que permite que la familia extendida de un inmigrante se le sume, y con los «horribles programas» de loterías de visas.
El documento distribuido por el gobierno insiste en la importancia de la competitividad económica de Estados Unidos, recalcando la determinación de luchar por intercambios equilibrados, en particular con China, definido como un país «competidor».
«Hemos entrado en una nueva era de competencia», recalcó Trump.
Un portavoz de la embajada china reaccionó a estas palabras considerando que «es completamente egoísta para un país afirmar que sus propios intereses son superiores a los intereses de otros países y a los intereses compartidos de la comunidad internacional». «Esta mentalidad solo conducirá al aislamiento», agregó.
Antes del discurso, Pekín había dicho esperar que la nueva estrategia de seguridad nacional de Washington «contribuya a mejorar la confianza mutua entre China y Estados Unidos». Muchos elementos prueban que las relaciones económicas entre ambos países son «mutuamente beneficiosas», había subrayado Hua Chunying, portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores.
El ‘injusto’ Acuerdo de París
Sobre el cambio climático, el mandatario, quien ha marcado una clara ruptura con su predecesor Barack Obama en la escena internacional, se limitó a denunciar nuevamente el «injusto» Acuerdo de París.
El tema del cambio climático no figura en ningún momento en el documento referencia sobre de la estrategia estadounidense como «una amenaza a la seguridad nacional».
«Estados Unidos seguirá siendo un líder mundial en la reducción de la contaminación tradicional, así como de los gases de efecto invernadero, al tiempo que asegura el crecimiento de su economía», apunta el texto.
Trump, que asumió el poder en enero pasado con un mensaje decididamente escéptico sobre el calentamiento global y sus consecuencias, anunció meses atrás el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, que unos 200 países se comprometieron a combatir.
En varias ocasiones, Obama, uno de los principales arquitectos de este acuerdo, hizo hincapié en cómo el desafío climático se había convertido en un problema de seguridad nacional.