Por Cyril Julien
Washington/AFP
El gobierno de Donald Trump derogará una medida emblemática del expresidente Barack Obama sobre el clima, una promesa de campaña del candidato republicano para el resurgimiento de la industria minera de Estados Unidos que es denunciada por ambientalistas.
El «Clean Power Plan» (Plan de Energía Limpia) fue firmado por Obama en 2015. Su objetivo es acelerar la transición energética e imponer una reducción del 32% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de las centrales térmicas para 2030 en comparación con las de 2005.
Si el plan hubiera entrado en vigor, habría provocado el cierre de muchas de las centrales de carbón más antiguas y más contaminantes. Sin embargo, está bloqueado por la justicia, a petición de una treintena de estados, en su mayoría republicanos.
«La guerra contra el carbón ha terminado», dijo el lunes el jefe de la Agencia estadounidense de Protección Ambiental (EPA), Scott Pruitt, en un discurso en Kentucky.
«Mañana (martes) en Washington voy a firmar una propuesta para acabar con el llamado Plan de Energía Limpia de la administración anterior», dijo Pruitt, un escéptico del cambio climático que luchó contra las iniciativas ambientales de Obama.
El plan, afirmó, «se hizo para designar ganadores y perdedores (…)El gobierno pasado usaba todo su poder y autoridad para que la EPA eligiera a ganadores y perdedores y cómo generamos electricidad en este país. Eso está mal».
En 2015, entonces fiscal general de Oklahoma, Pruitt había considerado que este plan era «un intento ilegal de aumentar el poder de los burócratas federales en la política energética de los estados».
Regulaciones «inútiles»
Antes de la firma del Plan de Energía Limpia en agosto de 2015, «las centrales térmicas estaban autorizadas a emitir cantidades ilimitadas de contaminantes de carbono en la atmósfera», dijo la Union of Concerned Scientists, una ONG de científicos que hace una revisión crítica de las políticas gubernamentales en temas de ciencia y tecnología.
«No había reglas para limitar sus emisiones de dióxido de carbono, la primera causa del calentamiento global», añadió.
En marzo, el presidente Donald Trump firmó un «decreto sobre la independencia energética», que ordenaba una revisión del plan climático de su predecesor, estimando que muchas regulaciones ambientales eran «inútiles y destructoras de empleos».
Trump ha cuestionado repetidamente la existencia del calentamiento global y el papel de las actividades humanas en el fenómeno, y prometió relanzar la industria del carbón para darle trabajo a los mineros. Según la Asociación¡ estadounidense de Minería, la derogación del Plan de Energía Limpia permitiría salvar 27.700 empleos de mineros y casi 100.000 si se considera toda la cadena de uso del carbón.
El presidente también anunció a principios de junio su decisión de abandonar el acuerdo climático de París, firmado en diciembre de 2015 por 195 países para limitar el aumento del calentamiento global, en nombre de la defensa de los empleos estadounidenses.
El carbón sigue siendo un componente importante del panorama energético de Estados Unidos, pero en 2015 este mineral representó sólo el 21% de la generación de energía en el país, comparado con el 32% para el gas natural, 28% para el petróleo y derivados, 11% para las energías renovables y 9% para la energía nuclear, según cifras de la Agencia estadounidense de Energía (EIA).
Sólo en 2015, la producción de carbón estadounidense disminuyó más de 10%, descendiendo a sus niveles más bajos desde 1986, y el número de empleos en este sector pasó de 88.000 en 2008 a 66.000 en 2015, de acuerdo a la EIA.
Sin embargo, Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero detrás de China.