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Trump dispara al sector estatal cubano pero hiere a emprendedores privados

La Habana / AFP

Moisés Ávila

El Chevrolet Impala 1959 en el que se fotografió hace tres años el entonces secretario de Estado John Kerry tras reabrir la embajada estadounidense en Cuba está parado en un taller. El endurecimiento del embargo bajo la administración Trump retrasa la llegada de sus piezas desde Miami.

Además de activar recientemente leyes que complican las inversiones extranjeras en Cuba, Washington intensificó las sanciones contra quienes comercien con la isla, limitó el envío de remesas, complicó la entrega de visas y adelantó que restringirá los viajes de estadounidenses.

«Esas medidas dañarán gravemente al sector cuentapropista (privado) de la economía cubana», admitió el canciller Bruno Rodríguez, rubro que representa el 13% de la fuerza laboral.

«Nuestro negocio depende 100% de los suministros de Estados Unidos. En los últimos cinco meses hemos visto una problemática difícil», explica Nidalys Acosta, propietaria junto con su esposo de Nostalgicar.

Su compañía nació en 2011, cuando Cuba -una economía esencialmente estatal- se abrió aún más a los negocios privados. Restauran autos clásicos para el turismo. Pese al bloqueo que Washington aplica a Cuba desde 1962 y que, entre otras cosas, les impide importar, ellos consiguen traer piezas como equipaje.

Pero materiales inflamables como pinturas se envían por barco. «Antes podíamos mandarlas directamente y en 30 días estaban aquí. Ahora llevamos esperando ocho meses por un envío que hicimos desde Miami», cuenta Nidalys.

Para evitar sanciones, algunas navieras prefieren recalar primero en otro puerto antes de ir directamente a Cuba.

«Lo último que nos dijeron es que estaban los productos en República Dominicana», agrega.

– Recuerdos de Obama –

El gobierno de Barack Obama tuvo un histórico acercamiento con Cuba: se reabrieron embajadas, se flexibilizaron viajes de estadounidenses, se activaron vuelos comerciales y cruceros. Obama apostó por los «emprendedores» como agentes del cambio en la isla.

Pero Donald Trump recrudeció el bloqueo cuestionando el sistema socialista de Cuba, acusándola de violar derechos humanos y de apoyar militarmente a Nicolás Maduro en Venezuela.

No está claro cómo restringirá los viajes a Cuba de los estadounidenses, quienes actualmente sólo pueden hacerlo bajo 12 categorías, vinculadas con la cultura, educación o la ayuda social.

«Si no vienen turistas por las limitaciones que les ponen en su país, eso nos afecta, porque no recibimos ingresos», dice la empresaria.

– Impulso interno –

Otro negocio con un 90% de clientes estadounidenses es el restaurante La Moneda Cubana, muy cerca al terminal de cruceros, principal vía de ingreso desde Miami.

Pero la compañía de cruceros Carnival se convirtió la semana pasada en la primera empresa demandada en tribunales de Estados Unidos por el uso de propiedades nacionalizadas en Cuba tras la revolución de 1959, al amparo de una ley que estuvo congelada más de dos décadas, pero que Trump activó.

«(Las medidas de Trump) limitan el desarrollo económico de gran parte de la industria turística, va a ser un impacto con el sector cuentapropista, muchos dependen del turismo americano», explica Miguel Ángel Morales, propietario del restaurante.

Muchos cubanos aprovechan la visa estadounidense por cinco años facilitada por el gobierno de Obama -y la cercanía- para abastecer sus negocios. Pero Washington ahora sólo la concede por tres meses y un solo ingreso. «A quien se le vaya venciendo la visa va a tener que buscar otras alternativas», considera.

Sin embargo, Morales cree que la salida no es sólo una apertura de Washington, sino un mayor apoyo local al emprendedor.

«El gobierno, al centralizar, lo que hace es que todo dependa de él y hay más riesgo a fallar (…) Hay que abrir, liberar las fuerzas productivas (…) Para hacerle frente al bloqueo, el desarrollo de cualquier país es la pequeña y mediana empresa», subraya.

– Se puede complicar –

La estadounidense Rita McNiff dirige la agencia de viajes Like a Cuban, con oficinas en Nueva York y La Habana, que ofrece recorridos por el país en combinación con la estatal Havanatur.

Sus compatriotas tienen prohibido comerciar con las instituciones turísticas cubanas bajo administración militar. Muchos viajan bajo la categoría «apoyo al pueblo cubano», duermen en casas particulares o a bordo del crucero en el que llegan.

McNiff recuerda que en 2017, cuando Trump empezó con sus medidas contra Cuba, hubo cancelaciones fuertes. Ahora no ha visto esa reacción pero sí desinformación.

Explica que en enero un grupo de operadores que trabaja el destino Cuba participó en el New York Times Travel Show. «En uno de los paneles teníamos a 200 agencias que no sabían que todavía se podía viajar a Cuba», cuenta.

«Puede ponerse peor, más confuso de lo que está (…) y por eso muchas agencias ni siquiera se preocupan de mandar a sus clientes» a Cuba, agrega.

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