Por Aldo Gamboa
Washington/AFP
El presidente Donald Trump se encontró el viernes en medio de una nueva tormenta ante la repentina renuncia de su portavoz, Sean Spicer, en desacuerdo con el nombramiento de un nuevo jefe de Comunicaciones de la Casa Blanca.
«Ha sido un honor y un privilegio» servir a Trump y al país, señaló Spicer en un escueto mensaje en Twitter, sin mencionar las razones de su salida.
La intempestiva renuncia de Spicer se conoció instantes después que una fuente del gobierno informara que Trump escogió al ejecutivo Anthony Scaramucci, de 53 años, como nuevo jefe de Comunicaciones de la presidencia.
Ejecutivo de un fondo de inversiones, Scaramucci tendría por delante la responsabilidad de recuperar la imagen pública de la Casa Blanca, abollada por las constantes controversias y polémicas ventiladas en la prensa.
De acuerdo con la prensa estadounidense, Spicer decidió dejar el cargo en abierto desacuerdo con el nombramiento de Scaramucci.
La dirección de Comunicaciones de la Casa Blanca estaba vacante desde mayo, cuando Michael Dubke entregó su carta de dimisión alegando «motivos personales».
Desde su salida, Spicer había asumido interinamente las funciones.
En la estructura de la Casa Blanca, la oficina de Scaramucci es la que diseña la estrategia de comunicaciones de la presidencia, aunque el portavoz es el rostro visible encargado de aplicar esa línea comunicacional.
Defensa agresiva
Desde la primera conferencia de prensa –un día después de la ceremonia de investidura de Trump–, Spicer se hizo notorio por la agresividad con que defendió las acciones oficiales y la propia figura del presidente.
El entusiasmo lo llevó a formular declaraciones de elevado voltaje –y provocar alguna polémica–, como cuando dijo que el mandatario sirio Bachar al Asad es peor que Adolf Hitler, que «no usó gas venenoso contra sus adversarios».
Las extraordinarias comparecencias de Spicer, que diariamente generaban sorpresa e incredulidad, llevaron a una asesora directa de Trump, Kellyanne Conway, a afirmar que la Casa Blanca se concentraba en «hechos alternativos» y que no eran mentiras.
La salida de Spicer dando un portazo ocurre en un momento de extrema delicadeza para Trump, quien en la última semana usó su ametralladora verbal en todas direcciones.
En los últimos días criticó ásperamente en la prensa a su propio secretario de Justicia, Jeff Sessions, por haber decidido recusarse de cualquier investigación que su departamento conduce sobre las eventuales relaciones de Trump y Rusia en las elecciones de 2016.
También emitió una velada alerta contra el fiscal especial a cargo de esas investigaciones, Robert Mueller, caso decida investigar las finanzas de la familia Trump.
Abogado también renuncia
Sin saber que se enfrentaría a una gran crisis en la Casa Blanca, Trump no había comenzado con buen pie la jornada. Un importante miembro de su equipo de abogados también dimitió.
Mark Corallo, que coordinó la comunicación externa del equipo legal de Trump frente a la crisis, informó a la AFP en un correo que había renunciado al cargo.
No se conocen las razones de su renuncia.
Sin embargo, el centro de la controversia sigue siendo la investigación que el discreto Mueller conduce sobre la supuesta complicidad de la campaña electoral de Trump con Rusia para incidir en las elecciones presidenciales del año pasado.
En ese sentido, las explosivas declaraciones de Trump sobre Mueller (un respetado exdirector del FBI) fueron vistas como una tentativa de delimitar el terreno en torno del presidente.
Trump, por ejemplo, sugirió que Mueller podría estar movido por intereses contradictorios, revelando que llegó a entrevistarlo en mayo para retornar al frente del FBI, después del sumario despido de James Comey.