Por Julien Girault
Pekín/AFP
Donald Trump convirtió a China en el gran adversario durante su campaña electoral, pero cuatro meses después de llegar a la Casa Blanca, su administración anunció este viernes un acuerdo comercial con Pekín, con la esperanza de reducir su abismal déficit comercial.
El presidente estadounidense, que amenazó con prohibitivos derechos aduaneros a una China acusada de prácticas comerciales desleales y de manipulación de divisa, ha moderado claramente su discurso desde que asumió el cargo.
Trump recibió al presidente chino Xi Jinping a principios de abril en su residencia de Mar-a-Lago en Florida, y aboga ahora por un acercamiento con el gigante asiático, cuya ayuda busca además para tratar el delicado tema de Corea del Norte.
Tras la reunión con Xi, Trump se había congratulado de los «progresos espectaculares» logrados en la relación sinoestadounidense y prometió un «plan de acción» de 100 días para reforzar la cooperación entre los dos países.
El acuerdo anunciado este viernes constituye uno de los «primeros resultados» de este plan, según un comunicado conjunto.
Ambos países anunciaron este acuerdo comercial que garantiza las exportaciones de carne y gas de Estados Unidos hacia China, que además va a aceptar algunos servicios financieros estadounidenses.
El acuerdo sinoestadounidense es consecutivo al compromiso de Trump de reducir el colosal déficit comercial de Estados Unidos con China, que en 2016 fue de casi 350.000 millones de dólares.
Euforia en Washington
«China acaba de aceptar que Estados Unidos pueda vender de nuevo su carne y otros productos esenciales en China. Eso es una ‘verdadera’ información» tuiteó Trump.
«El hecho de que podamos realizar semejantes progresos en tan poco tiempo muestra que podemos aspirar a una cooperación aún mayor en beneficio mutuo», se congratuló Geng Shuang, portavoz del ministerio chino de Exteriores.
En Washington, el tono era triunfal: «Es un resultado excepcional. Es más que todo los que se ha hecho en la historia de las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos», exclamó el secretario de Comercio, Wilbur Ross, citado por la agencia Bloomberg.
Según el acuerdo, China autorizará las importaciones de carne bovina tras un embargo de 13 años y las empresas chinas podrán comprar gas natural en Estados Unidos.
El texto del acuerdo establece que China autorizará antes de fin de julio las importaciones de carne bovina estadounidense.
China suspendió totalmente las importaciones de carne bovina procedente de Estados Unidos en 2003 tras el descubrimiento del primer caso de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), la llamada enfermedad de la «vaca loca» en ese país.
Estados Unidos pedía desde hacía varios años la reapertura del mercado de China, donde el consumo de carne ha aumentado en forma espectacular y que los ganaderos estadounidenses consideran crucial.
En contrapartida, Estados Unidos suprimirá «lo antes posible» las restricciones a la importación de carne avícola china.
En materia energética, Estados Unidos dará luz verde a las empresas chinas para que puedan comprar gas natural estadounidense.
El objetivo de Washington es reducir su abismal déficit comercial con su socio asiático, del orden de 350.000 millones de dólares.
China «no será tratada menos favorablemente que otros países» que no disponen de un acuerdo de libre comercio con la primera potencia económica mundial, establece el acuerdo.
Por su lado, Pekín autorizará a las firmas extranjeras ofrecer servicios de calificación financiera en China y promete un «acceso rápido y completo» al mercado chino a los sistemas estadounidenses de pago electrónico.
Por último, China se congratuló del envío de una delegación estadounidense al foro diplomático «Nuevas rutas de la seda», que comienza el domingo próximo en Pekín. En el comunicado, Estados Unidos dijo que «reconoce la importancia» de ese foro.
Temas pendientes
Las negociaciones entre los dos países van a proseguir, según se asegura tanto en Pekín como en Washington.
De hecho, el acuerdo revelado este viernes no aborda los temas más sensibles de las relaciones comerciales sinoestadounidenses, como el acero, el aluminio o las piezas de recambio. En estos sectores, Estados Unidos sigue lanzando investigaciones antidumping contra China, en nombre de la defensa de los «empleos norteamericanos».