Francisco Martínez
Lo que estamos presenciando en estas 4 semanas de gobierno de Donald Trump, es la reconfiguración de una idea hegemónica de los Estados Unidos en su relación con el mundo, en una relectura de la doctrina Kissinger, y, un esfuerzo acelerado por adaptar el país a su apuesta de nueva realidad mundial bi o tripolar, con Estados Unidos cómo el hegemón, con China como su principal adversario y Rusia como un aliado potencial (o, cuando menos, un adversario tratable) es un cambio a fondo, desde la realpolitik, pragmatismo puro de las políticas y de las prácticas políticas, es la crudeza de las relaciones internacionales: no hay amigos, sólo intereses.
Estados Unidos se decide por la adopción de una postura imperial, la fuerza sobre el derecho, que busca imponer al resto de naciones sus intereses, mediante una especie de subordinación consentida, conmigo o contra mí, lo demuestra con: la maratón de órdenes ejecutivas para borrar la huella demócrata y sus compromisos con el viejo orden, la imposición de aranceles a México y Canadá (sus socios en el Tratado de Libre Comercio T-MEC), la gira del Secretario de Estado Marco Rubio a Centroamérica, el renombrar el golfo de México, el discurso de recuperación del canal de Panamá, la posición sobre Gaza, la propuesta unilateral de solucionar la guerra Rusia-Ucrania, la imposición a partir de marzo de aranceles generalizados al acero y al aluminio.
Esta visión estadounidense enfrenta al enfoque chino, planteado en las tres iniciativas globales propuestas por el presidente Xi Jinping, la Iniciativa de Desarrollo Global, la Iniciativa de Seguridad Global y la Iniciativa de Civilización Global; que plantean que: la paz y la estabilidad, la suficiencia material y el enriquecimiento ético y cultural, representan los objetivos básicos de la sociedad humana. Esto, en el marco de una visión de cooperación que permita a todas las naciones enfrentar conjuntamente los desafíos y crear un futuro compartido.
También se contrapone al enfoque multipolar que proponen desde el liderazgo europeo y que se presentó en el documento Multipolarización que sirvió de base para el debate en la Conferencia de Múnich, recién concluida, y que señala: “Se ha convertido en una obviedad de los debates de política exterior que el mundo se está volviendo cada vez más «multipolar». Si bien es discutible hasta qué punto el mundo actual ya es multipolar, la «multipolarización» del mundo es un hecho: por un lado, el poder se está desplazando hacia un mayor número de actores que tienen la capacidad de influir en cuestiones globales clave. Por otro lado, el mundo está experimentando una polarización cada vez mayor tanto entre muchos Estados como dentro de ellos, lo que está dificultando los enfoques conjuntos de las crisis y amenazas mundiales. El sistema internacional actual muestra elementos de unipolaridad, bipolaridad, multipolaridad y no polaridad. Sin embargo, se percibe claramente un cambio de poder en curso hacia un mayor número de estados que compiten por la influencia. Y la multipolarización no solo es evidente en la difusión del poder material, sino también en el hecho de que el mundo se ha polarizado más ideológicamente. El liberalismo político y económico, que dio forma al período unipolar posterior a la Guerra Fría, ya no es el único juego”.[1]
Pero la pensada estratégica que buscan las elites estadounidenses es recuperar espacios de poder y de mercado, perdidos en la globalización. Hoy domina la geopolítica, y el poder se impone a los débiles y solo se negocia con los fuertes que puedan plantar batalla; el orden internacional, surgido post segunda guerra mundial, sus instituciones y marcos jurídicos están rotos o cuando menos en proceso de profundos cambios. Ellos, el Trumpismo, quieren adaptar al mundo a los intereses estadounidenses.
Su análisis les revela que son cada vez más dependientes del capital externo como respuesta a su creciente déficit de ahorro interno, por eso su endeudamiento crece y la emisión de moneda sin respaldo real es festinada, el precio del oro sube porque el valor del dólar cae, su gran preocupación es que el dólar sea sustituido por una nueva moneda o por nuevas formas de pago en el intercambio de bienes y servicios globales. Por eso, amenazan con sanciones a Rusia, a China y a los otros países emergentes que se integren al grupo BRICS.
Consideran que durante la crisis de la pandemia las instituciones globales no fueron capaces de dar respuestas oportunas y las acusan de haber impuesto medidas (los cierres de economías y de países, las vacunas) que en lugar de mejorar la situación solo la agravaron, en particular atacan a la Organización Mundial de la Salud OMS de la que Estados Unidos es el mayor donante, y de la que el Presidente Trump ordenó retirarse.
El liderazgo del gobierno estadounidense está frente al trilema de sostener un régimen político social con democracia, soberanía nacional y globalización económica, y, están optando por seguridad nacional con un régimen de democracia blanda y economía no global. Esto porque mayor globalización impone restricciones a la soberanía ya que hay terceros que intervienen y hay que quitar o disminuir barreras de acceso, pero su posición es que hay que controlar las fronteras y controlar y subordinar a las demás naciones. Esa es la idea imperante en Estados Unidos, pero aún no la de un nuevo consenso, en un país con profundas desigualdades y divisiones, y hoy, totalmente polarizado. La alarma de crisis secesionista está sensibilizada.
Por eso plantean en el imaginario colectivo la idea fuerza de hacer grande a américa de nuevo y sus acciones en el gobierno van orientadas a recuperar su rol de rector del mundo a través de fortalecer el papel y la fortaleza global de las fuerzas armadas, reactivar la economía mediante un proceso de reindustrialización, iniciativas público privada y sin controles para liderar la inteligencia artificial, incrementar su producción de energías y liberar la explotación de recursos naturales generando las mayores reservas, salen del acuerdo de Paris COP y abren espacio a la mayor explotación de Alaska. Esto explica su interés por hacerse del control de Groenlandia.
Entienden que reindustrializar y hacer a Estados Unidos líder en la economía digital, es una tarea compleja, pero lo intentarán, saben que la energía y sus fuentes es clave en ese propósito, por eso declaran la emergencia energética y abren espacio a la explotación de recursos (drill, baby, drill: decía Trump en campaña), asimismo, se proponen eliminar controles y barreras estatales y federales para estimular la inversión productiva y atraer empresas que se deslocalizaron en los años 90, y, presionan a otras naciones con aranceles y que debe comprarles lo que produzcan. En ese propósito, y a pesar del déficit fiscal, crean el fondo soberano que busca tener una participación de 50% mínimo en TikTok y para promover inversión en otros activos.
Además plantean una redefinición de la seguridad nacional mediante el aseguramiento de las fronteras (Norte y Sur) y también en los mares, con Tom Homan como el Zar que lidera una dura política antinmigración irregular incluyendo mayor presencia de ICE y más protagonismo de la policías y del ejército en las detenciones de inmigrantes y las “redadas”, en ese marco se da la aprobación de la Ley Laken-Riley[2], también, ajustan el programa de refugiados, impulsan la negación de la ciudadanía por nacimiento a hijos de inmigrantes (en contra de lo que establece la enmienda XIV), ponen mayor revisión previa para otorgamiento de visas; además de acciones para el combate a los cárteles de la droga (narcos mexicanos, el tren de Aragua, la MS).
Mediáticamente, Trump se ha convertido en el abanderado de la batalla contra la inmigración irregular al que señala como “el gran problema de américa”, culpa a los demócratas por tener abiertas y sin control las fronteras, un relato que señala a los inmigrantes (expulsados de sus países por razones económicas, políticas e inseguridad) cómo los responsables de generar inseguridad y violencia, además de quitar empleos a los ciudadanos estadounidenses; por eso, en la campaña electoral optó por poner este tema en el centro y a los inmigrantes irregulares como el enemigo, aunque las encuestas señalaran (aún hoy) que era la inflación, el costo de vida, el problema principal de los estadounidenses que debía (debe) resolverse.
Si bien, los resultados electorales no generan per se, un rompimiento estructural del bipartidismo, pues en 2025 el presidente Trump, cuenta con unas mayorías limitadas en las cámaras, algo normal en Estados Unidos, y también tiene mayor apoyo de jueces en la Suprema Corte 6 de 9 (él eligió 3 en su primer mandato y puede elegir otros 2 en este periodo) y ha incidido en la elección de 234 magistrados federales. Aunque varias de sus medidas están, temporalmente, suspendidas por decisión judicial, esas mayorías limitadas aunado a la altisonancia y virulencia de Trump y la acción rápida y mediática de su staff (Elon Musk entre otros), son, por el momento, suficientes para gestar cambios; en particular, cuando el consenso bipartidista está roto y los demócratas se encuentran sin liderazgo ni propuesta alternativa.
Esa ruptura del consenso se agudiza cuando el presidente impulsa una agenda que supera a los mismos republicanos (Proyecto 2025[3]), más estructurada y radical de lo que fue el Tea Party, especialmente en las relaciones exteriores, el modelo económico y una reforma del gobierno-Estado, mediante cambios en el funcionamiento de las instituciones; JD Vance, el vicepresidente lo dejó claro en la Conferencia de Seguridad de Munich, ocasión que aprovechó para reunirse provocadoramente con la formación AfD de ultra derecha; y, ahí está la principal debilidad de los demócratas, pero también del liderazgo europeo y del mundo, que se han visto sobrepasados por el efectista y agresivo relato Trumpista. Eso es lo que hemos presenciado en estas primeras semanas de gestión gubernativa. Un Trump, imperial dictando los ejes del nuevo orden.
A la cabeza de esta asonada anti globalista, autonomistas y soberanista, de esta revolución libertaria ultraconservadora está Donald Trump y su movimiento anti regulación MAGA señalado de supremacista, eso es el Trumpismo, que ha atraído a sus filas electores antes claramente demócratas, blancos de clases medias que se han precarizado a nivel de las minorías, pero también captan cada vez más el apoyo de ciudadanos asiáticos, afroamericanos y latinos.
El Trumpismo ha exacerbado con una sistemática narrativa, el desencanto de amplios sectores poblacionales a quienes los políticos y la política los tiene desesperanzados, ya que no hay soluciones a sus problemas de inseguridad, de empleo de calidad y deterioro del nivel de vida. El apoyo a Trump (como personaje) ha venido en ascenso, sumando más de 15 millones de electores nuevos en 10 años (2016-2024).
En la elección presidencial estadounidense de 2024, con la participación del 65% de los ciudadanos en edad de votar, Trump ganó el voto del Colegio Electoral[4] al obtener 312 votos mientras que Kamala Harris, la candidata demócrata, obtuvo 226; pero, en esta elección Trump también ganó el voto popular, logrando el respaldo de 77.3 millones de votos (49.8%) frente a los 75.01 millones (48.3%) obtenidos por Harris. Convirtiéndose Donald Trump en el 47° Presidente de Estados Unidos. También allegados a Trump ganaron las dos cámaras, con 53 senadores frente a 47 demócratas y 220 representantes frente a 215 demócratas. Actualmente, de los 50 gobernadores 27 son republicanos y 23 son demócratas.
En 2020, Trump perdió ante Joe Biden, sólo obtuvo 232 votos electorales frente a los 306 que obtuvo el demócrata, y también, perdió el voto popular al obtener 74.22 millones de votos frente al ganador Biden que obtuvo 81.28 millones de votos, con una participación del 66% de los electores habilitados. Pero, ese resultado, solo fue una pausa y una lección a aprender para recargar y afinar el mensaje de su movimiento y reimpulsar la cruzada por hacer grande a Estados Unidos de nuevo (MAGA por sus siglas en inglés).
En la elección presidencial de 2016 Donald Trump ganó la presidencia al obtener 306 votos electorales imponiéndose a la Candidata Demócrata Hilary Clinton que obtuvo 232, aunque el voto popular lo ganó Hilary quien obtuvo 65.84 millones de votos (48.1%) y Trump 62.98 millones de votos (46.1%), con una participación del 60% de los votantes habilitados, Donald Trump se convirtió en el 45° Presidente de los Estados Unidos. Además, los republicanos ganaron mayoría en las dos cámaras, 52 senadores frente a 48 demócratas y 241 representantes republicanos frente a 194 demócratas.
En esta elección 2024 en relación con la de 2020, hubo menos afluencia de votantes a favor de Harris para los demócratas que los que votaron por Biden 4 años antes (cerca de 6.2 millones de votantes menos) esa “abstención” jugó en benefició de Trump que, si bien aumentó su votación en cerca de 3 millones de electores, desestimulando a los idealistas progre y capitalizando hábilmente el crecimiento natural del electorado y el descontento de votantes afines a los demócratas frustrados por las políticas de Biden, eso es lo que explica porque ganó en los estados pendulares.
La expectativa de los demócratas, para recuperar espacios en las estructuras del poder político federal está en el comportamiento de vaivén del electorado estadounidense y apuestan a las elecciones de medio periodo de 2026 y a fortalecerse desde la acción en los estados; la tarea no es simple, ya que en general se ha venido produciendo un cambio en la identidad política y las expectativas del electorado. Si los demócratas quieren recuperar espacios, deben dejar la burocracia y los privilegios, dedicarse a trabajar desde la base para ser representantes de anhelos mayoritarios que propicien un giro a la realidad en los Estados Unidos. Las cosas no son sencillas, una nueva causa es la que los demócratas en coalición con otros actores sociales y políticos deben construir desde la calle, más allá de su idealismo woke.
Latinoamérica enfrenta esta nueva era desintegrada y debilitada reaccionando muy queditos, país por país, así nos quiere Trump. Cualquier exabrupto es aplacado, le pasó al Presidente Petro; la Presidenta Sheinbaum, logró sortear la primera embestida; el Presidente Mulino halló puerta de escape; el presidente Arévalo, siguió el juego; el presidente Bukele movió ficha; el presidente Chávez, fue tico; cada quién desde su realidad ganó tiempo. En El Salvador el Secretario de Estado fue claro en su interés por contrarrestar la influencia en el hemisferio de China, a través del Partido Comunista.
Trump y sus voceros dicen cosas, de frente y sin ambages, la semana anterior fue ejemplar en este sentido, él le dijo al Presidente Zelenski, después de hablar con el presidente Putin, las condiciones para parar la guerra en Ucrania no le preguntó cuáles eran las condiciones ucranianas para tal fin, un día antes el Secretario de Defensa Pete Hegseth dijo en Europa que un retorno a las fronteras de Ucrania anteriores a 2014 no era realista y que el Gobierno de Donald Trump no ve el ingreso de Kiev en la OTAN como parte de una solución a la guerra desencadenada por la invasión rusa; además, le dijo a los europeos que deben asumir los costos de su defensa; y luego, el vicepresidente Vance en la conferencia de Seguridad de Múnich, señaló las falencias de la democracia en Europa donde cada vez se alejan de sus valores e ignoran a sus votante y que la mayor amenaza que enfrenta el continente no proviene de Rusia y China, sino «desde dentro».
Esos mensajes dichos sin diplomacia a los “aliados” deben ser asumidos con responsabilidad en la región, a la que Trump le señala que la inmigración hacia Estados Unidos es un problema de los países de origen, a los que llama “países de mie…” donde las condiciones de vida de la población son precarias, situación que prevalece y se agudiza, esa es una verdad sin discusión, la solución entonces hay que encontrarlas en cada país, corrigiendo las desigualdades y generando seguridad para la vida prospera de todos los latinoamericanos.
Si queremos que nuestra gente no se vaya, debemos superar las causas que los expulsan, el liderazgo gobernante y las elites que poseen la riqueza que son las verdaderas responsables de esta expulsión humana, no deben esperar cómoda y oportunistamente que caiga la cooperación y las ayudas, llegó el momento de desarrollar nuestras economías mediante una reinversión de la riqueza acumulada y de una mejor redistribución de la riqueza social creada en nuestros países, y pasar a hacer un uso sabio, estratégico, óptimo y sostenible de nuestros recursos.
En esta nueva era, la multipolaridad es lo que conviene a Latinoamérica, pero debemos recuperar visión de nación y propósitos de región, procurando escenarios de integración e incidir en la mesa geopolítica donde se están redefiniendo incluso nuestras fronteras y el uso de nuestros recursos naturales, las propuestas de anexionar Canadá, la de solución a la guerra en Ucrania apropiándose de sus riquezas minerales, y, la idea de poseer Gaza, son menos que exabruptos o provocaciones sueltas. Es claro, que la estrategia de Trump es la de tirar piedra y marcar la línea de máximos para negociar, pero solo negocian los iguales. Al Trumpismo hay que tenerle (o temerle) en serio.
[1] Multipolarization_–_Munich_Security_Report_2025.pdf
[2] Esta ley amplía la lista de actos criminales que desencadenan la detención obligatoria de un extranjero ilegal, incluyendo la adición de delitos como el robo, hurto, hurto mayor, hurto en tiendas o agresión a un agente de la ley, o cualquier delito que resulte en la muerte o lesiones corporales graves a otra persona. https://apnews.com/article/trump-inmigracion-ley-laken-riley-eeuu-a6fa5692209e497768aba80403e6a122#:~:text=WASHINGTON%20(AP)%20%E2%80%94%20El%20presidente,han%20sido%20acusados%20de%20delitos.
[3] static.project2025.org/2025_MandateForLeadership_FULL.pdf
[4] El colegio electoral lo conforman 538 miembros procedentes de los estados miembros de la Unión distribuidos conforme a su población, quien obtenga la mitad más uno (270) de esta cifra es quien gana la Presidencia.