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Tomado de Univisión C uando en el verano de 2015 Donald Trump bajó las escaleras eléctricas del lobby en la Torre Trump en la ciudad de Nueva York para anunciar su postulación a la presidencia de Estados Unidos, pocos se imaginaron la facilidad con que este magnate de la construcción y estrella de reality TV despacharía a sus contrincantes para adueñarse de la nominación presidencial del Partido Republicano.El inusual nominado presidencial republicano sorprendió al mundo de nuevo venciendo a la demócrata Hillary Clinton en noviembre de 2016, para liderar durante los siguientes cuatro años una presidencia errática y generosa en escándalos y controversias. A poco más de siete años del primer anuncio, Trump vuelve a postularse a la presidencia de Estados Unidos. Pero, ¿se trata del mismo Trump que se adueñó de la escena política estadounidense en 2016? El cuestionado liderazgo de Trump Al inicio de su campaña en 2016 Trump era percibido como una persona ajena a la política que contaba con un alto reconocimiento público gracias a más de una década de participación en el programa The Apprentice y era admirado en la base republicana por sus ataques sin base en torno a la ciudadanía del presidente Obama. Hoy Trump aspira de nuevo a la nominación presidencial republicana, pero lo hace desde una posición de poder y como parte del establishment republicano. El expresidente es el líder de facto del Partido Republicano a pesar de no contar con una posición formal dentro de su estructura gracias al férreo control que tiene sobre una gran porción de su base. Así lo demostró al apoyar a un grupo de candidatos radicales en las primarias republicanas que derrotaron a otros candidatos más moderados o percibidos como no lo suficientemente leales al expresidente. Muchos de esos candidatos fueron derrotados en las elecciones de mitad de término de 2022, especialmente en importantes estados péndulo, lo que fue determinante para que el Partido Republicano no consiguiera el control del Senado y para la microscópica mayoría que está por lograr en la Cámara de Representantes, algo que líderes republicanos finalmente se están atreviendo a señalar. En una entrevista con CNN el domingo, el gobernador republicano de Maryland, Larry Hogan, dijo que 2022 “es básicamente la tercera vez consecutiva que Donald Trump nos ha costado el triunfo”. “Tres strikes, estás ponchado”, dijo Hogan quien añadió que sería un error nominar nuevamente a Trump. El senador republicano de Pennsylvania Patrick J. Toomey, cuyo escaño pasará a manos demócratas en el próximo Congreso con la llegada de John Feterman a la Cámara Alta, declaró que la influencia de Trump en el estado era “tóxica” y dijo creer que “va a disminuir”, calificándola de “muy poco útil para el partido y sus perspectivas”. El récord de Trump En 2016 Trump era el dueño de su récord. Su maquinaria de relaciones públicas lo había mostrado por años como un exitoso hombre de negocios y su mensaje a los votantes de Estados Unidos era el de que haría por la economía del país lo mismo que hizo por la fortuna de sus empresas. Hoy su récord pertenece a la opinión pública. Trump se presenta al electorado estadounidense lastrado por el peso de la imposibilidad de cumplir con promesas fundamentales de campaña como la construcción del muro fronterizo y la sustitución del programa de salud conocido como Obamacare por algo mejor que nunca fue presentado, así como por su errático manejo de la pandemia que costó millones de empleos y vidas humanas. Trump podrá, sin embargo, mostrar sus recortes impositivos y logros en materia de reforma de justicia criminal, y su alocución del martes, mostró que no tendrá tapujos en exagerar los logros y aciertos, percibidos o reales, de su gobierno. Investigaciones criminales pendientes A diferencia de 2016, Trump inicia su tercer esfuerzo presidencial con dos investigaciones criminales abiertas por el Departamento de Justicia, una de ellas por la sustracción de documentos confidenciales de la Casa Blanca recuperados por el FBI en Mar-a-Lago y la segunda por el papel que jugó el expresidente en la toma violenta del Capitolio de EEUU el 6 de enero de 2021. El anuncio de su tercer esfuerzo presidencial llegó al día siguiente de su desacató a una citación del Congreso para declarar ante el comité selecto que investiga los hechos violentos en el Congreso, lo cual lo expone a una acusación por desacato similar a la que le costó a su exasesor Steve Bannon una condena a cuatro meses de cárcel. El Trump de 2022 es un candidato que está a la defensiva y que apela a la misma fórmula para el contraataque: la desinformación y las mentiras, en especial su reiterada afirmación de que le robaron la elección en 2020. Según la periodista Maggie Haberman del The New York Times, aparte de ganarle terreno al gobernador de Florida Ron DeSantis, a quien percibe como su mayor contrincante para lograr la nominación republicana, entre los objetivos del anuncio tan notoriamente extemporáneo de la candidatura de Trump está el de complicar el panorama al Departamento de Justicia. El gobernador republicano de New Hampshire, Chris Sununu, citado por The Washington Post, dijo que Trump inicia su nuevo esfuerzo hacia la Presidencia “desde un lugar defensivo de su propia oportunidad y de debilidad”. Para Sununu, Trump “no está en un punto alto en este momento, está en un punto bajo” y agregó que “está anunciando que se postulará para presidente en el momento más bajo de su carrera política. No sé cómo va a funcionar eso”. A pesar de todo lo anterior, y de que el Donald Trump que competirá por la nominación de su partido será casi una década más viejo que en 2016, sería un error para sus oponentes, tanto republicanos como demócratas, no tomar seriamente este nuevo esfuerzo electoral del expresidente, aseveran observadores de la vida política nacional. Trump, quien disfruta como pocos haciendo campaña política, ha demostrado una y otra vez que su dominio sobre una gran parte de la base republicana sigue intacto, y eso lo pone automáticamente al frente del grupo de aspirantes republicanos a la nominación presidencial del partido en 2024, una posición que no tuvo en 2016 cuando sus posibilidades de triunfo eran aún menores.

Trump insiste en ser presidente en medio de un cuestionado liderazgo

Tomado de Univisión

Cuando en el verano de 2015 Donald Trump bajó las escaleras eléctricas del lobby en la Torre Trump en la ciudad de Nueva York para anunciar su postulación a la presidencia de Estados Unidos, pocos se imaginaron la facilidad con que este magnate de la construcción y estrella de reality TV despacharía a sus contrincantes para adueñarse de la nominación presidencial del Partido Republicano.El inusual nominado presidencial republicano sorprendió al mundo de nuevo venciendo a la demócrata Hillary Clinton en noviembre de 2016, para liderar durante los siguientes cuatro años una presidencia errática y generosa en escándalos y controversias. A poco más de siete años del primer anuncio, Trump vuelve a postularse a la presidencia de Estados Unidos. Pero, ¿se trata del mismo Trump que se adueñó de la escena política estadounidense en 2016?

El cuestionado liderazgo de Trump

Al inicio de su campaña en 2016 Trump era percibido como una persona ajena a la política que contaba con un alto reconocimiento público gracias a más de una década de participación en el programa The Apprentice y era admirado en la base republicana por sus ataques sin base en torno a la ciudadanía del presidente Obama.

Hoy Trump aspira de nuevo a la nominación presidencial republicana, pero lo hace desde una posición de poder y como parte del establishment republicano. El expresidente es el líder de facto del Partido Republicano a pesar de no contar con una posición formal dentro de su estructura gracias al férreo control que tiene sobre una gran porción de su base.

Así lo demostró al apoyar a un grupo de candidatos radicales en las primarias republicanas que derrotaron a otros candidatos más moderados o percibidos como no lo suficientemente leales al expresidente.

Muchos de esos candidatos fueron derrotados en las elecciones de mitad de término de 2022, especialmente en importantes estados péndulo, lo que fue determinante para que el Partido Republicano no consiguiera el control del Senado y para la microscópica mayoría que está por lograr en la Cámara de Representantes, algo que líderes republicanos finalmente se están atreviendo a señalar.

En una entrevista con CNN el domingo, el gobernador republicano de Maryland, Larry Hogan, dijo que 2022 “es básicamente la tercera vez consecutiva que Donald Trump nos ha costado el triunfo”. “Tres strikes, estás ponchado”, dijo Hogan quien añadió que sería un error nominar nuevamente a Trump.

El senador republicano de Pennsylvania Patrick J. Toomey, cuyo escaño pasará a manos demócratas en el próximo Congreso con la llegada de John Feterman a la Cámara Alta, declaró que la influencia de Trump en el estado era “tóxica” y dijo creer que “va a disminuir”, calificándola de “muy poco útil para el partido y sus perspectivas”.

El récord de Trump

En 2016 Trump era el dueño de su récord. Su maquinaria de relaciones públicas lo había mostrado por años como un exitoso hombre de negocios y su mensaje a los votantes de Estados Unidos era el de que haría por la economía del país lo mismo que hizo por la fortuna de sus empresas.

Hoy su récord pertenece a la opinión pública.

Trump se presenta al electorado estadounidense lastrado por el peso de la imposibilidad de cumplir con promesas fundamentales de campaña como la construcción del muro fronterizo y la sustitución del programa de salud conocido como Obamacare por algo mejor que nunca fue presentado, así como por su errático manejo de la pandemia que costó millones de empleos y vidas humanas.

Trump podrá, sin embargo, mostrar sus recortes impositivos y logros en materia de reforma de justicia criminal, y su alocución del martes, mostró que no tendrá tapujos en exagerar los logros y aciertos, percibidos o reales, de su gobierno.

Investigaciones criminales pendientes

A diferencia de 2016, Trump inicia su tercer esfuerzo presidencial con dos investigaciones criminales abiertas por el Departamento de Justicia, una de ellas por la sustracción de documentos confidenciales de la Casa Blanca recuperados por el FBI en Mar-a-Lago y la segunda por el papel que jugó el expresidente en la toma violenta del Capitolio de EEUU el 6 de enero de 2021.

El anuncio de su tercer esfuerzo presidencial llegó al día siguiente de su desacató a una citación del Congreso para declarar ante el comité selecto que investiga los hechos violentos en el Congreso, lo cual lo expone a una acusación por desacato similar a la que le costó a su exasesor Steve Bannon una condena a cuatro meses de cárcel.

El Trump de 2022 es un candidato que está a la defensiva y que apela a la misma fórmula para el contraataque: la desinformación y las mentiras, en especial su reiterada afirmación de que le robaron la elección en 2020. Según la periodista Maggie Haberman del The New York Times, aparte de ganarle terreno al gobernador de Florida Ron DeSantis, a quien percibe como su mayor contrincante para lograr la nominación republicana, entre los objetivos del anuncio tan notoriamente extemporáneo de la candidatura de Trump está el de complicar el panorama al Departamento de Justicia.

El gobernador republicano de New Hampshire, Chris Sununu, citado por The Washington Post, dijo que Trump inicia su nuevo esfuerzo hacia la Presidencia “desde un lugar defensivo de su propia oportunidad y de debilidad”.

Para Sununu, Trump “no está en un punto alto en este momento, está en un punto bajo” y agregó que “está anunciando que se postulará para presidente en el momento más bajo de su carrera política. No sé cómo va a funcionar eso”.

A pesar de todo lo anterior, y de que el Donald Trump que competirá por la nominación de su partido será casi una década más viejo que en 2016, sería un error para sus oponentes, tanto republicanos como demócratas, no tomar seriamente este nuevo esfuerzo electoral del expresidente, aseveran observadores de la vida política nacional.

Trump, quien disfruta como pocos haciendo campaña política, ha demostrado una y otra vez que su dominio sobre una gran parte de la base republicana sigue intacto, y eso lo pone automáticamente al frente del grupo de aspirantes republicanos a la nominación presidencial del partido en 2024, una posición que no tuvo en 2016 cuando sus posibilidades de triunfo eran aún menores.

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