Pekín / AFP
Heather Scott
El presidente Donald Trump decidió jugar duro contra Pekín antes de una decisiva ronda de negociaciones comerciales esta semana, al amenazar con aranceles a todos los bienes que Estados Unidos importa de China por 550.000 millones de dólares.
La amenaza atormentó a los mercados mundiales y asustó a las empresas estadounidenses, especialmente a las agrícolas que esperaban una solución a un conflicto entre las dos mayores economías mundiales que lleva casi un año.
En las últimas semanas, funcionarios indicaban que ambas partes se encaminaban a solucionar los reclamos estadounidenses sobre la transferencia forzada de tecnología a China, así como a la reducción del déficit comercial bilateral que exige Trump.
Sin embargo durante el fin de semana, Trump se mantuvo desafiante y lanzó amenazas que generaron versiones de que China suspendería las conversaciones programadas para el miércoles en Washington.
«Durante años, Estados Unidos ha estado perdiendo de 600.000 a 800.000 dólares en comercio. Con China perdemos 500.000 millones de dólares», tuiteó el lunes. «Disculpen, pero no lo haremos más», agregó.
Trump siguió equiparando el déficit comercial estadounidense a una pérdida o a pagos a los socios comerciales, y a los aranceles como un pago a Estados Unidos.
Sin embargo, economistas señalan que son las propias empresas y los consumidores de Estados Unidos quienes ponen el dinero para esos aranceles por cuanto terminan trasladándose a los precios.
– Crecimiento frenado –
Fabricantes y productores agrícolas de Estados Unidos eran optimistas debido a las señales de que las negociaciones entre Pekín y Washington estaban entrando en su fase final. Ese optimismo se vigorizó cuando Pekin dijo que enviaría a Washington a un centenar de funcionarios para trabajar en el tema.
La esperanza de un cese de los aranceles por 360.000 millones de dólares que se aplicaron recíprocamente ambas potencias desde el año pasado, era un bálsamo para las empresas y productores que sufren por la guerra comercial.
Pero en una serie de tuits, Trump acusó el sábado a China de querer «renegociar» el acuerdo comercial, amenazo con más que duplicar a 25% los actuales aranceles de 10% y extender esos aranceles más altos a todas las categorías de productos que aún no han sido gravados, aún cuando eso requiere un largo proceso de notificaciones y audiencias.
«Claramente Trump considera a los aranceles como una medida de presión», dijo Jack Colvin del Consejo Nacional de Libre Comercio Exterior.
Sin embargo, las acciones serían «a costa de los empresarios y productores estadounidenses y también de los consumidores», afirmó.
Trump atribuyó a los aranceles el sólido crecimiento de la economía estadounidense en el primer trimestre del año. Empero economistas y empresas se quejan de que han generado incertidumbre y les demora inversiones.
«Sabemos, sin embargo, que los aranceles de Estados Unidos acaban siendo costeados por los consumidores y empresas debido a que elevan los costos» de importación, dijo Gregory Daco de Oxford Economics.
«Es más, en el pasado el desempeño de la economía ha sido frenado y no facilitado por las tarifas», dijo.
Y subir los aranceles a los restantes bienes chinos, generaría la inmediata e idéntica represalia de Pekin lo cual le costaría a Estados Unidos una rebaja de 0,3 puntos en el crecimiento de su PIB.
Pese a la embestida de Trump, el portavoz del ministerio chino de Exteriores, Geng Shuang, dijo que un equipo se estaba preparando para viajar a las negociaciones en Estados Unidos. No dijo si el jefe de las negociaciones, Liu He, estaría en la delegación.
Para Geng las 10 rondas de negociaciones anteriores mostraron «avances positivos».
«Aún esperamos que Estados Unidos pueda trabajar y caminar hombro a hombro junto a China, para llegar a un acuerdo de ganar-ganar sobre la base del respeto mutuo», dijo.
El analista del banco Wells Fargo, Paulo Christopher, dijo que con todo lo que se ha avanzado aún espera que lleguen a un acuerdo. «Ambos líderes tienen fuertes problemas políticos domésticos y razones económicas como para evitar el significativo impacto negativo de un error de cálculo».
Sin embargo, apuntó que si bien un acuerdo podría ser positivo para ambas partes, «nuevos aranceles o un colapso de las negociaciones podría estropear rápidamente el panorama» al provocar el debilitamiento del comercio y el crecimiento económico mundial.