AFP
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo este sábado que el acuerdo de última hora alcanzado para evitar aranceles a todos los productos de México funcionará si el vecino del sur cumple con su parte para frenar el flujo migratorio, una manera de justificar su política de mano dura y de amenazas de sanciones económicas.
«México se esforzará mucho, y si lo hace, ¡este será un acuerdo muy exitoso tanto para Estados Unidos como para México!», tuiteó Trump el sábado temprano.
Después de tres días de negociaciones en Washington, Estados Unidos y México alcanzaron el viernes por la noche un acuerdo sobre inmigración que deja «suspendidos indefinidamente» los aranceles del 5% que Trump amenazaba con imponer a todas las importaciones mexicanas y que entraban en vigor el 10 de junio.
El mandatario también anunció que el país vecino «aceptó comenzar de inmediato a comprar grandes cantidades de productos agrícolas a (los) grandes agricultores patriotas» estadounidenses.
Trump, que llegó al cargo tras prometer en campaña que mantendría una línea dura en materia de inmigración, informó que las tarifas aduaneras subirían 5 puntos porcentuales mensualmente hasta un máximo del 25% el 1 de octubre a menos que México, que exporta a Estados Unidos 350.000 millones de productos al año, tomase acciones contra el paso de migrantes por la frontera de ambos países.
México se comprometió a adoptar «medidas enérgicas para detener la marea de la migración» a través del país.
«Esto se está haciendo para reducir o eliminar en gran medida la inmigración ilegal», celebró Trump el sábado de madrugada, aunque no dio más datos concretos sobre las medidas.
Queda por determinar cómo será evaluado el éxito del acuerdo y la eficacia de las medidas adoptadas por México.
La semana pasada, al lanzar sus amenazas contra su vecino, Trump explicó que el «impacto» de las medidas mexicanas sería «determinado únicamente» por las apreciaciones que de ellas haga Estados Unidos.
Lamentos demócratas
Como muchos legisladores republicanos, el senador Marco Rubio vio en este acuerdo el éxito del «método Trump», basado en amenazas. «Va a ser interesante observar cómo los medios cubrirán esto», tuiteó el legislador.
«En este acuerdo los migrantes sirven de moneda de cambio. Están criminalizando el fenómeno migratorio. Van a militarizar la frontera y detener a mujeres y niñas», dijo Luis Rey Villagrán, un activista que defiende los derechos de los migrantes. Se está «pisoteando la soberanía nacional», agregó.
La oposición mexicana también criticó el pacto.
El líder del partido opositor PAN, Marko Cortés, criticó también el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur.
«Parece que los presidentes usaron el miedo de sus pueblos para llegar a un acuerdo, México el económico y Estados Unidos el migratorio», tuiteó.
La declaración común bilateral hace mención a «medidas sin precedentes» tomadas por México, fundamentalmente el despliegue de su Guardia Nacional.
«México tomará medidas decisivas para desmantelar a las organizaciones de trata y tráfico de personas, así como a sus redes ilícitas de transporte y de financiamiento», señala el texto leído por el ministro de Relaciones Exteriores del país latinoamericano, Marcelo Ebrard.
En el curso de la semana, México ya había anunciado varias iniciativas para calmar a su vecino del norte: el despliegue de 6.000 hombres para impedir el tránsito de clandestinos, el congelamiento de las cuentas bancarias de 26 presuntos tratantes de clandestinos, la deportación hacia su país de un centenar de hondureños y la detención de militantes de los derechos de los migrantes.
La oposición demócrata estadounidense piensa que Trump tiene más medidas en la manga.
«Ahora que el problema se resolvió, estoy seguro de que no se nos volverá a hablar de él en el futuro», ironizó Chuck Schumer, jefe de la minoría opositora en el Senado.
Los demócratas lamentan además que el presidente haya recurrido nuevamente a la amenaza del aumento de los aranceles.
Nancy Pelosi, jefa de los demócratas en la Cámara de Representantes, deploró las presiones ejercidas sobre un «amigo cercano y vecino» y evocó un tema que los gobernantes estadounidenses han dejado deliberadamente de lado: el de los derechos de los solicitantes de asilo.