Washington
por Sylvie Lanteaume
Donald Trump ha decidido mantener el controvertido centro de detención de Guantánamo y dijo que encarcelará allí a más detenidos, abriendo un nuevo capítulo en la historia de esta prisión criticada por los defensores de derechos humanos.
El martes, en su discurso sobre el estado de la Unión, el presidente estadounidense advirtió de que los yihadistas del Estado Islámico (EI) apresados en Siria e Irak «se mantendrán en la Bahía de Guantánamo».
El presidente anunció haber firmado un decreto ordenando al ministro de Defensa, Jim Mattis, «que examine nuestra política de encarcelación militar y mantenga abiertas las instalaciones carcelarias de la Bahía de Guantánamo».
La decisión representa una ruptura con los intentos, que no llegaron a buen puerto, de su predecesor Barack Obama de cerrar la polémica cárcel.
El decreto establece que Guantánamo puede ser útil para encarcelar a los yihadistas de EI, incluyendo los centenares capturados en Siria por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), aliadas de la coalición internacional antiyihadista.
Los militares estadounidenses comenzaron hace poco a evacuar a los prisioneros de EI actualmente detenidos por los aliados de Estados Unidos. «Se cuentan por cientos», indicó el jefe del Estado Mayor, el general Paul Selva.
Estados Unidos negocia el envío de los capturados a sus países de origen, pero algunos gobiernos no reconocen el FDS y rechazan cooperar con ellos, indicó a la AFP el portavoz de la coalición, el coronel Ryan Dillon: «Es un problema mundial que debe abordarse», aseguró.
Sin embargo, no se espera una repatriación de prisioneros en el futuro inmediato, según dijo a AFP un portavoz del Pentágono, la comandante Sarah Higgins.
Uno de los primeros casos a examinar podría ser el de un combatiente del EI de nacionalidad estadounidense detenido el 12 de septiembre por las FDS en Irak y entregado después a las fuerzas de Estados Unidos. Su nombre es un misterio, y sólo la Cruz Roja ha sido capaz de reunirse con él.
Detención indefinida
Situada en una base naval de Estados Unidos, en la punta este de la isla de Cuba, el centro de detención e interrogación de Guantánamo encarna los excesos de la lucha antiterrorista del gobierno estadounidense al margen del sistema judicial.
En el momento de más actividad, la prisión albergaba a 780 personas por sus presuntos lazos con Al Qaida y los talibanes, y por su estatus de «combatiente enemigo» se les excluye de la Convención de Ginebra, lo que incrementa las sospechas de torturas contra ellos.
Solo una docena fueron juzgados, los otros fueron liberados, a veces totalmente inocentes. 41 prisioneros siguen detenidos en Guantánamo, 23 de ellos sin cargos.
De los 693 prisioneros liberados desde 2002, el gobierno estadounidense evalúa que 17% fueron vistos más tarde en el campo de batalla, según el último informe sobre la materia realizado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Según defensores de derechos humanos, las duras condiciones de detención y las técnicas de interrogación del Ejército estadounidense contribuyen a la radicalización de los presos, como Abu Bakr al-Baghdabi, que después de su liberación de campos de concentración de Estados Unidos en Irak se convirtió en líder del EI.
«Con una segunda vida a una prisión que simboliza la inmersión de Estados Unidos en la tortura y la detención indefinida e ilegal, Trump no va a conseguir que el país sea más seguro», señaló en un comunicado la asociación estadounidense de defensa de los derechos cívicos ACLU.
El mantenimiento del campo de Guantánamo, además, cuesta 445 millones de dólares al año, mucho más que una prisión de alta seguridad de Estados Unidos, añadió la ACLU.
Varios cargos electos se felicitaron de esta decisión, principalmente el senador republicano por Oklahoma, James Inhofe, quien considera Guantánamo como «una herramienta útil, y de las más eficaces, en la lucha antiterrorista».
«Demasiados terroristas liberados de Guantánamo se fueron para luchar y amenazaron directamente la seguridad del ejército de Estados Unidos y nuestros ciudadanos de todo el mundo», agregó el senador republicano Marco Rubio.