Por Ivan Couronne, Jerome Cartillier
Washington/AFP
El presidente Donald Trump tranquilizó a los republicanos y a una parte de los ciudadanos estadounidenses en su primer discurso ante el Congreso, pero numerosas preguntas quedan en el aire sobre los detalles y costos de su ambiciosa agenda.
Los estadounidenses reaccionaron optimistas al largo mensaje de Trump, que atemperó su retórica más estridente en pro de un tono más solemne y un llamado a la unidad nacional.
Un 76% de los telespectadores preguntados por CBS News/YouGov aprobaron la intervención de Trump en el Congreso y el 70% de la audiencia interrogada por CNN/ORC dijo estar más optimista tras el discurso.
La guinda del pastel fue el respaldo de Wall Street al cerrar la sesión del miércoles con un nuevo récord del Dow Jones, que superó por primera vez los 21.000 puntos.
El nuevo inquilino de la Casa Blanca navegaba esa ola positiva, manteniéndose casi invisible este miércoles, en reuniones con los jefes parlamentarios para planificar los próximos meses e intentar alcanzar un consenso sobre las ambiciosas reformas de la salud y los impuestos.
La alocución del martes, transmitida por las grandes cadenas, atrajo a unos 48 millones de televidentes, según la medidora Nielsen: más que Barack Obama en su último año (31 millones), pero menos que la primera vez del presidente demócrata en 2009 (52 millones).
«Gracias!», tuiteó Trump a primera hora del miércoles a sus 28,5 millones de seguidores.
Para prolongar el ímpetu generado, la Casa Blanca postergó la firma de un nuevo decreto migratorio e impidió las cámaras de televisión en su conferencia diaria con periodistas, que habrían generado distracciones.
Sin abandonar su tenor nacionalista, Trump ofreció una agenda más constructiva, que podría ayudar a calmar un país sumamente dividido luego de los accidentados 41 primeros días del joven gobierno.
«Pienso que estuvimos todos realmente complacidos de escuchar el mensaje unificador del presidente. Fue refrescante para todos después de unas elecciones tan difíciles», dijo el líder republicano del Senado, Mitch McConnell.
Los estadounidenses están «listos para un nuevo comienzo», añadió.
«Fue un jonrón, un ‘touchdown’, una canasta de tres puntos (…) fantástico,» afirmó el congresista Adam Kinzinger, enumerando metáforas deportivas.
En un tono más moderado, citando la Biblia y a los expresidentes Lincoln y Eisenhower, Trump explicó a los ciudadanos que relanzará la economía y la industria, reforzará la defensa, luchará contra la delincuencia, expulsará a los sin papeles que considere peligrosos y cambiará la reforma sanitaria de su predecesor.
«No fue un discurso de borrón y cuenta nueva», insistió su portavoz, Sean Spicer, felicitándose por el «ímpetu» generado por la alocución.
Trump tendió también la mano a los demócratas, retomando su promesa de crear un programa de grandes obras equivalentes a un billón de dólares y ofrecer licencias familiares pagadas.
Los demócratas, desmontados
El discurso del presidente descolocó a los demócratas, que fueron al Congreso con la firme intención de rechazar su política, pero se vieron obligados a aceptar el tono moderado que desplegó en la tribuna.
«Fue un discurso menos oscuro que el de la investidura. Intentó tender la mano», aseguró el legislador por Connecticut John Larson. De todas formas, advirtió que «el diablo» se esconde detrás de los detalles de su programa gubernamental.
Trump fue de hecho tan vago en sus explicaciones, que dio a que cada facción política la posibilidad de hacer sus propias interpretaciones.
«Un niño de ocho años es capaz de darse cuenta de que vamos a crear un déficit enorme si hacemos todo lo que dice el presidente», apuntó a la AFP el senador demócrata Chris Van Hollen.
Más allá de los discursos, los demócratas siguen denunciando una presidencia, en su visión, muy conservadora por el momento en los temas de inmigración o economía, con las desregulaciones empujadas por la Casa Blanca.
El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, recorrió los platós de las principales cadenas televisivas para dejar claro que su partido no caerá en la trampa del mandatario.
«Con Donald Trump, los discursos no dicen gran cosa», señaló. «Sus discursos son populistas, dirigidos a los trabajadores que le votaron. Pero gobierna desde la extrema-derecha, en beneficio de los grupos de interés».