El capítulo 6 del texto del Apocalipsis del Apóstol Juan, uno de los discípulos de Jesús Cristo, el más joven y el último de los doce en morir escribió: “Y MIRÉ cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno los cuatro animales diciendo como con una voz de trueno: Ven y ve… 3 Y cuando Él abrió el segundo sello, oí al segundo animal, que decía: Ven y ve. 4 Y salió otro caballo bermejo: y al que estaba sentado sobre Él, fue dado poder de quitar la paz de la tierra, y que se maten unos a otros: y fuele dada una grande espada”.
A menudo se suele hacer relaciones con el texto bíblico del Apocalipsis, escrito en prisión por el Apóstol Juan, y sacado de forma clandestina, a acontecimientos que suceden en la actualidad, bien los sucesos mismos o por los personajes que participan en ellos.
A los líderes del imperio de los Estados Unidos, aunque no de forma exclusiva, se los ha señalado con el texto bíblico arriba citado.
Donald Trump, quien asumió la presidencia de los Estados Unidos a mediados del mes de enero, no ha esperado ni tres meses para dar señales que podría ser el personaje imperial del que habla el Apocalipsis, en tanto que ya puso en peligro la paz mundial al atacar primero a Siria, y luego lanzar una bomba en Afganistán.
Más tarde anunció que también atacaría a Corea del Norte. El ataque con misiles a una base militar en Siria, si bien no causó bajas, porque previamente había avisado a las tropas rusas, llama la atención también porque la justificación fue un ataque “químico” que dejó decenas de muertos en la localidad Siria de Khan Sheikhoun, más de 80 personas, entre ellos una gran cantidad de niños.
Del “ataque químico”, Estados Unidos acusó al Gobierno de Siria, lo cual ha sido puesto en duda, y no solamente porque el Gobierno de Bashar al Assad lo ha negado reiterada y contundentemente.
Luego, Estados Unidos lanzó una poderosa bomba no nuclear en Afganistán, supuestamente contra fuerzas terroristas de ISIS.
Más allá de las justificaciones, lo preocupante es la naturalidad con que el imperio decide atacar donde se le ocurre y experimentar con el armamento no atómico más letal. Esto sin lugar a dudas, pone en riesgo la paz del mundo. Son tiempos apocalípticos.