Washington / AFP
La administración del presidente Donald Trump terminó el miércoles de desmantelar un plan de la era Obama que pretendía recortar emisiones de centrales eléctricas alimentadas a carbón, y presentó un nuevo plan anti-CO2 mucho más permisivo.
Desde la oposición, los demócratas criticaron duramente la eliminación del Clean Power Plan («Plan Energía Limpia») de Barack Obama, que no había estado exento de polémica, y calificaron al nuevo proyecto, titulado Affordable Clean Energy («Energía Limpia Accesible»), como «un regalo para quienes más contaminan».
La realidad, sin embargo, resulta más compleja considerando que la matriz energética de Estados Unidos continúa alejándose del carbón y volcándose hacia el gas natural -producto del auge del fracking- y también hacia fuentes renovables.
Según proyecciones oficiales, el sector energético reducirá 13% las emisiones de dióxido de carbono en 2019 en comparación con niveles de 2005. Entre 2005 y 2015, el CO2 emitido por carbón tuvo una significativa baja de 39%.
Trump anunció en 2017 su intención de erradicar el Clean Power Plan de Obama, que fue presentado por el entonces presidente en 2015 pero enfrentó una fuerte oposición de estados y compañías. En febrero de 2016 la Suprema Corte dejó en suspenso la aplicación del plan.
«En vez de penalizar a la producción estadounidense y ceder el mercado al carbón chino, que es lo que el plan de Obama hacía, estamos emparejando el terreno y fomentando la innovación y la tecnología en todo el sector [energético]», dijo en una conferencia de prensa el jefe de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), Andrew Wheeler.
La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, calificó el nuevo plan de Trump como un «sorprendente regalo a los mayores contaminantes».
«Al revocar el histórico Clean Power Plan, la administración Trump redobla su esfuerzo en el asalto total sobre la salud y el bienestar de nuestros niños», dijo.