El Tribunal Supremo Electoral ha hecho dos simulacros para probar el sistema de transmisión de las actas y de otros sistemas que permiten difundir la información de manera viable a la ciudadanía el día “D”.
El primer simulacro fue restringido, mientras que el desarrollado el fin de semana pasado lo hicieron a escala nacional, es decir, en los un mil 595 centros de votación.
Los simulacros sirven para detectar fallas, fundamentalmente para, precisamente, superarlas, de tal forma que el día de las votaciones, el 4 de marzo, estas no entorpezcan el desarrollo de las mismas, ni mucho menos la información preliminar que permite a la ciudadanía conocer a los ganadores de la consulta ciudadana.
En el primer simulacro detectaron varios inconvenientes, aunque el más complejo fue el tema de internet en los centros de votación cercanos a los centros penales.
Mientras que en el simulacro nacional del pasado fin de semana los hallazgos fueron otros. Una de las fallas, por ejemplo, fue la lentitud en la recepción de las actas, es decir, fallas en el sistema.
Otra falla fue el problema del transporte, lo que no permitió que los equipos llegaran a tiempo.
No se sabe si dio resultado el conteo preliminar, es decir, si la fórmula matemática funcionó sobre todo en el voto preferencial o el voto cruzado, dos de las locuras de la Sala de lo Constitucional que enredaron el conteo hace tres años, pero que esta vez se espera se le haya encontrado solución.
Obviamente, y como es lógico, el equipo técnico y los magistrados del TSE deben estar en estos momentos analizando para superar las fallas, pues el 4 de marzo todo debe estar listo.
Volviendo al tema de los simulacros, es claro que estos sirven para encontrar fallas o errores y enmendarlas.
De allí que el llamado que hace un periódico matutino en su primera página cuando supuestamente la “Sociedad Civil exige al TSE superar las fallas del simulacro electoral”, es innecesario si no es que manipulador.
Es decir, el titular podría tener como función principal poner en duda que el TSE quiera enmendar los yerros, lo que provocaría dudas en el electorado y, por ende, incentivar indirectamente el abstencionismo.
Esperemos que la ciudadanía vea con cierta lógica lo que el TSE está haciendo y confíe en un proceso electoral óptimo.