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La Cámara Primera de lo Penal de San Salvador confirmó ayer la condena de 30 años de cárcel para el coronel Guillermo Benavides por el asesinato de los jesuitas de la UCA y sus colaboradoras, perpetrado en noviembre de 1989. La sentencia, impuesta por el Juzgado Cuarto de Instrucción tras la derogación de la Ley de Amnistía, había sido apelada por la defensa del militar.
Los sacerdotes Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Juan Ramón Moreno, Armando López y Joaquín López, y sus colaboradoras Elba y Celina Ramos, fueron masacrados por miembros del tenebroso Batallón Atlacatl entrenados por el gobierno de Estados Unidos en la tristemente célebre “Escuela de las Américas”.
La confirmación de la condena contra Benavides resulta insuficiente, teniendo en cuenta que los demás involucrados en este horrendo crimen están impunes, sobre todo los autores intelectuales. Sin embargo, es un paso importante y debe ser el inicio de la esperada justicia.
A la acción judicial en el caso de los Mártires de la UCA, se suma otro hecho histórico para la búsqueda de justicia y la reivindicación de las víctimas: la apertura del juicio contra los responsables de la masacre de El Mozote, la semana pasada en el Juzgado Segundo de Paz de San Francisco Gotera, Morazán.
Por primera vez estuvieron en el banquillo de los acusados los involucrados en la masacre de más de mil personas inocentes, entre estos el que en su momento fuera el más poderoso jefe militar de la Fuerza Armada salvadoreña: el General José Guillermo García, ministro de la Defensa Nacional entre 1979 y 1983, deportado de los Estados Unidos en enero de 2016.
La masacre de El Mozote, la peor de América Latina en la segunda mitad del siglo xx, fue perpetrada durante los días 10, 11 y 12 de diciembre de 1981: mujeres, niños y ancianos fueron asesinados con lujo de barbarie. Los medios negaron la masacre, el día que comenzó la matanza, La Prensa Gráfica publicó que “miles de campesinos, felices, salían a saludar a las tropas”.
Treinta y seis años después, García y compañía escucharon en un tribunal el testimonio de lo ocurrido. El autor material de la masacre, el sanguinario coronel Domingo Monterrosa, se escapa ahora de la justicia porque fue “ajusticiado” por el explosivo guerrillero que derribó su helicóptero en octubre de 1984.
Así, pues, lo actuado por la Cámara Primera de lo Penal de San Salvador y lo sucedido en el Juzgado Segundo de Paz de Gotera anuncian que llega la justicia. La confirma de la condena contra un asesino de los padres jesuitas y el juicio contra los masacradores de El Mozote, indican que viene el turno de las víctimas.