Por Patricio Arana
Bruselas/AFP
El primer ministro turco, case Ahmet Davutoglu, advirtió este viernes al llegar a Bruselas para unas difíciles negociaciones con la Unión Europea (UE) que la oferta de su país para contener el flujo de migrantes a Europa no es un «regateo».
«Para Turquía, el asunto de los refugiados no es una cuestión de regateo, sino de valores humanitarios y de valores europeos», dijo Davutoglu al llegar a la cumbre.
El primer ministro repitió la propuesta turca del 7 de marzo de retomar a todos los migrantes que lleguen a las islas griegas, incluidos los sirios, a cambio de contrapartidas y luego se dirigió hacia el presidente del Consejo Donald Tusk, a cargo de negociar por los 28.
El jueves los 28 líderes de la UE alcanzaron una «posición común» sobre la controvertida propuesta en la que definen sus «líneas rojas» con Ankara.
En medio de este caldeado ambiente, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pidió a los europeos que cesen su complacencia con la rebelión kurda del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerada por la UE una organización terrorista.
«No hay razón de que la bomba que estalló en Ankara (…) no estalle un día en otra ciudad de Europa» dijo Erdogan. «A pesar de esta realidad, los países europeos no prestan atención, como si bailaran en un campo minado», agregó.
La propuesta de Ankara del 7 de marzo sorprendió al bloque, que desde hace meses busca su cooperación para frenar las llegadas de migrantes (un millón en 2015 y 150.000 en lo que va de año).
Ankara propuso aceptar en su territorio a todos los migrantes, incluidos los solicitantes de asilo, que lleguen a las islas griegas, una medida que plantea numerosos interrogantes y valió a las capitales europeas una advertencia de la ONU, que señala como ilegales «posibles expulsiones colectivas y arbitrarias».
Este viernes, en una entrevista publicada por el periódico Bild, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, consideró que «construir muros, discriminar gente o expulsarlos no es una respuesta al problema».
Respeto al derecho internacional
La Comisión aseguró el miércoles que el acuerdo respetará el derecho internacional sobre la protección de los refugiados y que todas las solicitudes de asilo serían analizadas individualmente, con posibilidad de apelar una orden de expulsión. Pero no despejó todas las dudas.
Por cada migrante que llegue a las islas griegas y sea devuelto a Turquía los europeos admitirán a su vez en sus países a un refugiado sirio, de los 2,7 millones que ya están en Turquía, un mecanismo llamado «uno por uno».
El objetivo del plan es poner fin al negocio de las mafias y organizar la llegada de refugiados a Europa por vías seguras y legales, frenando al mismo tiempo las llegadas de migrantes «económicos».
La canciller alemana, Angela Merkel, repitió el viernes de madrugada que el acuerdo era «una buena oportunidad para quebrar el negocio de los traficantes».
A cambio Turquía pide varias contrapartidas a la UE. Además del «uno por uno», quiere un régimen especial de visados para sus ciudadanos que viajen al bloque y lo quiere a partir de junio. En la mesa también está la petición turca de acelerar el proceso de adhesión del país a la UE.
Los europeos están dispuestos también a otorgar a Turquía una ayuda de 3.000 millones de euros hasta 2018 para organizar la acogida de refugiados en su territorio, que se suman a otros 3.000 millones acordados en noviembre.
Estas exigencias dejan perplejos a varios Estados miembros, algunos de los cuales denuncian un régimen tachado como cada vez más autoritario que amordaza a la prensa y viola los derechos fundamentales.
El semanario alemán Der Spiegel denunció este jueves un ataque «a la libertad de prensa» después de que su corresponsal en Turquía fuese obligado a dejar el país.
A principios de marzo, la justicia turca puso bajo tutela al diario turco Zaman, crítico con el presidente Erdogan, adoptando una línea editorial íntegramente progubernamental.
El jueves, la Casa Blanca pidió al gobierno turco que respete los valores democráticos.
En el terreno, la situación sigue siendo dramática para los migrantes. Tras el cierre de la ruta de los Balcanes, hay en Grecia más de 40.000 migrantes bloqueados, muchos de ellos acampados en difíciles condiciones en la frontera greco-macedonia.