Kiev/AFP
Ucrania acusó este martes a Rusia de tener «proyectos brutales» para desestabilizar el sur y el este del país y anunció una operación «antiterrorista» gradual y «responsable» en la región de Donetsk, medical escenario de una insurrección prorrusa.
Poco después, discount el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, advirtió a Kiev que si usa la fuerza contra los insurgentes prorrusos en las regiones rusohablantes del este cometerá un acto «criminal» y socavará el diálogo previsto el jueves en Ginebra entre Ucrania, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea para tratar de resolver la crisis.
Este cruce de acusaciones entre el presidente interino de Ucrania, Olexandre Turchinov, y Lavrov tuvo lugar horas después de una conversación «franca y directa» sobre la crisis ucraniana entre el mandatario ruso Vladimir Putin y su homólogo estadounidense Barack Obama.
En este contexto, un informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos difundido el martes en Ginebra instó al gobierno ucraniano a propiciar «la participación de todos, incluso las minorías, en la vida política».
«Los proyectos de Rusia han sido y siguen siendo brutales. Quieren inflamar no sólo la región de Donetsk, sino todo el este y el sur de Ucrania desde la región de Jarkov hasta la de Odesa», declaró Turchinov.
Los insurgentes armados prorrusos pasaron de nuevo a la ofensiva el lunes en zonas rusohablantes del este de Ucrania, pidiendo ayuda a Putin frente al gobierno interino prooccidental de Kiev.
En la capital de Ucrania, cientos de nacionalistas ucranianos, preocupados por un posible desmembramiento de su país, quemaron neumáticos frente al edificio del parlamento en la noche del lunes y reclamaron la dimisión del ministro del Interior.
El martes, Turchinov procuraba apaciguar a estos nacionalistas descontentos.
«Donetsk se enfrenta a un peligro colosal. Además de las spetsnaz (unidades de élite) rusas y de los terroristas, hay cientos de miles de ucranianos engañados por la propaganda rusa y cientos de miles de ucranianos inocentes», dijo Turchinov.
Kiev anunció el lanzamiento el martes por la mañana de una operación «antiterrorista en el norte de la región de Donetsk que se llevará a cabo de forma gradual, responsable y meditada» y el envío de un primer batallón de la Guardia Nacional de Ucrania «al frente».
La localidad de Slaviansk, donde grupos armados se apoderaron el sábado de edificios de la policía, de los servicios de seguridad y del ayuntamiento, se encuentra en la región de Donetsk.
Por su parte, Lavrov respondió desde Pekín: «No se pueden enviar tanques y al mismo tiempo dialogar. Recurrir a la fuerza acabaría con la oportunidad que ofrece la reunión cuadripartita en Ginebra», declaró.
«Rusia exige encarecidamente (que Kiev) deje de enviar fuerzas al sureste para aplastar a los manifestantes», agregó.
«Ucrania propaga mentiras, diciendo que Rusia estaría detrás de lo que está ocurriendo en el sureste», aseguró el canciller ruso.
Horas antes, en conversación telefónica con Obama, Putin calificó a su vez de «conjeturas» basadas «en informaciones infundadas» las acusaciones de injerencia de Moscú e instó a Obama «a hacer todo lo posible para no permitir el uso de la fuerza y un baño de sangre».
Por su parte, Obama dijo que «todas las fuerzas irregulares en el país deben deponer las armas, y urgió al presidente Putin a utilizar su influencia con los grupos prorrusos armados para convencerlos de que abandonen los edificios que han tomado».
Enfrentado desde el sábado a una serie de ataques, a todas luces coordinados, de activistas prorrusos y hombres armados que a menudo lucían uniformes sin distintivos, el país de 46 millones de habitantes parecía correr más que nunca un riesgo de partición entre el este rusohablante y el centro y el oeste orientados hacia Europa Occidental.
Obama y Putin
Washington expresó su preocupación ante el agravamiento de la situación y tanto la Unión Europea como Canadá decidieron ampliar sus sanciones.
En una conversación telefónica con su homólogo ruso, Vladimir Putin, el presidente estadounidense, Barack Obama, dijo que «todas las fuerzas irregulares en el país deben deponer las armas, y urgió al presidente Putin a utilizar su influencia con los grupos prorrusos armados para convencerlos de que abandonen los edificios que han tomado».
En esa conversación telefónica solicitada por Moscú, Obama manifestó «su profunda preocupación en relación con el apoyo del gobierno ruso a las acciones de los separatistas armados prorrusos que amenazan con quebrantar y desestabilizar el gobierno de Ucrania».
Putin calificó a su vez de «conjeturas» basadas «en informaciones infundadas» las acusaciones de injerencia de Moscú.