Tomado de Carta Económica
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Actualmente hay una serie de conflictos que están en curso en diversas partes del mundo. Ucrania es uno de ellos y el más visible en Europa por la abierta intervención de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Es válido recordar que de las 15 repúblicas que conformaban la ex Unión Soviética, no rx después de Rusia, viagra Ucrania era la más importante por sus recursos y desarrollo industrial. Además un factor que no debe dejar de señalarse es que buena parte de la población ucraniana asentada en la región este y sur del país es de origen ruso, al punto que históricamente a Ucrania se le reconoce como “la pequeña Rusia” por los vínculos culturales y religiosos que les unen desde los tiempos de los zares.
El conflicto de Ucrania tiene como “detonante” la anulación de la firma del acuerdo de asociación por el presidente Víctor Yanukóvich con la UE, prevista para los días 28 y 29 de noviembre de 2013. Esta decisión no fue subrepticia sino que respondió a la propuesta de Moscú al ofrecer claras ventajas a Kiev que la UE no ofrecía, además de evitar que los Estados Unidos ampliara su radio de influencia desde Bruselas y la OTAN. Es claro entonces que los intereses de Rusia además de económicos son geopolíticos al contemplar una política de contención respecto de los Estados Unidos en el área de influencia de Moscú.
Desde el punto de vista económico Rusia ofreció un crédito a Ucrania por 15,000 millones de dólares que no implicaba la condicionante de los “recortes sociales” que generalmente aplica el FMI, aunque presionaba en un tono diplomático a incorporarse a la Unión Aduanera que Rusia mantiene con países miembros de la ex Unión Soviética. Sabiendo Rusia además que la principal debilidad de Ucrania es el energético, propuso una baja en el precio del gas de 405 a 268,5 dólares por cada 1,000 m3. Por otra parte, era vital asegurar el paso del gas ruso por territorio ucraniano hacia Europa a través del Gaseoducto Soyuz.
De lo que se trataba en consecuencia era de evitar que se suscribiera por parte de Ucrania un acuerdo tomando en cuenta que la UE y Kiev venían negociando fuertemente desde el 2007 una mayor integración en el plano comercial en detrimento de los intereses de la Federación Rusa.
En efecto, el 17 de diciembre de 2013 Moscú logró que se firmara un acuerdo de cooperación con Kiev y la reacción de Bruselas y de los dirigentes políticos pro occidentales enquistados en la Rada (Asamblea Nacional) y en los grupos de choque manejados desde el exterior no se hizo esperar, aunque esto no ocurrió en la región este y la península de Crimea cuya población no comparte la posición de esta dirigencia. Es cuando se dan los primeros pasos del escalamiento del conflicto que la prensa occidental calificó como el “conflicto Euromaidan”, el cual fue alentado desde Europa y los Estados Unidos para evitar dos situaciones: a) que Rusia se saliera con la suya y b) la incorporación de Ucrania a la Federación Rusa.
Desde el punto de vista geopolítico, Rusia ha conformado una Federación para desarrollar un área de influencia y comercial en gran escala, y por supuesto, había que implementar toda una estrategia para atraer a Ucrania y estructurar un anillo de contención. Es fundamental precisar que Ucrania tiene para Rusia un alto significado histórico, esto por tradición y cultura como pueblo eslavo desde sus orígenes. El pecado de Ucrania es encontrarse geográficamente entre Rusia y Europa, lo cual por lógica la obliga a mirar a ambos lados. En ese sentido una inclinación de Ucrania a la UE y los Estados Unidos supondría una declinación del fuerte liderazgo de Vladimir Putin y una posibilidad de que en un futuro los países que conforman la Unión Aduanera Euroasiática que lidera Rusia podrían seguir el mismo camino debilitando la posición rusa en la zona.
Resulta entonces muy compleja la situación de un país que históricamente ha estado ligado a Rusia y que por su ubicación geográfica, su fuerte potencial agrícola e industria pesada es blanco de las ambiciones geoeconómicas y geopolíticas de los Estados Unidos y de los países fuertes de UE. La presión por ambos lados ha sido constante y esta es la razón por la cual el presidente Yanukóvich terminó siendo apartado por los opositores a la integración con Rusia a través de un golpe de fuerza y llevando en su lugar a Petro Poroshenko, un rico oligarca y actual presidente de Ucrania con una posición claramente pro occidental.
Pero como esta posición no es compartida por toda la población ucraniana, en especial la que se concentra en el este (Donetsk, Lugansk, Dombass), cuyo origen étnico es claramente ruso y la región más rica, el país ha terminado desangrándose en una cruenta guerra civil y separándose del resto de Ucrania, siguiendo los pasos de sus hermanos crimeos. Europa y los Estados Unidos acusan a Rusia de injerencia abierta en los asuntos internos de Ucrania y de violar el derecho internacional, pero Rusia apela a la historia, cultura eslava, religión y valores de la tradición, bajo el sueño de la Gran Rusia. En efecto el mejor ejemplo de este separatismo es Crimea que recurrió a un referéndum para definir su integración plena a Rusia hace un año.
Los intereses imperiales de occidente son geoeconómicos y geopolíticos, razón por la cual a Ucrania se le ve sólo como un eslabón en la conformación del nuevo orden que pretenden implementar. Conforme a esta concepción ideológica, atraer a Ucrania significa el control de recursos y mercados, pero también implica la expansión del área de influencia. En otras palabras se trata de debilitar y contener el liderazgo de Rusia en el marco de la Unión Aduanera Euroasiática que construyen como Federación. En este contexto Rusia reacciona asumiendo como propio el referéndum en Crimea y asegurando su incorporación. Esto es una victoria si se considera que con esto Rusia asegura el control de la península y de las aguas del Mar Negro. Por otra parte, el concurrir a China y suscribir tratados comerciales de gran envergadura es una clara señal de que no se quedará de brazos cruzados ante la amenaza y aplicación de sanciones que impulsan los Estados Unidos y sus aliados de la UE.
En este clima el nuevo gobierno pro occidental de Ucrania recibe la presión de Rusia para que cancele cuotas vencidas de gas que no ha hecho efectivas y que muy difícilmente podrá solventar puesto que su economía está en crisis. Muy fácil sería para Moscú cortar el envío de gas que Ucrania necesita y con esto ahogaría su economía y generaría una crisis. Rusia todavía no lo ha hecho a pesar de las sanciones impuestas por Occidente. Sin embargo, el gobierno actual de Poroshenko sí ha aceptado complacientemente el programa neoliberal y las recetas del FMI y su posición es que no aceptará el estatus autonómico que buscan las regiones del este.
Tanto es así que ante el caos financiero en que se debate Ucrania, “el FMI va a la guerra” con una oferta de 17,500 millones de dólares, cuyo primer desembolso de 3,200 millones de dólares ya se hizo efectivo. Como lo señala Pepe Escobar, “El trato está inextricablemente vinculado a la tristemente célebre política de ‘ajuste estructural’ del FMI, la misma receta para todos, conocida por cientos de millones de personas desde Latinoamérica y el Sudeste Asiático hasta el sur de Europa” (Rebelión: El FMI va a la guerra en Ucrania/09-05-2014). Complacientemente las actuales autoridades de Kiev han aplicado el paquete de austeridad, desde subidas de impuestos y pensiones congeladas hasta un duro aumento de más del 50% del precio del gas natural. Pero lo más grave es que maliciosamente el FMI ha advertido que lo más seguro es que Ucrania necesite una ampliación del préstamo puesto que su economía está en recesión y que eufemísticamente le llaman “significativa recalibración del programa”, que no es otra cosa que la entrega de su soberanía a cambio de un paquete de recetas y que en Europa hay dos claros ejemplos: Grecia y España. Pepe Escobar termina planteando que “El ajuste estructural del FMI devastará Ucrania más que una guerra. Incluso es posible que la mayoría de los ucranianos termine por implorar la ayuda rusa” (Ibíd).
Por otra parte, es un objetivo primordial de los intereses imperiales de los Estados Unidos llevar a Rusia al máximo del agotamiento y para ello es que impulsa un segundo paquete de sanciones con sus aliados de la UE. Continuar asimismo el ataque prolongado de las tropas ucranianas sobre el este del país responde a un segundo objetivo que sólo ha sido posible neutralizarlo parcialmente por las constantes peticiones del “alto al fuego”, requerido por Rusia en el seno de las Naciones Unidas. Continuar el caos es la finalidad de los Estados Unidos, pues les llena de pavor el hecho de que en esta vasta zona del mundo surja una potencia emergente en Eurasia, y que de hecho ya lo es, como es el caso de Rusia. Sin contar que en la misma zona también hay otro gigante que es China, los cuales están estratégicamente alineados.
Todo esto ha obligado a constantes negociaciones, que incluyen por supuesto el cese de las operaciones militares en las regiones respaldadas por Rusia y atacadas por las fuerzas armadas de Ucrania. La diplomacia rusa ve que para resolver este conflicto es necesario buscar el “equilibrio” para no tensar las relaciones, pero no hay una respuesta similar en la UE, los Estados Unidos y sus aliados pro occidentales en Ucrania. Obviamente lograr el estatus autonómico que pretenden las regiones del este aseguraría a Rusia contener el área de influencia de occidente y mostraría que Rusia continúa fuerte, lo cual, los intereses imperiales no parecen dispuestos a aceptar.
En este escenario los ucranianos al parecer entrarán en una nueva fase que fácilmente, de no resolverse por la vía negociada, los llevará a un mayor fraccionamiento. Es fundamental recordar que en el este de Ucrania se encuentra el corazón industrial del país con el mayor PIB per cápita, las fábricas y minas claves, en su mayoría en la región de Donetsk. Las regiones del este han planteado tanto al actual gobierno de Ucrania, a la Federación Rusa, la UE y los Estados Unidos, que no pretenden desmembrarse de Ucrania, pero que sí les importa se les conceda el estatus autonómico. En este sentido puede afirmarse que estas regiones del sur y del este, más bien son federalistas y no separatistas.
Ni el gobierno de Poroshenko ni la UE ni los Estados Unidos están en la línea de hacer esta concesión, pues lo ven como un debilitamiento de sus intereses geoeconómicos y geopolíticos en esta zona del mundo. Alimentan la guerra y para no aparecer como directamente involucrados en el desastre financiero de Ucrania, llevan al FMI como principal acreedor. Es casi un hecho que las sanciones continuarán y Kiev no cejará en su política de destrucción de las regiones del este aumentando todavía más la crisis que pesa sobre el país.
Lo que viene podría ser el fraccionamiento que de hecho es lo que se tiene. Muy difícilmente las regiones del este y del sur aceptarán el plan de “salvataje” propuesto por el FMI y lo más seguro es que recurrirán a la Federación Rusa. En todo caso hay que tener presente que las potencias imperiales continuarán con su política de desgaste y de “apoyo” a las elites que hoy gobiernan Ucrania y no sería extraño que terminen haciendo uso de las fuerzas militares de la OTAN como por momentos parece ser.