Por Patricio Arana
Bruselas/AFP
Algo más de un tercio de los 28 países miembros de la Unión Europea (UE) alcanzaron este martes un consenso para elaborar un controvertido impuesto a las transacciones financieras (ITF) que debería entrar en vigor en 2016 a pesar de la férrea oposición de Gran Bretaña.
Este impuesto era necesario, thumb indicaron, stuff para paliar las fallas de los mercados financieros que hundieron al mundo en una crisis en 2008. Sin embargo, los escépticos vieron este martes un anuncio cargado de intenciones electoralistas antes de los comicios europeos que se celebrarán entre el 22 y el 25 de mayo.
Diez países de la eurozona (Alemania, Austria, Bélgica, Eslovaquia, España, Estonia, Francia, Grecia, Italia y Portugal), de los once que quieren introducir este impuesto (Eslovenia se mantiene de momento al margen tras la dimisión del gobierno el lunes) alcanzaron un «acuerdo político», señaló el ministro de Economía español, Luis de Guindos, al presentar a la prensa el
consenso alcanzado al margen de una reunión de ministros del rubro en Bruselas.
La unión monetaria europea cuenta con 18 miembros en total.
«Convinimos que se hiciera paso a paso, empezando por gravar el intercambio de acciones y algunos derivados», había indicado poco antes durante las deliberaciones públicas de este encuentro el ministro de Economía austríaco, Michael Spindelegger.
La hoja de ruta ya está elaborada. Para fin de año los diez países participantes se dieron por objetivo terminar con el trabajo técnico. El año 2015 será para aprobar los diferentes aspectos de este nuevo gravamen que debería entrar en vigor el 1 de enero de 2016.
El producto de este nuevo impuesto es imposible cifrarlo dado que no se conoce con exactitud lo que se gravará. Sin embargo el ministro de Finanzas francés, Michel Sapin, aventuró una estimación de entre 5.000 y 6.000 millones de euros si se grava únicamente el intercambio de acciones.
La Comisión Europea había propuesto a principios de 2013 un ITF para el conjunto del bloque. La propuesta fue rechazada pero el Ejecutivo europeo estimaba el producto de este impuesto en 35.000 millones de euros, aunque tampoco se supo con exactitud qué tipo de operaciones serían gravadas.
En una declaración común, los países que se dan el objetivo de introducir este impuesto subrayan su intención de avanzar de forma «progresiva» en la implementación y destacan que este «enfoque es esencial para garantizar que cada paso hacia su implementación final (…) sea diseñado de manera tal que tome en consideración el impacto económico».
Férrea oposición de Londres
El ministro de Economía británico, George Osborne, reaccionó durante el debate asegurando que si este impuesto «impacta en otras economías europeas» éstas «se verán autorizadas a objetar» el acuerdo y «lo harán».
Gran Bretaña alberga la mayor plaza financiera europea y en su batalla contra este impuesto, Londres recurrió, «a título conservatorio», ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea para frenar el método de cooperación reforzada entre los once países que elaboran el impuesto.
Dado que se rechazó la elaboración en común de este nuevo impuesto en el conjunto del bloque, los países que deseaban continuar trabajando en él decidieron hacerlo por la vía de la cooperación (método permitido a nivel europeo como último recurso cuando justamente no hay consenso entre todos sus miembros, pero se necesitan como mínimo 9 países).
El tribunal europeo rechazó el recurso de Gran Bretaña, pero Londres indicó que recurriría nuevamente a la justicia europea.
Suecia también se opone a este impuesto. «Creemos que el ITF es un impuesto costoso e ineficiente que tendrá un impacto en las inversiones», indicó el ministro sueco Anders Borg.
Por su lado el luxemburgués, Pierre Gramegna, estimó que este impuesto no sería «bueno para los mercados de capitales en Europa» y expresó la «inquietud» de su país cuya economía depende del sector financiero.
¿Intenciones electoralistas?
El anuncio de este martes interviene unos veinte días antes de las elecciones europeas. Los que ven con escepticismo esta medida no se privaron de echar dudas sobre la intención de sus promotores.
«Alcanzaron un muy pequeño zócalo común, pero decidieron anunciar algo antes de las elecciones», dijo durante el debate el ministro holandés Jeroen Dijsselbloem.
«Quiero ser constructivo. Me gustaría conocer el tipo de propuesta. Pero es imposible evaluarlo sobre la base de las informaciones» que divulgaron, añadió.
Según Dijsselbloem Holanda podría unirse al grupo de países que trabaja en este impuesto, pero indicó que estaba «un poco decepcionado» y que quería saber más sobre la propuesta.
Interrogado sobre esta crítica, el ministro español justificó el «compromiso» que adoptaron los once países. «Los compromisos son compromisos políticos y lógicamente los ciudadanos analizan los compromisos políticos y cómo se cumplen o no se cumplen», estimó.
Las organizaciones no gubernamentales, como Oxfam, expresaron su descontento y acusaron a los ministros de ceder a la presión del mundo financiero.