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Como barbarie ha sido calificada la represión ejercida por los ex cuerpos de seguridad de la época, y por el ejército que respondió a sangre y fuego los reclamos sociales de los estudiantes universitarios aquel 30 de julio de 1975.
Hasta la fecha no ha sido determinado con exactitud el número de personas asesinadas y desaparecidas, y es una de las razones que motiva a los estudiantes que año con año salen a las calles a pedir que impere la verdad y la justicia.
Según algunos sobrevivientes de la masacre del 75, todo ocurrió un miércoles cuando desde el portón de la Facultad de Ciencias y Humanidades salió hacia el centro de la capital una marcha estudiantil integrada por jóvenes de la Universidad de El Salvador y de educación media, en protesta por el allanamiento del Centro Universitario de Occidente y otros atropellamientos a los derechos humanos cometidos.
Pero fue sobre la 25 avenida norte, a la altura del paso a desnivel frente al edificio del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, cuando los protestantes fueron reprimidos con gases lacrimógenos y armas de fuego, donde varios murieron al instante.
“Como universidad nos negamos a olvidar a nuestros mártires y héroes.
Año con año vamos a luchar por esa memoria y porque el esfuerzo de estos jóvenes ciudadanos no quede en vano”, manifestó el decano de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente, Raúl Azcúnaga en la marcha conmemorativa que reunió a decenas de estudiantes.
El académico afirmó que precisa la apertura “de los procesos judiciales de investigación para que no continúe la impunidad que por 44 años se ha mantenido”.
Han pasado 44 años de la masacre y los estudiantes siguen recordando la memoria de los que ofrendaron su vida para defender la autonomía del alma máter.
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