Carlos Girón S.
No se trata de defender al Gobierno ni al Ministro de Hacienda ante el asedio de ataques de los políticos junto a los medios queriendo responsabilizarlos de la falta de medicamentos en los hospitales, por el atraso de pagos a proveedores, por la demora en la entrega de los paquetes escolares en las escuelas; por la escasez de esto o aquello, aquí o allá. De lo que se trata es de defender la verdad, de señalar causas que originan el freno al avance del país hacia el cumplimiento de las metas proyectadas por sus dirigentes. De eso se trata.
Un primer desmentido, en pro de la verdad, es que al Ministro Cáceres no se le ha lanzado ningún “ultimátum”—como se ha informado– surgido de las curules legislativas. Lo que allí se ha acordado es enviarle un “recomendable” para que (Hacienda) “pague cuanto antes posible” lo que adeuda al FODES de los dos meses pasados, señalándose que son $45 millones. En este caso, para titular la nota informativa debió primero que nada echarse mano del “amansa burros” (diccionario) para ver las definiciones de “ultimátum]” y “recomendable”. Hay una enorme diferencia. Por lo tanto, una gran metida de pata.
Otra metida de pata ha sido la de los que ocupan las curules legislativas: el “ultimátum” –ja– o recomendable, que torpemente han enfilado hacia Hacienda, sino a los verdaderos responsables de que las finanzas del erario acusen déficit: los grandes deudores y evasores del Fisco. ¿Por qué a ellos no les fijan plazos para que honren sus deudas multimillonarias, que pasan de los dos mil millones de dólares ($2.000 millones)?, según estimaciones de una institución seria, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, y el mismo Ministerio de Hacienda. Y, ¿por qué los alcaldes, los comurenses y fodenses no los emplazan y reclaman a ellos y hacen manifestaciones de protesta frente a sus negocios?
Tienen la pata en el lodo los legisladores al negarse contumazmente a emitir una ley que permita al Gobierno hacer coercitivo el pago de esas astronómicas sumas; y no sólo eso sino también que esos deudores vayan a la cárcel si insisten en no pagar. ¡Ahh, eso no! Por el contrario: los de las curules no se conforman con meter una pata; quieren meter las dos: pretenden emitir una ley de “amnistía” para que a esos grandes deudores se les perdonen los millones que deben al Fisco. Una manotada al rostro del pueblo. Y no sólo eso: quieren blindarlos para que sus nombres no se hagan públicos y exhibir su sinvergüenzada. No, a éstos hay que tratarlos con guantes de seda. Un diputado pecenista dijo que “el mayor incentivo (sic) para el contribuyente (moroso) es la certeza de que su nombre no será publicado en ningún medio de comunicación como suele hacerse”. Aquí Hacienda ha pecado de pasividad o ingenuidad al no volver a hacerlo después de la primera vez, hace algún tiempo, cosa que perfectamente se lo permite la ley correspondiente. Y, si recordamos, la lista de nombres era de varias páginas de periódico… y los nombres no eran de vendedores de los mercados, o dueños de pequeñas tiendas y talleres…
El pueblo se pregunta: ¿Por qué los políticos opositores hacen coros y alimentan a los medios reclamándole y exigiéndole al Gobierno por pagos atrasados, o boicoteándole peticiones de préstamos para responder a los compromisos? ¿Por qué, conociendo las causas reales de los problemas, lo responsabilizan y culpan por las deficiencias o atrasos en la prestación de algunos servicios públicos?
Los genios que quieren la “amnistía” para los millonarios deudores no piensan que rescatando esas enormes deudas, el Gobierno dispondría de recursos suficientes para cumplir puntualmente sus tantos y tantos compromisos, especialmente los que tiene con la población, con sus programas de beneficio social, comunitario. Por su lado, éste (el Ejecutivo) ha dado señales de querer apretarse el cinturón con la austeridad en gastos de los funcionarios. Los otros Órganos del Estado deberían hacer otro tanto, comenzando tal vez por rebajarse un poco los altos salarios, renunciar a los carísimos servicios médicos y de aseguranza privados, renunciar también a los jugosos bonos de mediados y de fin de año, y así por el estilo. Y aquí, serían los presidentes de cada Órgano los que sí deberían lanzarles un ultimátum a todos los empleados de cada ramo…
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