San Salvador/Prensa Latina
Por Luis Beatón
Adiós Maqui y adiós Volco, los dos personajes que en sus andanzas hicieron historia en El Salvador durante los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Las mascotas oficiales del evento acompañaron esfuerzos en el afán del país para trascender en una historia marcada por los apremios de tiempo y los retos para salvar la justa regional más antigua del universo.
Maqui, la personificación de un Maquilishuat, árbol nacional de El Salvador, llevó su espíritu inquieto como ejemplo de la voluntad de los salvadoreños de superar los retos pese a los innumerables obstáculos.
Escaló. Saltó. Corrió. Pero, por fin, llegó hasta la cima. Bañándola de luz y energía, las estrellas le encomendaron la tarea de guiar a los más valientes a través de difíciles pruebas, según describió un cronista. Maqui trascendió y vivirá en la memoria de atletas y públicos que la guardarán como un recuerdo de jornadas épicas y de proeza.
Su compañero Volco, la personificación de un volcán de esos que abundan en El Salvador que con voluntad de fuego corrió, se esforzó, escaló y conquistó, para, según lo que ya es leyenda, guiar a las nuevas estrellas a través de las pruebas más difíciles.
Anoche el presidente del Comité Organizador Cossan 2023, Yamil Bukele, gritó con todas las fuerzas del corazón de miles de salvadoreños ¡Misión cumplida!, una frase que no recoge todo los esfuerzos desplegados pero si encierra en su magnitud el tamaño éxito alcanzado por el llamado Pulgarcito de las Américas.
Este domingo, los medios locales destacan la proeza del país al bajar el telón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023, y trasladar la sede a Santo Domingo 2026.
Atrás quedó la incertidumbre sobre si El Salvador sería capaz cargar la «papa caliente» que acogió sin reparos para apadrinar y salvar unos Juegos que parecían quedar en «orfandad» y con el tiempo limitado, reseñó el Diario El Salvador.
Esa duda se disolvió desde los primeros días de competencia con la majestuosa y colorida inauguración y con el beneplácito de los atletas que resaltaron día a día el calor de los salvadoreños y la calidad de los escenarios de competencia, afirman muchos sin que sea elogio banal e infundado, fue algo ganado a fuerza de valor y amor al deporte.
Al caer la noche solo quedó ver el último destello de luz de los atletas que lo brindaron desfilando al son de música y baile sobre la pista del estadio Héroes y Mártires de Universidad El Salvador, casa de estudios superiores que los albergó por más de 15 días; y las palabras oficiales que gritaran a los cuatro vientos: ¡Misión cumplida!
Adiós Maqui y Volco, o tal vez hasta pronto, pues El Salvador se empeña en trascender.