Mauricio Vallejo Márquez
coordinador
Suplemento Tres mil
Cuando era niño no me imaginé vivir en paz. No es que no la deseara, search malady vivíamos en una de las más cruentas guerras civiles de América (¿Qué guerra es sana?) que no me imaginaba una vida sin escaramusas. Las balas y los muertos eran pan de cada día, así como las desapariciones, mi papá entre estas. No era raro escuchar de amigos y compañeros de mi familia que debían emigrar, y así se fueron marchando rumbo al Norte, Europa y Oceanía.
La guerra produce eso, así como la pobreza y el hambre: emigración. Pronto lo que conocí de niño fue cambiando, cada vez menos personas y rostros conocidos. La guerra transforma la sociedad y por supuesto a la gente. Esa es la realidad en la que crecimos los que nacimos entre 1975 y 1980, una niñez en medio de la guerra.
Así que crecí en guerra, sabedor de las injusticias de los sectores que gobernaban el país en esos años, así como la insensibilidad de los sectores dominantes y sus trabajadores, que de verdad abusaban mucho.
Hoy son 24 años de la firma de los Acuerdos de Paz en el Castillo de Chapultepeq en México, los recuerdo bien porque al ver la noticia por la televisión sabía que mi mamá volvería de New York, y así fue ese año regresó con mi hermana, así como muchos salvadoreños volvieron con la esperanza de reconstruir nuestro país, el que aún espera ser plenamente reconstruido.
El miércoles, mientras escuchaba el concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional celebrando del XXIV aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz comencé a elaborar un listado de cosas que aún falta por hacer en nuestro Cuscatlán.
Sí, es cierto que la paz entre las partes en conflicto durante la guerra civil existe, y ya no hay disparos ni sangre entre ellos. Hay tantas ganancias de esa firma, esta columna es una muestra de ello, en esos años criticar o mencionar las injusticias era suficiente para que te desaparecieran y si tenías suerte encontraran tu cuerpo en algun lote o en la calle. Pero, a pesar de las ganacias aún no existe un completo acuerdo. Sobre todo cuando el ser humano es capaz de olvidar y decir que hay que dejar el pasado atrás. Olvidan que sin pasado no hay presente. Somos quienes somos producto de lo que fuimos. Dejar que la memoria no se exponga es negar la verdad de donde venimos y la riqueza de que dos partes pudieron sentarse a dialogar y finalizar una guerra. ¿Porqué no pueden hacer lo mismo en la Asamblea?
Existe defensa a las distintas posiciones, por ello es esencial conocer nuestra historia y el informe de la comisión de la verdad que ha sido editado por la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) dirigida por Eric Lombardo Lemus. En ese informe podemos ver que las cosas que pasaron en este país no fueron antojadizas, que la guerra no fue producida por delincuentes. Hubo atrocidades e injusticias cometidas por el Gobierno y grupos de Derecha de esos años que provocaron la defensa del pueblo. En tanto, si no se conoce la verdad será dificil ver el abrazo pleno entre los salvadoreños un día, y escuchar mientras celebran la paz el Aria El Brindis de La Traviata de Verdi, así como escuché el miércoles por la noche interpretar a la Sinfónica Nacional junto al tenor colombiano Diego Alejandro.